Desde hace poco más de dos años llegaron cuasi moribundos al Acuario Nacional un par de manatíes: Pepe y Juanita. Su historia es bastante conocida entre conservacionistas y biólogos marinos, en parte por las dramáticas historias de maltrato que sufrieron estos ejemplares -antes de su llegada- y además por la preocupación que despierta la eventual desaparición de esta especie endémica de la isla Hispaniola.
Pepe es un macho que llegó en una edad de 10 a 12 semanas, con heridas corto punzantes causadas por pescadores. Juanita arribó al lugar en condiciones similares, pero tras un intenso cuidado por parte de los expertos del Acuario, estos ejemplares se han recuperado y experimentaron un giro dramático en su estado de salud desde que llegaron allí en 2012.
La acción del Acuario Nacional de proporcionar la ayuda para la recuperación de los mamíferos es bastante aplaudida incluso por organismos internacionales de preservación, sin embargo hay quienes difieren de la decisión de la institución de haberlos dejado en el estanque luego de que sobrepasaran el proceso crítico de recuperación. Entienden que su puesta en libertad hubiese sido una mejor opción, tanto para los dos manatíes como para la conservación de la especie.
Para Rita Sellares, directora del Centro de Estudios Costero-Marino de FUNDEMAR -una entidad sin fines de lucro que lucha a favor de la preservación de los mamíferos marinos-, lo idóneo hubiese sido regresarlos a su estado natural , luego de agotada la etapa crítica del estado de salud.
«Un animal que ha estado en cautiverio es difícil de reintroducirlo – a su hábitat-, cuanto más tiempo pasa es más difícil la reintroducción», explica Sellares, quien advierte sobre el peligro que representa actualmente la liberación de los ejemplares, que ya se han acostumbrado a la presencia humana. Un riesgo mortal, dado que es precisamente el ser humano su único depredador.
Sellares, quien participó en el rescate de Juanita en la zona de Bayahibe, critica que no haya un programa para la reinserción a su hábitat natural del manatí y otras especies que son rescatadas.
Comenta que el proceso de devolver un ejemplar a su hábitat implica toda una logística tanto de recursos económicos como humanos, que debe incluir un monitoreo permanente de estas especies.
Al respecto, la directora del Acuario Nacional, Juana Calderón, resaltó que la entidad no cuenta con los recursos suficientes para el gasto que implica la liberación de los manatíes y que es una decisión que debe ser tomada en conjunto y con apoyo de otras entidades, como el Ministerio de Medio Ambiente.
«Nos da mucha pena que estos animales estén en peligro de extinción, después que el Estado ha invertido tanto», lamentó Calderón, quien no adelantó ninguna fecha tentativa para una eventual liberación por las razones antes mencionadas.
El médico veterinario, Francisco De la Rosa, que ha estado a cargo de la recuperación de los manatíes argumenta que la pareja de manatíes todavía no están preparados para ser liberados y que deberían agotar un proceso de adaptación que conlleva tiempo y dinero.
Detalla que los animales están «fisiológicamente listos» para ser liberados pero debe de enseñárseles lo que es la vida salvaje y a sobrevivir por sí solos, por lo que no cree oportuna su salida de cautiverio.
Actualmente se presume que la población de manatíes en República Dominicana está por debajo de los 100 ejemplares, concentrándose su mayoría en el Santuario ubicado en Estero Hondo, Puerto Plata.
Sellares reveló a Diario Libre que en la zona del Parque Cotubanamá (Parque del Este), se han avistado unos tres ejemplares.