El consumo de carne roja no solo puede perjudicar a la salud, también afecta al medioambiente. Los impactos negativos se traducen en un aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero o cambios en el uso del suelo. Por eso, las alternativas alimentarias a la carne podrían mejorar la salud y la sostenibilidad.
En la actualidad, entre las opciones se encuentran las fuentes de proteínas de origen vegetal, como la soja y las lentejas, o la carne de imitación o vegetal, como el tofu y las hamburguesas de soja. También están las proteínas microbianas, una biomasa nutritiva rica en proteínas con textura similar a la de la carne producida mediante la fermentación de hongos en biorreactores.
“La carne cultivada [también conocida como carne in vitro o de laboratorio que no proviene directamente del cuerpo de un animales, sino que está formada por el cultivo de células musculares extraídas previamente de animales], que recientemente ha recibido mucha atención del público, se encuentra todavía en una fase temprana de desarrollo con muchas incógnitas, sobre todo en lo que respecta a la composición y los costes del medio de crecimiento”, declara a SINC Florian Humpenöder, del Potsdam Institute for Climate Impact Research en Alemania y primer autor de un estudio que publica la revista Nature.
En trabajos anteriores, la comunidad científica había estimado los posibles beneficios medioambientales de la sustitución de la carne por proteínas microbianas derivadas de la fermentación fúngica en biorreactores, como la micoproteína (una alternativa cárnica disponible en el mercado) con métodos de evaluación estáticos, es decir con una escalabilidad limitada.
Ahora, el equipo de científicos alemanes y suecos ha elaborado un trabajo de modelización para estimar las ventajas del reemplazo de las proteínas animales por las microbianas utilizando azúcar como materia prima. Los resultados revelan que al reemplazar el 20 % del consumo per cápita de carne de vaca por proteínas microbianas en todo el mundo se reducirían en 56 % la deforestación anual y las emisiones de CO2 relacionadas para el año 2050.
La razón es que “se compensarían los futuros aumentos previstos de la superficie de cultivos en todo el mundo en comparación con un escenario sin cambios”, añade Humpenöder, para quien sería una importante contribución para alcanzar los objetivos climáticos del Acuerdo de París.
Para llegar a estas conclusiones los autores también tuvieron en cuenta factores socioeconómicos como el aumento de la demanda de ganado, la expansión de la población y el incremento de los ingresos.
Limitaciones al reemplazo
Las ventajas de este proceso de fermentación es que desvincula en gran medida la producción de proteína microbiana comestible de las condiciones biofísicas locales, lo que podría ser especialmente relevante con el cambio climático, dice el experto. “Sin embargo, se siguen necesitando tierras de cultivo para cultivar azúcar y alimentar a los microbios”, advierte el científico.
Además, aunque la sustitución del 20 % consumo de carne produce beneficios ambientales, los científicos señalan que el aumento de los niveles de reemplazo más allá de este punto no darían lugar a un incremento lineal de los efectos de ahorro del uso de la tierra. Los autores predicen que esto puede ser el resultado de la exigencia de los cambios en la estructura de la producción agrícola.
Por otra parte, los estudios anteriores de evaluación del ciclo de vida (ACV) estimaron que “la sustitución de otros productos ganaderos, como la carne de cerdo y de pollo, por proteína microbiana no supondría beneficios medioambientales sustanciales”, señala Humpenöder.
Los autores concluyen que, más allá de completar los hallazgos de estudios anteriores, sus resultados proporcionan proyecciones más dinámicas de los posibles impactos ambientales basados en el uso de la tierra de la sustitución de la carne de vacuno por proteína microbiana..