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De la sequía a la seguridad alimentaria

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Por: Rosa Borg Gil

El agua que trae la lluvia es el bien más preciado para Agua de Luis, una comunidad empobrecida de la zona costera de Montecristi que, carente de servicio de agua potable, mira al cielo esperando que sus campos agrícolas y ganaderos sean regados por la lluvia, particularmente en esta época en que la sequía ha fijado su domicilio.

Se entiende entonces el entusiasmo que muestra Paulina García cuando señala la siembra de árboles frutales y hortalizas que, junto a un grupo de comunitarios, han plantado alrededor de la laguna que ha sido rehabilitada recientemente por el Programa Especial de Seguridad Alimentaria (PESA), que desarrolla la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), con la colaboración del Ministerio de Agricultura.

Al igual que esta, las lagunas de los poblados Los Derramaderos y Arroyo Caña, que tenían décadas inhabilitadas debido a la acumulación de sedimentos, han sido cercadas y reforestadas con plantas frutales y maderables como forma de mantener la sostenibilidad de estas fuentes de agua que a partir de ahora irrigarán las parcelas agrícolas y ganaderas asoladas por la sequía.

“Carecemos de todos los servicios básicos, somos una comunidad olvidada. De la única forma en que logramos algo es si vienen instituciones como la FAO y nos ayudan”, dice Paulina desde el patio de su vivienda donde ve reproducirse una pequeña crianza de conejos y de gallinas ponedoras obtenidas a través del PESA.

Este programa contempla una estrategia integral para asegurar el acceso a la alimentación de los comunitarios mediante varios componentes que incluyen la producción de vegetales en huertos escolares, comunitarios y caseros; desarrollo apícola y crianza de animales menores; adaptación al cambio climático; capacitación y extensión agropecuaria; fortalecimiento de capacidades en alimentación, nutrición, derecho a la alimentación y viviendas saludables.

Producción
El PESA, que se ejecuta en más de 80 países, tiene el objetivo de mejorar la seguridad alimentaria y nutricional de poblaciones que viven en condiciones de pobreza.

En el caso concreto de Villa Elisa,  la organización pretende mejorar las condiciones de vida de familias campesinas afectadas por sequias prolongadas, mediante la rehabilitación de fuentes acuíferas, que puedan vincularse a la producción de alimentos y fortaleciendo la organización y el desarrollo local sostenible.

Recientemente, la FAO advirtió de los efectos devastadores que tiene la sequía en la seguridad alimentaria de las regiones más vulnerables del planeta y su director general, José Graziano da Silva, aseguró que para cambiar ese panorama es urgente crear comunidades resistentes a la sequía lo que implica reaccionar ante la escasez de lluvia e invertir a largo plazo para afrontar el golpe.

Con esta misión llegó el PESA al Distrito Municipal de Villa Elisa, en el año 2009, beneficiando a 1,500 familias de las comunidades de Villa lobo, La Guajaca, Arroyo Caña, Los Derramaderos, Agua de Luis, Agua de Las Palmas, Hatillo Palma y otras, dedicadas mayormente a la agricultura y la producción lechera.

El proyecto tiene como contraparte directa el Ministerio de Agricultura y se han realizado alianzas estratégicas con el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRHI), la Dirección Regional de Desarrollo Fronterizo, Ministerios de Salud Pública, de Educación y de Medio Ambiente, Rotary International, Cuerpo de Paz, autoridades locales, Caritas Diocesana, organizaciones de base de la comunidad, organismos de cooperación, asociaciones de productores, entre otras.

Huertos
El PESA trabaja para fomentar la seguridad alimentaria y que mejor manera que colocando los alimentos al alcance de la mano de quienes más lo necesiten. Para ello han establecido un banco de plantas y 85 huertos en centros educativos y en las viviendas familiares a fin de promover la producción de alimentos ricos en vitaminas y minerales para el autoconsumo y para la generación de ingresos con los excedentes de la producción.

Estos huertos, además de impulsar la producción local sostenible sirven como laboratorio de enseñanza para el desarrollo de hábitos saludables de alimentación e higiene entre la población, especialmente en los centros educativos del nivel primario.

En medio de la algarabía de los estudiantes de la escuela básica de Villa Elisa, la orientadora Amalfis Altagracia Miguel cuenta su experiencia en este centro que opera en la modalidad de tanda extendida con 200 estudiantes: “El  huerto ha servido como fuente de alimentos para preparar la comida de los estudiantes, les hemos enseñado la importancia de consumir vegetales, al principio es difícil pero ya se han acostumbrado, ellos ayudan en el proceso de siembra y en las aulas les hablamos de la importancia de las hortalizas para la nutrición”.  beber y comer agua

El 20 por cien (( Programa contempla una estrategia integral para asegurar el acceso de los comunitarios a la alimentación.

Las mujeres son un eslabón decisivo en el ámbito de la nutrición y en la producción agrícola. Parte de la estrategia del PESA ha sido capacitarlas en técnicas de alimentación, nutrición, derecho a la alimentación y viviendas saludables, de forma que se conviertan en multiplicadoras de estos conocimientos dentro de sus poblados.

“Esta comunidad no ha sufrido brotes de cólera ni enfermedades diarreicas, nos han enseñado a ser enfermeras en nuestras casas”, dice Paulina, al manipular el filtro purificador de agua potable que posee en su vivienda, donado gracias a una alianza de la FAO con Rotary Internacional, que benefició a 480 familias y a 20 centros de salud y educativos.

La donación de los filtros biológicos contempla una capacitación para ser instalados en los hogares beneficiados, a la cual se integró Euri Agustín Veloz, estudiante de bachillerato del liceo secundario de Villa Elisa, quien ha instalado 55 filtros en el poblado al que pertenece, La Guajaca: “En nuestra comunidad se habían registrado muchos casos diarreicos por causa del agua. Estos filtros han tenido una gran demanda y han resuelto un gran problema, ya que proporcionan agua de mejor calidad”.

Junto con los filtros, 47 jefas de familia han recibido la donación de pequeñas estufas mejoradas que funcionan con tan solo un trozo de leña. Este método de cocción, junto a las charlas sobre cuidado del medio ambiente y los recursos naturales, pretende incidir en la disminución del uso de la leña y carbón en la comunidad.

Ana María Colón, pertenece a la directiva del Club de Madres de Arroyo Caña y es otra de las jefas de familia que han sido beneficiarias del trabajo que realiza el PESA en su poblado. Cuida con esmero su crianza compuesta por 9 ovejos y el pequeño huerto de hortalizas instalado en su patio. Además, forma parte del grupo de 22 mujeres y 17 hombres que cultiva miel en el modulo apícola de producción habilitado por el proyecto. En su última cosecha la venta de miel les generó 22,000 pesos. “vale la pena trabajar en esto”, afirma.

Vía: Listín Diario