Gran revuelo ha causado en la República Dominicana, pero sobre todo en la provincia San Juan de la Maguana la información de que el Ministerio de Energías y Minas aprobó la explotación de una mina de oro en esta demarcación.
La medida no ha sido vista con buenos ojos entre moradores de la provincia por los impactos medio ambientales que esta medida pudiera causar, pero antes de entrar en materia vamos analizar los pro y contra que trae consigo la explotación minera. Cabe resaltar que las explotaciones mineras a cielo abierto son las prácticas más arcaicas y antinatural que pueden existir.
En sentido general la explotación minera a cielo abierto tiene un gran impacto ambiental en la zona donde se lleva a cabo. Las características específicas del impacto dependen fuertemente del contexto local de explotación.
La explotación minera suele provocar cambios importantes en la morfología del terreno pues se devasta la estructura del suelo y se reseca la zona circundante, lo que disminuye la producción agrícola y ganadera. La actividad minera impacta intensamente sobre la flora existente, muchas veces modificándola o eliminándola.
Otras consecuencias de la explotación minera es la alteración paisajística por la devastación material del lugar a explotar y la contaminación sónica, pues las operaciones mineras producen mucho ruido (trituración, molienda, carga y transporte de los minerales, generación de energía, entre otras fuentes de ruido).
Otra parte del medio ambiente afectado y que es muy importante es el aire, que se nutre de impurezas sólidas provenientes de polvos y combustibles tóxicos que quedan dispersos en el aire, vapores y emanaciones de cianuro gaseoso, dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno. Estas sustancias afectan las vías respiratorias de personas y animales generando daños significativos a la salud.
La explotación minera también suele contaminar las aguas superficiales y subterráneas si los residuos finos que se producen pasan a formar parte de los sedimentos de los ríos y arroyos de la zona. En especial, si se vierten aceite usado, reactivos químicos, sales minerales, sólidos residuales al suelo y a los cuerpos de agua.
Ante toda esta amenaza para la provincia San Juan de la Maguana, la reacción de la sociedad civil tanto local como nacional no se ha hecho esperar, diversos sectores de la vida pública se han movilizado a través de marchas y protestas pacíficas en contra de la explotación de esta mina de oro.
Cabe resaltar que con esta medida, los productores agrícolas de la zona temen por la desaparición total o parcial, la cual le sirve para el sustento de sus familias, lo que si esperamos es que en este caso se tomen las medidas pertinentes para el beneficio de esta provincia y sus moradores y del país en sentido general.
El Nuevo Diario