Lamento diferir de la afirmación hecha de que “las reservas de agua más grandes de la República Dominicana y toda la isla, no están en las cordilleras ni en las presas, ni siquiera en los niveles de precipitación. Están en las nubes y en la regularidad de la distribución de las lluvias”. Nuestra isla no posee el tamaño suficiente para esto. Sin embargo, es claro que la escasez ocasional de agua que sufrimos en la mitad sur del país, sobretodo en la ciudad capital se debe a dos tipos de factores: Naturales y de gestión inadecuada del recurso.
Los factores naturales que determinan la escasez son: Nuestra ubicación al este del continente, que nos coloca de frente al océano atlántico y a los vientos alisios, quienes están determinados a su vez por la rotación del planeta. Esto produce que los vientos que nos llegan del nordeste vengan cargados de humedad y sean descargados en Los Haitises y sus alrededores (es la zona con mayor nivel de lluvia del país), así como en las vertientes norte de nuestras montañas, que “atrapan” la humedad de las nubes en la llamada “lluvia horizontal”. En parte por ello, las montañas muestran una vegetación más húmeda en su cara norte que en su cara sur. Las lluvias en “la mitad sur del país”, está determinada principalmente por los vientos de baja altura que nos traen las nubes cargadas de agua provenientes del mar Caribe y que determinan en parte que los extremos orientales de nuestras montañas muestren también vegetación húmeda (como en el Bahoruco Oriental).
Otro factor climático que determina el patrón de lluvias en el país es el OSEN (Oscilación Sur El Niño), que aunque se origina en el océano Pacífico, en nuestro país se refleja con sequías, al contrario que La Niña, que se presenta con lluvias abundantes. Por lo tanto, la ocurrencia o no de lluvias está determinada por nuestra ubicación geográfica y la orografía.
El aporte de los bosques es la retención del agua en el suelo, evitando la rápida escorrentía y asegurando que los ríos tengan agua todo el año. El suelo bajo los bosques se convierte en una gran esponja, debido principalmente a las raíces y en menor medida, a las hojas caídas. Por eso la importancia de mantener la cobertura vegetal en la parte alta de las montañas (para asegurar una mejor captura de agua de las nubes y una mayor retención de la misma en el suelo).
La no observancia sistemática y permanente de esta situación y los efectos en los ríos, ocasiona el segundo tipo de factores: la gestión inadecuada del recurso. Por eso “volver al verde” no garantiza “que las nubes regresen” ni mucho menos, pero sí garantiza que podamos disponer todo el año del agua que recibimos.
Por: Miguel Silva