Unos 1.000 millones de niños y niñas —casi la mitad del total de 2.200 millones que hay en el mundo— viven en uno de los 33 países considerados “de muy alto riesgo” por los efectos del cambio climático. Esta es una de las principales conclusiones de UNICEF en su onuevo índice para medir la vulnerabilidad de los niños ante la crisis climática
Este índice del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) categoriza a los países en base a la exposición de los menores a situaciones climáticas extremas como ciclones u olas de calor, así como a su vulnerabilidad a esos fenómenos atmosféricos, dependiendo del acceso que tienen a servicios esenciales.
Según Unicef, aproximadamente mil millones de niños, cerca de la mitad de los 2.200 millones de menores que hay en el planeta, viven en los 33 países considerados como “extremadamente de alto riesgo”.
“Estos niños se enfrentan a una combinación mortal de exposición a múltiples fenómenos climáticos y ambientales con una alta vulnerabilidad debido a servicios esenciales inadecuados, como agua y saneamiento, atención médica y educación”, aseguró el organismo en un comunicado con motivo del lanzamiento del índice.
Titulado “La crisis climática es un una crisis de los derechos de los niños: Una introducción al índice del riesgo climático de los niños”, el documento recoge las inundaciones costeras y fluviales, los ciclones, las enfermedades transmitidas por vectores, la contaminación por plomo y la contaminación del aire, las olas de calor y la falta de agua como los principales fenómenos ambientales y meteorológicos para la elaboración del ránking.
De esta manera, Unicef apunta que, si bien prácticamente ningún niño está libre de sufrir al menos uno de estos fenómenos, unos 850 millones de menores (un tercio del total) viven en áreas donde al menos cuatro de estos eventos convergen al mismo tiempo.
“Por primera vez, tenemos una imagen completa de dónde y cómo los niños son vulnerables al cambio climático, y esa imagen terrible es casi inimaginable. Las crisis climáticas y ambientales están socavando todo el espectro de los derechos del niño, desde el acceso a aire limpio, a los alimentos y al agua potable; a la educación, la vivienda, la protección contra la explotación e incluso su derecho a sobrevivir”, dijo la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore.
Los países con menos emisiones, los más expuestos
Por otra parte, el informe que acompaña al índice incide en que los países que menos gases invernaderos generan son los que más sufren las consecuencias del cambio climático.
Así, los 33 Estados considerados de mayor alto riesgo para los menores solo producen el 9 por ciento de las emisiones mundiales de CO2.
“El cambio climático es profundamente desigualitario. Si bien ningún niño es responsable del aumento de las temperaturas globales, pagarán los costes más altos. Los niños de los países con menos responsabilidad serán los que más sufrirán”, apuntó Fore, que también abrió una pequeña ventana a la esperanza.
“La acción es urgente y es muy definida. Hay que reducir las emisiones que generan el efecto invernadero, hay que trabajar para mitigar y para generar sistemas que ayuden a los niños y niñas a reducir el impacto de la crisis climática donde ya está afectando, y hay que tener muy en cuenta y fomentar la participación de niños y jóvenes en todas las decisiones que tengan que ver con la crisis climática. Ellos y ellas son los que van a vivir en un planeta que, si no actuamos rápido, será un lugar mucho más peligroso donde vivir”, ha advertido la responsable de la Programas de UNICEF España, Blanca Carazo.
Posibilidad de cambio
Según Fore, todavía hay tiempo para actuar “mejorando el acceso de los niños a los servicios esenciales, como el agua y el saneamiento, la salud y la educación, para aumentar significativamente su capacidad para sobrevivir a estos peligros climáticos”.
“Unicef insta a los gobiernos y a las empresas a escuchar a los niños y priorizar las acciones que los protejan de los impactos, mientras aceleran el trabajo para reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero”, agregó Fore.
En este sentido, hizo un llamamiento para que se aumenten las inversiones en la adaptación al clima y a la resiliencia en servicios clave para los niños, en reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y en ofrecer a los menores educación climática y “habilidades verdes” para su adaptación a los efectos del cambio climático.
“Al mejorar el acceso de los niños a servicios esenciales como agua, saneamiento, salud o educación, podemos aumentar significativamente su capacidad para sobrevivir a estos peligros climáticos, pero abordar el cambio climático requiere que todas las partes de la sociedad actúen”, dijo Fore.
Los niños, parte de la discusión
Además, el informe pide que se incluya a los jóvenes en las negociaciones locales, nacionales e internacionales sobre el clima y se garantice que la recuperación de la crisis del covid-19 sea verde, baja en emisiones de CO2 e inclusiva.
La presentación del índice contó, además de con Fore, con la participación de la joven activista climática sueca Greta Thunberg, así como de como la bangladesí Farzana Faruk Jhumu o el zimbabuense Nkosilathi Nyathi.
Su publicación ha coincidido con el tercer aniversario del nacimiento del movimiento “Viernes para el Futuro” el 20 de agosto de 2018, cuando Thunberg protestó por primera vez ante el Parlamento de Suecia para pedir acciones urgentes destinadas a detener el cambio climático.
- 240 millones de niños y niñas están muy expuestos a las inundaciones costeras;
- 330 millones de niños y niñas están muy expuestos a las inundaciones fluviales;
- 400 millones de niños y niñas están muy expuestos a los ciclones;
- 600 millones de niños y niñas están muy expuestos a las enfermedades transmitidas por vectores;
- 815 millones de niños y niñas están muy expuestos a la contaminación por plomo;
- 820 millones de niños y niñas están muy expuestos a las olas de calor;
- 920 millones de niños y niñas están muy expuestos a la escasez de agua;
- 1.000 millones de niños y niñas están muy expuestos a niveles cada vez más elevados de contaminación atmosférica.