Este es un pueblo sin suerte, pero algún día Dios se acordará de Miches”. La expresión, pesimista y esperanzadora, la pronuncia ocasionalmente Maroa Amparo, una ciudadana que ha superado y vencido muchos obstáculos para sobrevivir entre las adversidades y amarguras de un pueblo pobre, aislado, al que hace 60 años sólo era posible llegar a lomo de animales, a través de serpenteados trillos y caminos entre montañas.
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