Shell está en el ojo del huracán en Australia por sus planes de perforar el lecho marino en busca de gas natural cerca de los arrecifes de coral de Ningaloo, entre los de mayor biodiversidad del planeta.
La multinacional solicitó esta semana al Gobierno australiano que autorice durante 60 días unos pequeños trabajos de perforación a 50 kilómetros de los límites del área protegida, un paraíso para los aficionados al buceo en el noroeste subtropical del país.
Según datos oficiales, en esta región se encuentra el 90 por ciento de las reservas recuperables de gas natural en Australia, el noveno productor mundial de energía.
Al conocerse la propuesta de Shell, los ecologistas salieron al paso para alertar de que la explotación de hidrocarburos en la zona puede causar una catástrofe ecológica como la del año pasado en el Golfo de México o la de 2009 en el Mar de Timor, uno de los vertidos más graves de la historia del país.
Ningaloo, que pertenece al estado de Australia Occidental, no tiene la fama de la Gran Barrera de Coral, meca del submarinismo.
Sin embargo, sus arrecifes son únicos en estos tiempos porque se hallan entre los «más sanos del mundo» al no haber sido afectados por el cambio climático, y son el hábitat de un sinfín de peces exóticos.
Además, Ningaloo es «una súper carretera» de ballenas, delfines, tortugas y el enorme tiburón ballena, explicó a Efe el director de la oficina del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) en Australia Occidental, Paul Gamblin.
La importancia de esta zona de más de 700.000 hectáreas ya fue reconocida el año pasado por Camberra, que incluyó al santuario marino en su lista de Patrimonio Nacional y propuso a la UNESCO que hiciera lo propio.
El proyecto de Shell ha puesto en la encrucijada de defender una zona protegida o incentivar la producción energética al ministro de Recursos y Energía australiano, Martin Ferguson.
Ferguson se comprometió a que el Ejecutivo endurecerá las regulaciones para iniciativas como las de Shell en Ningaloo, donde ya operan alrededor de media docena de empresas, entre ellas la mayor minera del mundo, BHP Billiton.
La petrolera anglo-holandesa presentó a las autoridades un modelo hipotético que dibuja el peor escenario posible de un vertido de hidrocarburos en la zona: 318.500 litros de hidrocarburos diarios derramados durante 77 días seguidos.
De acuerdo a ese informe, una eventual marea negra se alejaría o se formaría de forma paralela a las aguas poco profundas de Ningaloo, pero Shell insiste en que en menos de 20 días podría movilizar los recursos necesarios para evitar que la mancha de petróleo llegara hasta la costa.
El representante de WWF se mostró escéptico ante estos planes de contingencia al recordar que BP, responsable del último gran vertido en el Golfo de México, no pudo hacer nada para mitigar los efectos de aquel desastre ecológico.
A pesar del debate, la iniciativa de Shell no parece preocupar a las autoridades de Exmouth, con competencias sobre Ningaloo y acostumbradas desde hace una década a que las plataformas en el mar sean parte del paisaje.
El alcalde de la localidad, Ronnie Fleay, aseguró recientemente que considera que el proyecto «no tendrá ningún impacto» y que «los turistas quedan fascinados» cuando ven desde la costa las llamas que emanan de las estructuras petrolíferas.
Shell está a la espera de que el Gobierno australiano dé luz verde para que se proceda con el estudio de impacto ambiental, paso previo a la autorización definitiva del proyecto.