- «Por el sureste, haciendo pininos alrededor del litoral y sin alejarse mucho mar adentro: Saona, Catalina y Catalina señalan la ruta que conduce al Nirvana».Ente los parajes más hermosos que engalanan la geografía dominicana y en franca competencia con los rincones encantados del paraíso, las islas Saona, Catalina y Catalinita resaltan por su singularidad y la desnuda belleza de sus contornos, delicadamente diseñados por el Arquitecto que las concibió.
Todo dominicano que se precie de serlo, que ama su bandera y que en su fuero interno hierve el fervor patriótico al valorar la tierra que como herencia nos legaron Duarte, Sánchez, Mella y Luperón; debería organizar sus sentimientos y tener como principio o a la misma altura, conocer las dimensiones reales de la naturaleza dominicana y estudiar el ideario de nuestros libertadores; pues si no nos llamamos a engaños, «la patria es la naturaleza».
Y a partir de una plataforma concreta que le permita aquilatar con propiedad el patrimonio inmenso que la Madre Natura parió a su paso por estos lares caribeños y desde el principio de la creación, le sugerimos comenzar por conocer los territorios insulares de la costa oriental dominicana, que aunque parecen tres hermanas, una adulta (Saona), otras señorita (Catalina) y la otra todavía adolescente (Catalinita), todas difieren extraordinariamente en sus expresiones físicas y aunque es posible que las razones se sustenten en la inmodestia que sin rubor exhiben ante la mirada inocente de cualquier hijo de Dios, la verdad es que son incomparables, inigualables y excepcionales. Veamos:
Isla Saona
Cristóbal Colón no se percató a primera vista de la existencia del Canal del Catuano, cuando por primera vez pisó el suelo de la Saona (15/09/1494) y por eso la consideró como parte integral del territorio de Quisqueya. Fue el savonés Michele Cunneo, acompañante de Colón, quien primero advirtió que se trataba de una isla independiente. Para honrar la memora de la familia Cunneo, el Gran Almirante le llamó «Bella Savonesa».
Adamanay, como la habían bautizado nuestros aborígenes, fue el refugio del Cacique Cotubanamá en los arbores del siglo XVI, quien huyendo de las matanzas de Nicolás de Ovando, decide infructuosamente, buscar la seguridad que la misma le ofrecía. De esta época gloriosa quedan varios petroglifos en el interior de algunas de las cuevas del territorio hoy ocupado por el Parque Nacional del Este, una de las cuales lleva el nombre del indómito y bravo taíno. Coto de caza y pesca fue en el discurrir del tiempo, la actividad preferida por los colonizadores europeos que gozaron de su virginidad.
La prisión y muerte de Cotubanamá quedaron inmortalizadas por el Padre Las Casas en las crónicas que aparecen ene su «Historia de las Indias» (Libro II, Capítulo XV – XVIII). Según Las Casas, «el poblado de Cotubanamá quedaba como a tres kilómetros de la costa y dos caminos conducían desde el poblado al mar». Y añade que, «como a un kilómetro de la residencia del Cacique, se encontraba un enorme túnel subterráneo de varios similares existentes en la zona, los cuales habían sido excavados en las rocas calcáreas por la acción milenaria del agua». Cuando las cavernas eran depósitos subterráneos de agua, los indígenas le llaman «XagŸ eyes».
La Isla Saona se encuentra al sur de la península de Yuma, suroeste de la Bahía de Las Calderas, separada por el Canal de Catuano que tiene cerca de dos kilómetros en la parte más estrecha. La isla tiene 110 kilómetros cuadrados de superficie, con una topografía plana casi en toda su extensión, a excepción de la costa norte, donde existe un acantilado que alcanza una altura aproximada de 40 metros, en el lugar conocida como Punta Balajú.
Las depresiones en el terreno están ocupadas por lagunas de agua salada y ciénagas en los terrenos adyacentes. Las principales playas de arenas blancas se encuentran en la costa meridional, desde Punta Catuano en el Noroeste, hasta Punta de Cruz en el sureste, exceptuando el sector comprendido entre el extremo sur de la Playa El Gato hasta punta laguna.
En las aguas adyacentes a las costas, tanto alrededor de la península como de la Saona, existen importantes formaciones de arrecifes coralinos a profundidades que varían desde 2 hasta 30 metros. El manglar de la Saona se encuentra asociado a las lagunas que allí existen, principalmente a las lagunas Canto de la Playa y Los Flamencos.
Los lugares y ambientes más importantes de la Saona son: los poblados o aldeas de Mano Juan y Catuano, las extensas playas de arenas blancas, fondos coralinos con aguas muy claras, cocoteros alrededor de la costa, las lagunas Secucho, Los Flamencos y Canto de la Playa, el Alto de la Vigía (el punto más alto de la isla), los Bancos de Paloma Coronita, los Bosques Maderables Maduros, Areas Cultivadas y en barbecho o recuperación, varias comunidades de aves acuáticas y otros animales silvestres, Cuevas de gran valor histórico y arqueológico, etc.
Isla Catalina
La Isla Catalina es una porción terrestre separada de la Isla Española, o tierra firme, compuesta por tres terrazas superpuestas. La primera, que es la más elevada, se encuentra a 20 metros sobre el nivel medio del mar, paralela a la costa sur de la misma.
La segunda está ubicada en los mismos contornos de la primera, pero es tres veces más grande que ella y se encuentra a 10 metros sobre el nivel del mar. La tercera terraza cubre todo el contorno de la isla, la cual tiene una forma triangular, con un litoral costero que alterna playas y acantilados de pequeña elevación.
La superficie de la isla es de un relieve suave, es decir, con una topografía prácticamente plana, pues la mayor extensión de su territorio no sobrepasa los cinco metros de elevación. Paralelo al litoral de la costa occidental y en dirección norte-sur, se forma una duna alargada en forma de muro, con casi cuatro metros de elevación.
Como la duna es una barra de arena que se extiende de norte a sur formando un muro, que a su vez se formó por las deposiciones de las olas marinas, el agua del mar se mueve horizontalmente hacia una depresión en forma de laguna que se comporta como tal mientras permanece la marea alta (pleamar), o durante la época lluviosa y como un salado durante la marea baja (bajamar). Toda la superficie de la isla es una costra rocosa sobre la cual se desarrolla la vegetación, pues prácticamente no tiene suelo. En toda su extensión territorial se desarrolla una vegetación típica del bosque seco subtropical, de pequeño y mediano porte. Los árboles más desarrollados se encuentran en las depresiones más acentuadas.
La Catalina tiene tres playas de importancia (del Oeste, del Norte y del Este), dos de las cuales tienen gran potencial para el desarrollo sostenible del turismo (las del Este y del Oeste), a pesar de que en la actualidad solamente se utiliza una (la del Oeste). Además de las playas antes mencionadas, que ocupan más de dos terceras parte de su litoral, la Catalina tiene costas rocosas muy singulares, las cuales bordean su parte meridional, formando farallones en algunos casos y acantilados en otros.
En la temporada ciclónica, éstas son las costas más expuestas a las inclemencias de los factores climáticos que se dejan sentir con tanta intensidad. Esta isla se encuentra rodeada por prominentes barreras coralinas en formas más o menos circulares y en bancos. La estructura de estos arrecifes, como en todas las zonas tropicales, está conformada por esqueletos de coral y pólipos (corales vivos) y gran diversidad de algas marinas. Estos ambientes constituyen en paraíso de las más variadas formas de vida marina: protozoos foraminíferos, gusanos, moluscos, morenas, esponjas, erizos de mar y peces multicolores.
Isla Catalinita
En uno de los rincones más escondidos de la geografía patria, haciendo pininos entre tierra firme y la isla Saona, acostada sobre un manto arrecifal y aunque indefensa, nadando contracorriente y desafiando las olas del Océano Atlántico, que descarga toda su furia contra las crestas de sus acantilados de cabecera, encontramos la isla Catalinita.
Demasiada belleza para una geografía tan diminuta. Tan original como si hubiese acabado de nacer, como si fuese el primer ensayo del Creador o como si fuese un terrón que cayo al mar cuando Dios llevaba en sus manos el puño de tierra para hacer la Saona. Tan joven que todavía no ha llegado a la pubertad y tan inocente que no le teme a la furia de los ciclones o las tormentas tropicales que frecuentemente la están bautizando.
La isla Catalinita es tan pequeña que ni ella misma cree que realmente sea una isla, sin embargo, tiene atributos suficientes para demostrar la diversidad espacial requerida o para exhibir la heterogeneidad típica de cualquier territorio insular, es decir, le sobran dotes para convencer a cualquier geógrafo que intente despojarla de tal categoría.
Tiene una superficie de 0.22 kilómetros cuadrados (realmente muy modesta), es decir, 22 hectáreas que equivalen a 350 tareas. Su litoral costero tiene dos kilómetros de longitud. Sus dimensiones máximas varían entre 880 metros de largo y 260 de ancho. Tiene un cayito satélite, en su extremo sudeste, con vegetación natural al igual que su madre, el cual es el refugio preferido de una gran variedad de aves costeras migratorias.
Tiene además cuatro cayitos periféricos pero que no muestran señales de vida. Los ambientes mediterráneos de la Catalinita se componen de dos sábanas o llanuras con vegetación de gramíneas: pequeños promontorios en cadena, continuos y discontinuos, los cuales parte del occidente y se dirigen hacia el oriente en principio para luego seguir serpenteando hacia el noreste, bordeando la costa y formando la espina dorsal de la isla. Los ambientes costeros están dominados por acantilados, farallones o arrecifes interrumpidos algunas veces por pequeñas playas, muy especialmente hacia el oeste, al sur y sudeste. Al norte y al noroeste no existen playas, sino acantilados puntiagudos, los cuales dominan su litoral.
El entorno marino inmediato a la Catalinita se caracteriza por aguas cristalinas o transparentes muy someras, salvo su extremo nor-oriental donde la barrera arrecifal desciende bruscamente. Toda parte marina occidental, salvo pequeños huecos y media lunas de arenas blancas, está dominada por extensos pastos marinos, es decir, por hierbas fanerógamas marinas que le sirven de hábitat natural y de nicho ecológico a la vida marina circundante.
Está cubierta por una vegetación peinada como respuesta al predominio de los vientos locales del Este y alisios del nordeste que permanentemente azotan la isla. Toda la vegetación superior tiene porte arbustivo, en forma de bonsái recostado, salvo cocoteros del centro de la isla y manglares (mangle rojo, prieto, blanco y botón) que se concentran en el litoral costero de la misma.
En las playas, la mayoría muy pequeñas, se observan montículos de conchas de lambí como reflejo de la actividad de las olas, las praderas marinas donde viven y la pesquería, que ha sido el uso que históricamente se le ha dado a este pequeño territorio insular. La Marina y los pescadores fueron quienes introdujeron el coco en la isla, en la década de los 40, principal elemento foráneo que se aprecia en ella. La avifauna domina el espacio con todo tipo de especies migratorias entre las que se destacan las tijeretas, los pelícanos, los playeritos, las gaviotas (de diferentes tamaños y colores) y los patos (también muy diversos).
por Eleuterio Martínez
Publicado originalmente en el Listín Diario