REPÚBLICA DOMINICANA. Según el artículo 6 del decreto 571-09 se crea el Parque Nacional Saltos de la Jalda, “con la finalidad de conservar la mejor muestra del bosque pluvial de la vertiente norte de Cordillera Oriental o Sierra del Seíbo, que se desarrolla sobre suelos aluviales, donde tienen sus cabeceras y nacientes los ríos Maguá y Las Lisas, así como los saltos que se forman en las laderas intermedias, los balnearios y los extraordinarios valores paisajísticos que se abren ante las cuencas visuales que se extienden hasta el Océano Atlántico y la Bahía de Samaná”.
Hasta este punto, todo bien, solo un pequeño detalle… el parque fue declarado como tal por el citado decreto de 2009 en el municipio de Miches (provincia El Seibo), cuando el área que ocupa, en más de un 90%, se encuentra en territorio de Hato Mayor.
Desde este decreto nadie había cuestionado la ubicación geográfica del parque, incluso desde entonces se han publicado infinidad de artículos de corte informativo o turístico, donde se recalca la ubicación del parque entero en el municipio de Miches.
No es hasta este año 2016, a principios de este mes de julio, para ser exactos, cuando autoridades provinciales de Hato Mayor y técnicos del Ministerio de Medio Ambiente visitan el lugar para demostrar que el principal atractivo del parque, El Salto de la Jalda, se encuentra decretado en la provincia equivocada, lo que ha generado una disputa entre la citada provincia y El Seibo.
Toda una comitiva formada por el senador y el gobernador de la provincia de Hato Mayor, Rubén Darío Cruz y Manuel de la Cruz, respectivamene; el viceministro de Medio Ambiente, Angel Daneris Santana, así como técnicos del Instituto Cartográfico Militar de la República Dominicana, fueron a tomar las coordenadas geográficas del salto, cosa que hubiera tomado cinco minutos nada más abriendo Google Earth.
En el siguiente mapa de Google, con la capa oficial de áreas protegidas proporcionado por el Ministerio de Medio Ambiente, se puede ver que más del 90% del parque está dentro de Hato Mayor, y el Salto de la Jalda se encuentra cerca de un kilómentro de la frontera provincial,aproximadamente.
¿Qué tan especial es este salto que tiene enfrentadas a dos provincias?
Solo hay dos formas de llegar: por un sendero con guía o pagar US$289 por persona a Helidosa, desde Bávaro.
Un equipo de Diario Libre se movilizó, por tierra, al Parque Nacional Saltos de La Jalda para documentarlo y validar si el decreto realmente está equivocado.
¿Cómo llegar?
Si va desde Santo Domingo es más corto llegar, vía Hato Mayor, hasta Sabana de la Mar, para tomar la nueva carretera hasta la comunidad de Magua, que se encuentra antes de Miches.
En Magua, que pertenece a Hato Mayor, se dobla por un camino de tierra (en buenas condiciones) hasta la comunidad de Loma de Magua, la cual ya se encuentra dentro de los límites del Parque Nacional.
En este punto se puede contratar un guía local por RD$500, el alquilar un mulo por RD$700, en caso de que no se quiera ir a pie.
Actualmente la comunidad no cuenta con guías organizados. 23 personas tratan de formar una asociación, pero no cuentan con recursos, orientación o asistencia de ningún tipo.
El sendero es de aproximadamente 6.5 kilómetros dividido en dos etapas, sin ningún tipo de señalización o infraestructura destinada para recibir a los visitantes.
El primer trayecto de 5 kilómetros, se hace bordeando el río Magua, el cual se cruza más de 8 veces sin mayores complicaciones. Un tupido bosque de cacao, sembrado previo a ser declarado parque, ofrece una sombra casi permanente por todo el sendero.
La verde vegetación, el canto de las aves, el constante sonido del agua correr y el terreno relativamente llano, hacen de la primera etapa un verdadero deleite para los que disfrutan del ecoturismo y la aventura.
Al final de la primera etapa está la caseta de Medio Ambiente, un amable guarda parques de turno recibe a los visitantes. Es nativo del pueblo de Magua.
Desde este punto puede verse, en un plano general, el salto en la distancia, mientras se toma un breve descanso.
Los mosquitos zumban, el calor se siente. Son las 11 de la mañana y el guarda parques nos ofrece un poco de locrio que acaba de preparar en una vieja estufa. Nos sentamos a conversar mientras comemos.
Nos cuenta que la gente visita poco el lugar, en una semana promedio reciben cinco visitantes, mientras en una buena semana pueden recibir hasta cincuenta, pero es poco frecuente.
Nos habla de los de a pie, porque a diario llegan uno o dos helicópteros con turistas que aterrizan al pie del salto. No sabe bien de dónde vienen, solo sabe que le atribuyen un improvisado helipuerto al empresario Gustavo Cisneros, quien tiene propiedades en la zona.
Al preguntarle si tienen permiso para aterrizar en el parque, responde inseguro que ellos dicen que sí, pero que él nunca lo ha visto por escrito.
Cuestionamos al guía y guarda parques si afecta en algo que el parque haya sido declarado en Miches, ambos coinciden en que no. Los dos son de Magua y saben que solo por este lugar se puede llegar, por lo menos por ahora. Mientras esto sea así no pasa nada, aseguran.
En este punto dejamos las bestias y debemos seguir a pie, no está permitido llegar con ellos hasta el salto.
En la siguiente galería puedes ver tres de los más importantes saltos de la República Dominicana con su altura aproximada.
1.5 kilómetros nos separan del paraíso, por un sendero en momentos complicado por lo accidentado del terreno.
En 2011, durante la gestión de Jaime David Fernández como ministro de Medio Ambiente, se acondicionó este sendero para hacerlo más seguro a los visitantes, con algunos escalones y pasamanos de madera en los tramos complicados. De eso queda poco.
Nuestro guía, Polito Hernández, nos dice que están tratando de acondicionar de nuevo el sendero por sus medios, o tratar de hacer otro por un lugar menos complicado, pero eso les puede mucho tiempo y recursos. Recuerda que el Ministerio hizo ese sendero manualmente, sin maquinaria, y fue muy complicado.
Los mosquitos se ponen agresivos, el canto del barrancolí compite con el sonido de pequeños saltos que adornan la impresionante vegetación con grandes árboles centenarios. Han pasado más de cuarenta minutos de caminata y por segunda vez vemos el imponente salto que se abre paso entre la montaña.
Nos quedamos sin aliento, es sin duda una de las vistas más hermosas de esta isla. El salto de El Limón en Samaná luce pequeño frente a la Jalda, sin duda es el salto más alto del país. El de Aguas Blancas en Constanza, es casi treinta metros más bajo.
En el siguiente mapa interactivo se destacan los puntos más importantes en el recorrido y luego una imagen de 360 grados desde el helipuerto.
Con GPS en mano al pie del salto, en el rústico helipuerto, confirmamos lo que ya sabíamos… el Salto de la Jalda está definitivamente ubicado en Hato Mayor.
Sus 120 metros de altura producen fuertes ráfagas de viento en la base, el ruido del agua golpeando contra la roca es impresionante. Es imperativo tomar un baño en sus frías aguas luego de más de dos horas de camino.
La vida brota en el salto; nuestro guía se sumerge y saca una enorme jaiba. Un poco río abajo se sumerge de nuevo y saca con sus manos un pez de regular tamaño.
Nos cuenta que hace un tiempo la gente pescaba sin control en el río, tuvieron que organizarse para regular la pesca. “Lograrmos controlar la depredación a costa de unos cuantos enemigos”, dice y sonríe.
En esta comparación vemos la similitud de altura entre la Jalda y los 115 metros de la torre Acrópolis.
Diario Libre intentó obtener información del Ministerio de Medio Ambiente sobre la decisión final de la ubicación del parque y el salto, además, sobre el permiso de aterrizar en el salto de forma comercial y quién es el responsable del helipuerto. Seguimos esperando la respuesta.
De regreso a la caseta de Medio Ambiente vimos un helicóptero camino al salto, tuvimos suerte de no estar en el lugar, por el poco espacio. Luego de una hora lo vimos despegar de nuevo.
Regresamos por el mismo sendero. Es evidente la falta de señalización. Es fácil perderse si hay separación del grupo y se confía en que el mulo “sabe” el camino.
Nos pasó y pedimos media hora en la ruta equivocada.
Dejamos atrás el salto con la satisfacción de visitar un paraíso casi desconocido y poco explotado. Dejamos a los guías tratando de organizarse a ciegas, mientras el destino sigue en el limbo geográfico. Los helicópteros van y vienen con extranjeros, mientras los nacionales se preguntan: “¿Cómo llego a la Jalda?”.
Solicitamos información al Ministerio de Turismo sobre los planes de desarrollo y promoción del destino, la solicitud ha pasado de mano en mano y no obtuvimos respuesta.
Por Melvin del Cid
Diario Libre