Solo las empresas comprometidas con el planeta dan certeza de que la energía que consumen sus clientes procede de una fuente renovable
El cambio climático es uno de los grandes retos a los que se enfrenta la sociedad actual. El aumento de las temperaturas causado por las emisiones de gases de efecto invernadero ha obligado al mundo entero a plantear una transición capaz de garantizar la sostenibilidad del planeta. Según la ONU, dentro de 10 años habrá que reducir en hasta un 45% las emisiones de dióxido de carbono con respecto a 2010 para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París. El reto es titánico y también lo es el esfuerzo que tendrá que asumir el conjunto de la sociedad y los sectores productivos, entre otras, las empresas energéticas, que ya se están moviendo hacia modelos verdes y hasta garantizando a sus clientes que el origen de la energía que consumen procede de fuentes sostenibles. Repsol es una de ellas.
La multinacional española ha obtenido la máxima certificación (la etiqueta A) sobre el origen de la electricidad que comercializa. El distintivo se lo ha otorgado recientemente la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), pues del total de energía que comercializa un 93,5% es renovable y un 6,5% es de bajas emisiones. La compañía está trabajando en línea con los objetivos del Acuerdo de París y los de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, que celebra hoy el Día Mundial del Medio Ambiente.
“La consecución de esta certificación es un hito en nuestro objetivo de liderar la transición energética y contribuye a nuestra meta de ser una compañía con cero emisiones netas en 2050”, dice Douglas Medrisch, director de retail de electricidad y gas de la firma, que entró en el sector de la generación y comercialización de electricidad y gas a finales de 2018. El organismo regulador concede la distinción después de un análisis al Sistema de Garantías de Origen, un mecanismo mediante el cual las comercializadoras muestran la procedencia de la energía que ofrecen a sus clientes. Con base en la información recabada, la CNMC otorga una etiqueta: de la ‘A’ a la ‘G’, en función del menor o mayor grado de impacto ambiental. “Aunque el eslogan de ‘energía renovable’ es un atributo muy utilizado comercialmente, en nuestro mercado realmente pocas compañías garantizan el suministro sostenible a todos sus clientes”, comenta Medrisch.
Repsol obtuvo la calificación ‘A’ en las dos categorías que se evalúan: emisiones de CO2 y residuos radioactivos (la firma no tiene centrales nucleares), de acuerdo con el mix energético de la comercializadora que incluye en su estudio la CNMC. “El cliente valora cada vez más la transparencia en todos los servicios y productos que consume”, destaca Douglas Medrisch. La certificación llega en un momento en el que Repsol se consolida como un proveedor global multienergía, con una marcada apuesta por un futuro sostenible.
Liderar la transición energética y la descarbonización
En España, el 17,4% de la energía que se consumió en 2018 procedía de fuentes sostenibles, según Eurostat. Este porcentaje está destinado a aumentar -Bruselas ha fijado el objetivo del 32% para 2030 para el conjunto de la Unión Europea- tanto en España como en el resto del mundo. En 2040, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) estima que el mix energético mundial cambiará su estructura. Las renovables y el gas natural (este último ya supone el 71% de las reservas y el 64% de la producción de Repsol) pasarán a tener una presencia aún más destacada. “Todas las formas de descarbonización son complementarias y válidas, y el incentivo a que todas contribuyan, sin exclusiones, será lo que acelerará la senda de la transición energética”, afirmó Antonio Brufau, el Presidente de Repsol, en la última Junta de accionistas de la compañía.
El cuidado medioambiental es una prioridad para la compañía, que reafirma su compromiso de liderar la transición energética y la descarbonización, incluso en momentos de tanta incertidumbre en general como el actual. Durante los días de crisis sanitaria causada por la covid-19, la compañía ha mantenido su actividad, esencial para el funcionamiento de la sociedad y la economía, y en paralelo sigue avanzando para conseguir su ambición de ser una empresa cero emisiones.
Prueba de ello es que a finales de este año, Repsol prevé que esté en funcionamiento el proyecto eólico Delta, ubicado en Aragón. En este mismo sitio también se desarrollarán las obras de una segunda planta: Delta 2, que estará lista en 2023 y contará con 26 parques eólicos. Todos ellos son construidos y operados por la filial Repsol Electricidad y Gas.
Asimismo, Repsol está desarrollando tres plantas fotovoltaicas: una en Cádiz (Sigma), otra en Badajoz (Valdesolar) y una adicional en Ciudad Real (Kappa). Esta última inició las obras en abril y se añade al amplio portafolio de la compañía, que también opera tres hidroeléctricas y dos modernas centrales de ciclo combinado. Como si fuera poco, Repsol forma parte del consorcio que ha puesto en marcha un sistema de aerogeneradores flotantes, los más grandes del mundo para este tipo de estructura, ubicado en la costa de Portugal: WindFloat, con una capacidad total de 25 MW.