La Conferencia de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Desarrollo Sostenible que se desarrolló del 20 al 22 de junio en Río de Janeiro, Brasil, y que se promocionó como Río+20, en alusión a los 20 años transcurridos de la primera Cumbre de la Tierra (1992), no tuvo el gran final esperado.
La presidenta anfitriona, Dilma Rousseff, en una rueda de prensa celebrada previo a la clausura, había indicado que en la cumbre apenas se alcanzaron acuerdos mínimos, los que se constituyen en las bases para la construcción de un modelo que permita que se hagan realidad los tres pilares del desarrollo sostenible: crecer, incluir y proteger.
Si bien los temas sometidos para la discusión, como la economía verde y la gobernanza global del medio ambiente -en torno a los cuales los países debieron construir sus posiciones-, fueron altamente conflictivos, lo que dificultó el consenso, otro elemento gravitó de manera negativa sobre Río+20: la crisis de Paraguay.
Los presidentes de los países que integran el Mercado Común del Sur (Mercosur) y la Unión de Naciones del Sur (Unasur, conformada por 12 países), y que estaban participando en la cumbre, cambiaron su prioridad, poniendo en primer plano la situación que dio al traste con el gobierno de Fernando Lugo y relegando el desarrollo sostenible. Incluso abandonaron las discusiones de Río+20 apenas transcurrido el primero de los tres días programados para las sesiones oficiales de la cumbre.
Prioridad
Omar Ramírez Tejada, vicepresidente ejecutivo del Consejo Nacional para el Cambio Climático y el Mecanismo de Desarrollo Limpio (CNCCMDL), quien participó de la delegación dominicana que acudió a las sesiones oficiales, ha considerado que el hecho de que esos pre dejaran en su lugar a funcionarios de menor jerarquía no ayudó a que de la conferencia saliera una declaración consensuada más allá del 40 por ciento de su contenido.
“Eso te dice que el desarrollo sostenible está íntimamente ligado a un pilar que nunca aparece. Solamente se habla de lo económico, lo social y lo ambiental, pero nadie te dice que el pilar político, que no se ve, que es invisible, es el que más pesa”, ha expuesto. Plantea que otra situación global que incidió en Río+20 fue la crisis económica de los países de la Unión Europea y la que todavía se mantiene en Estados Unidos. “Eso condicionó los resultados, sobre todo la declaración de El futuro que queremos, que es un documento de 53 páginas y más de 200 párrafos y declaraciones, que estamos esperando que termine el proceso para tenerlo. El borrador se sancionó sólo en un 40 por ciento.
Hasta que se dio el corte, donde el gobierno de Brasil y sus autoridades tomaron el control para terminar ese documento, solamente se había consensuado un 40 por ciento.
Las autoridades brasileñas lo pasaron a manos de Naciones Unidas, que debe presentarlo a más tardar en dos meses en una asamblea general para que sea adoptado en esa asamblea”.
El documento en proceso
Se procuró el consenso para cada punto contenido en el borrador. Con respecto a la economía verde. Ramírez Tejada ha indicado que fue uno de los puntos no consensuados: “Muchos de los países plantearon que no vale la pena hablar de economía verde si son patrones de producción y consumo capitalistas igual que como los que estamos viendo ahora”. Se entiende que la economía verde tiene que ser inclusiva desde el punto de vista social, y generadora de empleos decentes y de tecnología de mínima destrucción o no destructiva.
En alusión a la gobernanza ambiental, dijo que fue otro de los puntos que quedaron pendientes para la asamblea general.
Dijo que se hizo un análisis de los 20 años transcurridos desde la primera cumbre de Río, el que concluyó que a pesar de que América Latina y el Caribe han tenido avances significativos, sobre todo en el desarrollo económico, sigue siendo la región más desigual, socialmente hablando, porque es la que peor distribuye esa riqueza.
Otros aspectos abordados fueron que si bien la región tiene el 33 por ciento de los recursos hídricos del planeta presenta países con estrés hídrico, y que posee seis de los 17 países mega-diversos del planeta, sin que se haya hecho una distribución equitativa de los beneficios que se derivan de esa biodiversidad.
“Una de las grandes decepciones fue que todavía ningún país industrializado ha podido cumplir con el 0,7 por ciento de su PIB a la ayuda al desarrollo. Fue una de las grandes críticas que salió en Río. Y que en la mayoría de los países el gasto ambiental no llega al 1% de su producto interno bruto.
Respecto al cambio climático, dijo que se identificó como la gran amenaza para AL y el Caribe: “Prácticamente, somos los más vulnerables en cualquiera de los escenarios. Por eso recursos que deben ir a otros sectores se dedican a reponer infraestructuras que se pierden por el impacto de estos fenómenos”.
Respecto a Río-92, se ha señalado como avances que todos los países crearon sus respectivos ministerios de medio ambiente y los instrumentos jurídicos pertinentes.
Se acordó la creación de un nuevo indicador para medir la riqueza de los países, que incluya datos sociales y ambientales, y en materia de agua y saneamiento, contiene la reafirmación de los compromisos de Johannesburgo, de reducir a la mitad, para el año 2015, la proporción de personas que no tienen acceso al agua potable segura ni a los sistemas de saneamiento.
Marco conceptual
En el documento se expresa que los Estados están profundamente preocupados porque una de cada cinco personas, o aproximadamente unos 1,000 millones, viven en extrema pobreza, y porque el 14% de la población mundial sufre de desnutrición crónica. Reconoce la severidad de la pérdida global de la biodiversidad y la degradación de los ecosistemas; expresa la preocupación por la contaminación marina, ocasionada por los contaminantes orgánicos, y recoge los avances en las negociaciones para desarrollar un instrumento de protección de la biodiversidad marina más allá de la jurisdicción nacional, bajo la Convención de la Ley del Mar.
Además, expone su inquietud por los impactos adversos del cambio climático, que incluyen sequías y eventos extremos, subidas del nivel y acidificación del mar y erosión costera, y por la brecha que hay entre los compromisos de los países para reducir sus emisiones de gases invernadero al año 2020, contenidos en los acuerdos de Copenhague, Cancún y Durban, y el camino que se debe recorrer para que el incremento de las temperaturas medias del planeta se mantenga por debajo de los 2.0 grados ó 1.5 grados.
En el ámbito energético, los países se han comprometido a facilitar el acceso a la energía a 1,400 millones de personas que carecen de ella; han reafirmado los compromisos ya asumidos para eliminar los subsidios a los combustibles fósiles como el carbón, petróleo y gas, y recomiendan racionalizar el uso de los subsidios que distorsionan los mercados, .aunque no se indica el mecanismo para su implementación.
(+)
DESAFÍOS URGENTES PARA LA REGIÓN
En el encuentro, el presidente Leonel Fernández, quien estuvo encabezando la delegación dominicana que acudió al cónclave, ha urgido a actuar con prontitud y eficiencia para enfrentar los problemas del desarrollo actual, tras describir el escenario al que se enfrentará el planeta en los próximos 50 años: 10 mil millones de habitantes demandando los recursos naturales, bienes y servicios disponibles entonces, los que serán más escasos que hoy día.
Fernández ha argumentado que el mundo necesita cambiar aceleradamente el modelo de desarrollo que ha venido aplicando desde la Revolución Industrial, hace más de 200 años, y fomentar uno nuevo que ponga a los seres humanos en capacidad de producir riqueza, distribuirla equitativamente, generar un espíritu de justicia, un sentimiento de dignidad y una cultura de respeto y valoración hacia el planeta, y apeló a los países industrializados a afrontar con mayor decisión un modo efectivo de salvaguardar la integridad de las sociedades y sus recursos, De poco sirvieron sus argumentaciones. Ni las de los demás gobernantes y representantes de entidades ambientales que requirieron mayores compromisos de los países con mayores responsabilidades en el deterioro del planeta. La Cumbre de Río+20 terminó con acuerdos mínimos, insuficientes para afrontar los retos planteados.
Por: Solange de la Cruz Matos
Vía: Listín Diario