P. Profesor, ¿realmente hay un aporte de la arborización de los recintos y campos de prácticas al desarrollo del deporte?
R. Mi tesis particular establece que «un árbol es más útil en la ciudad que en el campo». Para demostrarla no tengo que hacer ningún esfuerzo, sino basarme en la lógica de la existencia e ilustrar con los ejemplos más elementales.
La presencia del árbol en cualquier escenario, independientemente de la presencia humana, es una señal positiva de la calidad de vida; en primer lugar en el bosque, donde él es el protagonista y por cuya virtud los ríos tienen agua, las aves y todos los animales tienen alimentos, espacios para la reproducción y refugio; y en segundo lugar, en los grandes asentamientos humanos.
Toda ciudad emerge sobre la desolación y los cadáveres de los gigantes verdes. Es una paradoja que lo más útil para la vida humana en todos los sentidos, se le considere como algo hostil para crear su hábitat; pero es una realidad inocultable.
En la ciudad no hay espacios privilegiados para los árboles porque la lógica del bienestar se ve ligada al desarrollo del urbanismo, de la industria, de las infraestructuras de desarrollo y nada ni nadie puede anteponerse a estos nobles propósitos del progreso.
Hasta para establecer los campos deportivos, donde el verde es sinónimo de salud física y espiritual, el árbol se ve como algo marginal.
Si da sombra, flores o ameniza el paisaje, pues se le cuida, siempre y cuando no obstaculice las prácticas de lugar.
Sin embargo, en cualquier recinto deportivo, las plantas constituyen el principal insumo para lograr la eficiencia en las prácticas para deportes de alto rendimiento y para la simple recreación; pues sin una buena oxigenación, no hay músculo que responda ni órgano que armonice con la anatomía corporal.
Ojalá todo deporte se practique bajo el techo de los árboles y cuando la naturaleza de la disciplina lo requiera, bajo techo o ambientes cerrados, ¡qué agradable sería que al escapar, sea un espacio arbolado el que acoja al atleta para devolverle tranquilidad y restablecerle el equilibrio psicosomático previamente sometido a prueba por el espíritu de la competencia!
La correcta oxigenación de la sangre, y en particular del cerebro, potencializa la inteligencia, la salud mental, la fortaleza ósea y la respuesta muscular a la exigencia competitiva.
El árbol debe ser el trofeo más codiciado del deporte.
Vía: Hoy