Cambio de perspectiva

La aparición del COVID-19 obligó a ampliar la perspectiva de los riesgos sistémicos. La buena noticia es que ha ampliado la comprensión de estos riesgos y la forma de abordarlos.

Los peligros y las perturbaciones pueden surgir del exterior y del interior del sistema. La exposición a estas circunstancias puede ser indirecta, lo que significa que los efectos pueden sentirse en lugares que no están directamente afectados por el peligro —en este caso, el COVID-19— pero que acaban perjudicados como resultado de la interacción. Por último, la vulnerabilidad de un sistema también puede convertirse en un peligro o una perturbación para otros sistemas interdependientes.

¿Qué medidas se pueden adoptar entonces para mejorar la gestión del riesgo, dado que los enfoques tradicionales son insuficientes en entornos más complejos?

Una de ellas es entender cómo están conectadas las cosas. Los efectos en cascada originados por el COVID-19 permitieron detectar la correlación que existe en muchos de esos sistemas y evaluar si éstos están funcionando según lo previsto.

Otra consiste en identificar las contrapartidas implícitas en las políticas: varias medidas impuestas por el COVID-19, como los cierres de escuelas, las solicitudes de confinamiento o las restricciones de viaje, han tenido efectos generalizados.

Esto pone de manifiesto la necesidad de valorar y evaluar las posibles contrapartidas y los efectos en cascada que conlleva la introducción de dichas medidas, ya que pueden tener repercusiones inesperadas y agravar las vulnerabilidades existentes en la sociedad.

Una tercera medida es centrarse en los procesos de recuperación del sistema sin dejar a nadie atrás. La vinculación intrínseca de los sistemas presenta una oportunidad para lograr puntos de inflexión positivos, creando efectos beneficiosos. En el contexto de la pandemia, esto se hizo realidad con la creación de puestos de trabajo que siguió a las prestaciones de asistencia financiera por parte de gobiernos, organizaciones benéficas y ONG, o los avances en la digitalización que siguieron a las medidas de confinamiento domiciliarios.

El mundo interconectado actual es un sistema en evolución, y los desastres suelen ser el resultado de fallos de ese sistema.

Este informe muestra que ha llegado el momento de desarrollar una comprensión más profunda de los riesgos sistémicos y de cómo desencadenan otros peligros y perturbaciones, muchas veces de forma impredecible.

Asimismo, revela que la gestión de estos riesgos debe estar integrada adecuadamente en la forma en que los responsables de la formulación de políticas, los planificadores y otras partes interesadas abordan la gestión de riesgos, con el objetivo de crear comunidades y sociedades más resistentes, equitativas y prósperas en todo el mundo.