En Bayahibe es normal que usted se encuentre un pescador ofertándole una tortuga marina acabada de capturar o sentarse en un restaurante y deleitarse observando una pieza taina colocada como atracción en un lugar visible, mientras espera su plato de langostas frescas o de lambí acabado de pescar en las costas del Parque Nacional del Este.
Aunque cualquiera se resiste a creerlo, todas las casetas de guardaparques fueron destruidas por el Huracán Georges y esta es la hora que todavía no se ha reconstruido ni siquiera la que sirve de puerta de entrada a los turistas que se acercan al parque nacional por el Sector Guaraguao y que dicho sea de paso, fue la que menos sufrió los embates de los vientos huracanados.
Esta situación tan crítica podría ser comprensible si la Dirección Nacional de Parques no tuviera los recursos suficientes para encararla; pero sucede que el Parque Nacional del Este es el área protegida que recibe el mayor número de visitantes y la que más recursos genera, entre las que componen el »sistema nacional de áreas silvestres protegidas».
Cálculos conservadores indican que por concepto de entrada al Parque y muy especialmente para visitar la isla Saona, la Dirección de Parques está recibiendo mensualmente cerca de medio millón de pesos, suma que está llamada a incrementarse en lo adelante con la subida de las entradas de RD$15.00 a RD$30.00 por cada visitante.
Es decir, no se puede alegar en ningún momento la falta de recursos para encarar la problemática que hemos planteado, antes por el contrario, esta »unidad de conservación» debería ser un modelo para las otras del sistema, en cuanto al equipamiento, preparación del personal y las infraestructuras necesarias para los servicios y facilidades que debe recibir el visitante que ha pagado para disfrutar de los recursos que allí se resguardan.
El Manantial de la Aleta
Cuatro plazas ceremoniales, 14,000 fragmentos de vasijas, cientos de piezas completas, algunas intactas como si el tiempo no hubiese pasado, restos de fauna marina utilizada en las ceremonias especiales y otros objetos de incalculable valor histórico y cultural, es hasta ahora el resultado de los hallazgos indígenas del Manantial de la Aleta, ubicado en el centro-sur del Parque Nacional del Este.
Los descubrimientos realizados en este lugar han despertado tanto interés que la Universidad de Indiana ha enviado sus mejores especialistas y parte de sus estudiantes en el campo de la arqueología, quienes se han hecho acompañar de personalidades y expertos en publicidad e investigaciones científicas para conocer de cerca esta invaluable reserva de la cultura taina.
Durante el año 97 estuvieron en La Aleta los investigadores John Foster, Charlie Beeker y Geoff Conrad encabezando las expediciones científicas en las cuales participaron además Bill Belleville del Discovery Internet; Bill Kurtsinger, fotógrafo profesional; William Jones, hidrólogo laboratorista y los camarógrafos Carl Kock y Dustin Tell, así como una docena de estudiantes.
El equipo de investigadores dominicanos estuvo integrado por profesionales de renombre y distinguidos académicos encabezados por Abelardo Jiménez Lambertus, Elpidio Ortega, Renato Rímoli, Marcio Veloz Maggiolo y Gabriel Atiles; quienes no solamente dominan sus respectivos campos científicos, sino el marco histórico y los aspectos geográficos o territoriales que han condicionado la serie de eventos que dieron como resultado el patrimonio cultural que ahora ocupa la atención de la Sociedad Dominicana y el mundo de la arqueología amerindia.
Parque Arqueológico
El valor de este sitio histórico, de hecho, hace del Manantial de La Aleta un »Monumento Arqueológico Nacional», cuyos componentes de mayor relevancia son: un manantial de agua potable, las plazas ceremoniales, las ruinas de un antiguo poblado precolombino, los caminos con más de 700 años de existencia y el posible cementerio donde los investigadores recuperaron un cráneo indígena perteneciente a una mujer joven. El arte, la arquitectura y los conocimientos se combinaron para el diseño y la disposición que hoy se aprecia en la construcción de las plazas ceremoniales, la orientación de los caminos y la geometría de las edificaciones; elementos indicadores del avance cultural y los amplios conocimientos que alcanzó la civilización taína.
Los hallazgos brindan suficientes evidencias de que el asentamiento indígena de La Aleta discurrió entre el año 1000 y la llegada de los colonizadores europeos 500 años después. En nuestro trabajo anterior sobre las islas Saona, Catalina y Catalinita le relataba a los lectores del Listín Diario parte de las huellas y leyendas dejadas en el territorio del Parque Nacional del Este.
Para el distinguido arqueólogo Elpidio Ortega: »la ocupación de La Aleta parece ser que era de carácter temporal, limitada al período de fiestas, ceremonias y juegos. Esta hipótesis está avalada por el hecho de que en las excavaciones no encontramos los artefactos y utensilios necesarios en el desenvolvimiento de las actividades diarias de un grupo humano»; y agrega: »La Aleta fue uno de los principales sitios indígenas de la parte Este de la isla, en los últimos años que antecedieron a la conquista, donde se estaba desarrollando un sistema cacical, con importantes actividades, productivas, religiosas y sociales».
El antropólogo y escritor Marcio Veloz Maggiolo dice que »El hallazgo de La Aleta es uno de los más importantes encontrados hasta ahora, pero es penoso que desaparezca sin que se concluyan las exploraciones» y para resaltar aún más la calidad de los trabajos que el mismo ha protagonizado junto a sus colegas agrega: »hay que seguir escribiendo la historia de los tainos, nunca terminamos de hacerlo, todavía está en construcción y nuestro objetivo es clarificar. Con los nuevos descubrimientos se enriquece y se hace más completa». Maggiolo propone y nosotros lo secundamos, que La Aleta se convierta y se habilite como un »parque arqueológico», como se ha hecho en otros países (en Ponce – Puerto Rico, por ejemplo, como hemos podido constatar) donde se han consolidado y restaurado tales lugares, una vez concluidos los trabajos explorativos.
Saqueo de un Tesoro
Pero actualmente este inmenso patrimonio indígena se encuentra más amenazado que nunca y no somos nosotros los primeros en percatarnos de ello, pues el año pasado el distinguido académico y antropólogo Dato Pagán Perdomo, Director del »Museo del Hombre Dominicano», solicitó al Patronato Rector del Parque Nacional del Este, su colaboración en la vigilancia del Manantial de La Aleta, de manera que se pueda enfrentar de manera efectiva y directa lo que él denominó »Saqueo del área del manantial».
Lamentablemente ya para ese entonces se le había quitado al patronato la administración y el cuido del parque y sus valores, misión que reclamaba la Dirección Nacional de Parques, la cual se ha limitado a la colecta de los recursos económicos generados por los visitantes y paradójicamente, desentendiéndose del cuido del Manantial de La Aleta, el cual permanece sin vigilancia y en el más completo abandono.
Realmente es una pena que esto esté ocurriendo por la desidia de la institución que tiene precisamente la misión de salvaguardar el patrimonio indígena y la herencia cultural que existe en el »sistema nacional de áreas silvestres protegidas», como reza el primer artículo de la Ley 67 del 08 de noviembre de 1974 que crea la Dirección nacional de Parques.
De alguna manera, la historia siempre cobra la indolencia y la irresponsabilidad de quienes se les encomienda una misión tan sagrada y hacen caso omiso de sus deberes.
Nuestra Propuesta
El Parque Nacional del Este es, ante todo, una reliquia ecológica con una extraordinaria biodiversidad terrestre que solamente puede ser superada por las riquezas biológicas que atesoran sus costas, tal y como salió a relucir en un estudio valiosísimo, posiblemente el más completo de cuantos se han realizado hasta el presente dentro de su demarcación y que llevó el nombre de »Evaluación Ecológica Integral», publicada en dos tomos, cada una sobre los dos tipos de ambientes imperantes: »Recursos Terrestres» y »Recursos Marinos».
Pero de ello hablaremos con futuras entregas, pues el valor de estos trabajos y el respeto que inspira la riqueza que atesora este pedazo de naturaleza patria, exige que se le valore en su justa dimensión y parecería una inconsecuencia que hiciéramos un esbozo incompleto por la falta de espacio. Prometemos volver sobre ello más temprano que tarde.
Por lo pronto nos aventuramos a realizar una propuesta con la mejor de las intenciones para que las instancias oficiales, incluyendo la Dirección Nacional de Parques, la valoren y la encaminen si lo estiman pertinente:
Fuera de todo apasionamiento, el Patronato Rector del Parque Nacional del Este hizo una labor encomiable en favor de esta »unidad de conservación» y aún sus críticos más agudos, entre los cuales yo me ubicaba, han tenido que reconocer los aciertos que tuvo en la conducción de los estudios e investigaciones que hemos reseñado en esta entrega, amén del éxito alcanzado en el sistema de vigilancia y protección implementado.
En tal sentido y aunque por falta de recursos económicos y la falta de logística está inactivo, el patronato sigue vigente y con la capacidad gerencial o de gestión que tantos beneficios le reportó al país, À por qué el Estado Dominicano no especializa un fondo de los mismos recursos que genera el Parque Nacional del Este, para que esta entidad colegiada continúe los estudios e investigaciones que quedaron truncos al relevárseles estas responsabilidades? Basta con darle una miradita a lo que está pasando con el Manantial de La Aleta y el estado de calamidad pública en que se encuentra actualmente el personal de campo y el abandono de las instalaciones físicas de un área protegida autosuficiente y con potencial para convertirse en un modelo para el país y la región del Caribe, para ponderar esta propuesta.
Alguien le toca ahora levantar la bandera.
Por Eleuterio Martínez
Publicado originalmente en el Listín Diario..