Las actividades humanas, entre ellas la liberación de gases contaminantes y productos químicos al aire, deterioran la capa de ozono, la frágil zona de la estratosfera que influye en el mantenimiento del balance térmico global del planeta.
Como esta capa de gas protege a la Tierra de los rayos solares nocivos, su debilitamiento también influye en la salud de los seres vivos que la habitan.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta, por ejemplo, que desde hace varios decenios “se reconoce que la emisión de clorofluorocarbono y otros contaminantes atmosféricos agotan el ozono estratosférico, lo que, a su vez, aumenta la exposición humana a la radiación ultravioleta y causa cáncer de piel y cataratas”.
No es casualidad que, este año, el tema elegido para conmemorar el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono lleve el título de “Una atmósfera saludable es el futuro que queremos”.
Este 16 de septiembre, la fecha conmemora el 26 aniversario de la firma del Protocolo de Montreal, ocurrido en 1987 y cuyo objetivo es, precisamente, reducir la emisión de contaminantes que debilitan la capa de ozono.
De hecho, la OMS señala que el reconocimiento de los efectos directos en la salud humana fue un estímulo muy importante para llegar a este protocolo.
Impacto
¿De qué forma afecta a su cuerpo el deterioro de la capa de ozono?
Según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), “una mayor exposición de la superficie de la Tierra a las radiaciones UV-B debido al agotamiento del ozono podría alterar el ciclo de los gases con efecto de invernadero, como el dióxido de carbono, de un modo que podría acentuar el calentamiento mundial”. Y las radiaciones ultravioletas, se sabe, tienen efectos negativos sobre la piel humana.
((Mensaje De Naciones Unidas
En su mensaje, con ocasión de este día, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dice que el éxito del Protocolo de Montreal Relativo a las Sustancias que Agotan la Capa de Ozono “constituye una luz de esperanza, pues da protección a la capa de ozono, contribuye a la mitigación del cambio climático y nos recuerda que, ante los peligros que amenazan nuestra existencia, las naciones del mundo son capaces de cooperar por el bien común”. También felicitó a los gobiernos que han hecho de esto un ejemplo de cooperación internacional.
Radiación: un peligro para la salud
La Organización Mundial de la Salud advierte que, pese a la eficacia del Acuerdo del Montreal para reducir los riesgos a largo plazo del agotamiento de la capa de ozono, las radiaciones ultravioletas siguen siendo un peligro para la salud.
Según la OMS, en cantidades pequeñas las radiaciones ultravioleta son beneficiosas para la salud y desempeñan una función esencial en la producción de vitamina D.
“Sin embargo, la exposición excesiva a ellas se relaciona con diferentes tipos de cáncer cutáneo, quemaduras de sol, envejecimiento acelerado de la piel, cataratas y otras enfermedades oculares. También se ha comprobado que estas radiaciones aminoran la eficacia del sistema inmunitario”.
Estas radiaciones también producen efectos crónicos en los ojos que se presentan como cataratas (enfermedad en la que el cristalino se va opacando poco a poco, lo que va disminuyendo la visión y acaba causando ceguera), terigión (carnosidad blanca o de color crema que aparece en la superficie ocular) y carcinoma epidermoide de la córnea o de la conjuntiva (tumor raro de la superficie ocular).
Radiación UV-B
De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), uno de los efectos más evidentes de la radiación UV-B es la quemadura del sol, conocida bajo la denominación técnica de eritema.
“Las personas de piel oscura están protegidas de la mayoría de estos efectos por el pigmento de sus células cutáneas. Los rayos UV-B también pueden dañar el material genético de dichas células y causar cáncer”.
Para las personas de piel clara, agrega la división del organismo internacional dedicado al medio ambiente, la exposición a lo largo de la vida a elevados niveles de UV-B aumenta el peligro de cáncer cutáneo sin melanoma.
“Los investigadores han sugerido que este tipo de cáncer podría aumentar en 2% cada vez que disminuye en 1 por ciento el ozono estratosférico. Existen indicaciones de que una mayor exposición a las UV-B, en especial durante la infancia, puede agravar el riesgo de desarrollar cánceres cutáneos con melanoma, más peligrosos”.
El Pnuma insiste en que el agotamiento del ozono atmosférico y los cambios climáticos son efectos de las actividades humanas sobre la atmósfera mundial.
Vía: http://listin.com.do