Como parte de la labor de conservación y preservación de los recursos naturales, a fin de garantizarlos a las actuales y futuras generaciones, una de las estrategias que se implementan es la estimación del valor monetario de los servicios que ofrecen. Esa tasación permite calcular el impacto negativo que provocan las acciones antropogénicas sobre esos recursos generando su degradación, y la inversión necesaria para revertir los daños al ambiente.
Con esos propósitos fue concebida la contabilidad ambiental, que está basada en el conjunto de datos nacionales agregados que vinculan el ambiente con la economía. Entre sus tareas fundamentales está la incorporación del uso de los recursos naturales en el Sistema de Cuentas Nacionales. Ese sistema está conformado por las cuentas que los gobiernos de cada país recopilan a fin de registrar sus actividades económicas, incluidas las cuentas ambientales, las cuales proporcionan datos que resaltan tanto la contribución de los recursos naturales al bienestar económico, como los costos impuestos por su contaminación y su agotamiento.
El ingeniero Luis Mejía Terrero, catedrático universitario, investigador y consultor en el tema de Producción Más Limpia, ha advertido que en la Estrategia Nacional de Desarrollo (END) que estará implementando el país hasta el 2030, no está contemplada la degradación ambiental en las cuentas nacionales.
“La Estrategia Nacional de Desarrollo es una iniciativa de las Naciones Unidas, de cuando se planteó la Cumbre de la Tierra de 1992. República Dominicana estuvo presente. Todos los compromisos están ahí: fomentar la educación, crear una masa de científicos para contribuir con el desarrollo sostenibleÖ El país debió haberlos implementado y tenemos un retraso”, expone.
Subraya que la Estrategia de Desarrollo Sostenible planteada por Naciones Unidas dice que en las cuentas nacionales se debe evaluar la degradación ambiental, que no es más que los recursos naturales que se están perdiendo.
“En las cuentas nacionales, en el Producto Interno Bruto, tienes que incluir la degradación ambiental que hay en el país, porque es una de las formas de tomar medidas. Países como China tienen idea de la inversión que tienen que hacer para mejorar su medio ambiente, puesto que tienen cuantificada qué inversión deben hacer. Ellos saben que tienen problemas y están trabajando en esa dirección, haciendo mucha inversión en nueva tecnología, capacitando a su gente”, observa.
Y contrapone la situación de China con la dominicana: “Nosotros hemos hecho lo mínimo”.
En otros ámbitos
La invisibilidad, en términos económicos, de la degradación ambiental también está presente en las empresas, las que deben introducir en sus sistemas contables los costos ambientales. “Si ese costo no está reflejado no se pueden implementar medidas para remediarla. A veces lo ponen en gastos generales y eso es cualquier cosa, no es lo mismo que tú tengas una partida dedicada a los gastos ambientales. En el momento en que tú hagas eso y veas lo significativo que son, ahí tú comienzas a tomar medidas”, refiere Mejía Terrero.
Destaca que los países desarrollados asignan fondos para resolver sus problemas ambientales porque ello contribuye a mejorar la imagen del país ante los ojos de los inversores y mercados internacionales: “Difícilmente vamos a vender si no nos planteamos la solución de los problemas ambientales”.
Aportes no cuantificados
En el artículo titulado “El dinero manda”, publicado en la revista Conservación Mundial, se plantea que una de las razones subyacentes de la degradación ambiental es que no se han considerado los ecosistemas como componentes importantes y productivos.
Se resalta que es poco reconocida la importancia de los humedales para el tratamiento y la purificación de las aguas residuales, cómo defienden los arrecifes de coral y los manglares las costas contra las inundaciones y las tormentas, o cómo los bosques protegen las fuentes hídricas.
“Cuando se realizan inversiones, las cuentas rara vez consideran los beneficios económicos provistos por los servicios ambientales o reconocen los beneficios tangibles derivados de la conservación. De igual manera, los costos económicos y la pérdida de oportunidades resultantes de la degradación ambiental no se consideran al sopesar las alternativas de uso del suelo”, afirma Lucy Emerton, del Grupo de Gestión Medioambiental.
Y se resalta que “estudios realizados por la UICN – Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza- y sus asociados han aportado algunas estadísticas convincentes. En Laos, los bienes y servicios relacionados con la biodiversidad aportan más del 75% del PIB per cápita, el 90% del empleo, el 60% de los ingresos en divisas y un tercio de los ingresos del gobierno. Sin embargo, los indicadores económicos nacionales y las estadísticas de desarrollo rara vez reflejan estos valores más generales”.
Se hace referencia, además, a que los arrecifes de coral apoyan la biodiversidad marina más rica del mundo y también proporcionan alimentos, protección contra tormentas, empleo, recreación y otras fuentes de ingresos para más de 500 millones de personas.
“Las pérdidas económicas en que se incurriría si los arrecifes de coral dejaran de existir son enormes y ñsin embargoñ éste es precisamente el pronóstico de las proyecciones si no cambian las cosas. En las Maldivas, por ejemplo, la construcción de malecones, espigones y otras estructuras para reemplazar los beneficios que de forma gratuita brindan los arrecifes de coral costaría entre USD1,6 y 2,7 millardos. Y sería aún más costoso pagar por el daño a las ciudades, pueblos, hoteles e industrias locales que podría seguir a la degradación de los arrecifes de coral”, se estima.
Citan nuevamente a Emerton cuando advierte que “dejar de invertir en los ecosistemas como activos no es sólo falta de visión en términos económicos, sino que, en última instancia, puede minar el desarrollo rentable, equitativo y sostenible para todos”.
Finalmente, en el artículo se plantea que no todos están de acuerdo con asignar un valor monetario a la naturaleza y sus servicios: “Creen que como la actividad humana es el origen de la crisis de la biodiversidad, deberíamos solucionar el problema independientemente de si tiene sentido financiero o no; que tenemos un deber hacia las generaciones futuras. Otros creen que debemos salvar la biodiversidad, simplemente porque existe y ha existido por milenios”.
Por: Solange de la Cruz Matos Especial para Listín Diario
Vía: Listín Diario
http://cmsdata.iucn.org/downloads/uicn_revista_conservacion_mundial___el_dinero_manda.pdf