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Pilas y pesca de anguila: un problema ambiental al que hay que ponerle atención

Son las 2:00 de la mañana del 13 de enero de este 2024, en la playa El Limón, al norte de Samaná. Unas 150 personas, entre hombres y mujeres de diferentes edades, sumergen sus redes en busca de las larvas de anguila (Anguilla rostrata) entre las olas y el frío de enero.

En su cabeza llevan linternas para buscar en sus redes la codiciada presa transparente, que debe ser entregada viva a los representantes de la cooperativa, quienes esperan en una choza improvisada para pesar a los pequeños animales y pagar a cada pescador en efectivo, para venderla al propietario de la licencia de exportación, teniendo como destino final Asia.

Cientos de luces se balancean en un frenesí de pesca, parecen luciérnagas sobre las olas en la noche. Esperan buscar el sustento; cada gramo lo pagan a cien pesos. Algunos logran 3,000 y 4,000 pesos en unas seis horas, que le rompen la espalda a cualquiera. Otros se conforman con RD$ 300 o 400 pesos, para ellos vale la pena.

A lo largo de la costa norte del país y Haití se practica esta pesca nocturna, la demanda de pilas puede sobrepasar la oferta por momentos. En Nagua pueden llegar a pescar al mismo tiempo más de 500 personas tan solo en el río que desemboca frente al pueblo. Lo mismo pasa en Montecristi, Puerto Plata, Río San Juan, Cabrera y Miches, por ejemplo.

La encargada de un pequeño supermercado en El Limón dice a Diario Libre que en la temporada pasada las pilas AA llegaron a escasear en varias ocasiones. Lo mismo ha pasado en otros puntos, donde algunas veces encontrar un par de baterías desechables se hace imposible en tiendas y colmados durante los cinco meses que dura la temporada de pesca de anguila, que va del 31 de octubre al 31 de marzo.

Mal disposición de las pilas

Cerca de la choza donde pesan la anguila, en El Limón, hay dos acumulaciones de basura, entre botellas de un solo uso, restos de redes rotas y foam. Se puede observar que es frecuente que quemen la basura que se acumula.

Entre la basura y la arena sobresalen cientos de pilas gastadas. En un perímetro de cinco por cinco metros de arena se pudo contar cerca de setenta y dos pilas, nada más las que estaban en la superficie.

«Muchas veces nosotros las recogemos y las juntamos en un solo lugar», dice uno de los pescadores. Al preguntarles sobre qué hacían con ellas luego, dice que a veces se las llevan y otras veces las queman en el mismo lugar.

A otro pescador se le pregunta cuánto le dura un par de baterías alcalinas para la luz que usa en la pesca. Dice a Diario Libre que le pueden durar entre una noche y una noche y media. Cuando se agotan las baterías, aprovecha para descansar un poco, cambia las pilas y las usadas las deja sobre la arena.

El problema

El principal problema asociado con la mala disposición de las pilas alcalinas desechables es la liberación de sustancias químicas tóxicas al medio ambiente. Estas pilas suelen contener metales pesados como mercurio, litio, plomo, cadmio y zinc, que son perjudiciales para la salud humana y el ecosistema cuando se filtran en el suelo o el agua.

Cuando las pilas alcalinas desechables son arrojadas incorrectamente a vertederos o incineradas, existe el riesgo de que los metales tóxicos se liberen y contaminen el entorno circundante. Estos metales pueden penetrar en el suelo, afectar la calidad del agua y, eventualmente, ingresar a la cadena alimentaria, causando daños a la vida silvestre y representando riesgos para la salud humana.

De acuerdo a la Facultad de Ingeniería de la UBA de Argentina, se estima que el 1 % de las pilas y baterías que están en un relleno sanitario contribuyen al 88 % de los metales pesados encontrados en los líquidos residuales.

Según ECOLEC, una entidad española especializada en servicios medioambientales relacionados con la responsabilidad ampliada del productor en diversos flujos de residuos, con el tiempo, las pilas pierden su envoltura protectora, liberando así los metales y componentes que albergan.

Esto conlleva a la contaminación de las aguas subterráneas del suelo y, consecuentemente, a su ingreso en la cadena alimentaria natural que sustenta al ser humano. Se estima que una pila alcalina puede contaminar aproximadamente 167,000 litros, mientras que una pila de zinc puede afectar alrededor de 12,000 litros y una pila de carbón hasta 3,000 litros.

A menos de tres meses que termine la temporada de pesca de la anguila en República Dominicana, la incorrecta disposición de las pilas usadas en toda la costa norte es un problema importante, que debería tomarse en cuenta en un estudio de impacto ambiental de esta pesquería, que a la fecha no se ha terminado de hacer.

Diario Libre