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A partir de ahora la Tierra vive “de prestado”

GINEBRA. En 1969 el mundo consumía al mismo ritmo que la tierra producía, una situación que año a año fue degradándose a causa de la sobreexplotación de la tierra y el mar y que ha provocado que en 2017 la capacidad que tiene el planeta de regenerarse de forma sostenible se acabe este miércoles.

Esto quiere decir que desde ayer hasta el 31 de diciembre consumiremos más allá de lo que la tierra puede crear naturalmente, forzándola y llevándola más cerca de su destrucción.

Es la alerta que ha lanzado la ONG medioambiental Global Footprint Network que cada año mide como el “presupuesto ecológico anual” de la Tierra se agota antes y determina el “Día de la sobrecapacidad del planeta”, una jornada que cae en 2017 en el 2 de agosto, antes que cualquier otro jamás registrado.

Esta jornada se calcula comparando el consumo total anual de la humanidad (huella ecológica) con la capacidad de la Tierra de regenerar en un año los recursos naturales renovables (biocapacidad).

En 1969, el planeta vivía en armonía con el uso que las personas hacíamos de él.

En 2007, cuando los científicos comenzaron a medir la huella ecológica de los humanos sobre la Tierra, la fecha en que los recursos comenzaban a consumirse “de prestado” había retrocedido hasta el 19 de diciembre, es decir durante 12 días consumíamos más de lo que el planeta podía dar.

Hasta que hoy en día son cinco meses. Ciento cincuenta jornadas en las que consumiremos más de lo que la Tierra puede producir para regenerarse en consonancia con su capacidad natural y, por lo tanto, de manera sostenible.

Al sobreexplotar el planeta, provocamos deforestación, sequía, escasez de agua, erosión del suelo, pérdida de biodiversidad e incremento del dióxido de carbono en la atmósfera.

¿Cómo sucede esto? Porque los humanos pescamos más de lo que deberíamos, cultivamos más de lo necesario, talamos demasiados bosques y emitimos más dióxido de carbono del que los árboles disponibles pueden absorber, advierte la organización.

De hecho, las emisiones de carbono representan el 60 por ciento de la huella ecológica de la humanidad.

Si las emisiones se cortaran por la mitad, el “Día de la sobrecapacidad de la Tierra” se atrasaría 89 jornadas, es decir casi hasta noviembre.

Otra opción sería reducir a la mitad el despilfarro de comida, lo que provocaría, según la ONG, que el “Día de la sobrecapacidad de la Tierra” se retrasaría 11 jornadas, y si tuviéramos una dieta menos proteica, el “Día” se postergaría 31 jornadas.

Un tercio de la comida producida en el mundo para consumo humano -1.300 millones de toneladas anuales- se malgasta, cuando representa un 9 por ciento de la huella ecológica mundial.

Otros ámbitos que determinan la huella ecológica son la manera en que construimos y gestionamos nuestras ciudades -transporte público, uso de sistemas de calefacción o aire acondicionado- y la cantidad de población.

Si una de cada dos familias tuviera un hijo menos de los que tiene actualmente, en 2050 habría mil millones de personas menos de las que se esperan, lo que retrasaría el “Día” 30 jornadas.

Como todas estas acciones no ocurrirán a corto plazo, por ahora seguimos consumiendo lo equivalente a la producción de 1,7 planetas, de acuerdo con la ONG.

Global Footprint Network también ha calculado la huella ecológica de algunos países desarrollados para identificar su impacto, entre ellos Australia, que consume 5,2 veces más que la capacidad de regenerarse de su territorio; EEUU (5 veces); Suiza (3,1); España (2,4); China (2,1); o Brasil (1,8).

Según la ONG, si lográsemos posponer anualmente 4,5 días la fecha de “sobrecapacidad de la Tierra”, podríamos poder vivir y consumir de forma sostenible en 2050.

Agencia EFE