Han pasado 31 años de la celebración de la Conferencia Mundial de Estado, reunida en Nairobi, Kenia, en 1982, donde fueron analizados y tratados importantes problemas que estaban afectando el medio ambiente, hasta entonces ignorados por los estamentos económicos, políticos y sociales del mundo.
En esta importante reunión organizada por las Naciones Unidas, luego de 2 semanas de intensos trabajos, consultas y cabildeos, fue evacuada una Declaración Final donde aparecen temas responsables de la degradación medioambiental, los recursos naturales y la calidad de vida de alrededor de 6 mil millones de habitantes, que para esa época habitaban el planeta, dentro de los cuales se citaban, la deforestación, la erosión de los suelos y la contaminación del agua, la desertificación, la destrucción de la capa de ozono, la concentración de gas carbónico, las lluvias ácidas y la extinción de especies animales y vegetales.
Diez años después, la ONU en 1992 organizó la Conferencia Mundial sobre el Medio Ambiente y Desarrollo, la cual fue celebrada en Río de Janeiro del 5 al 14 de junio, en la cual se ratificaron muchos de los temas de la Declaración Final y Principios de la reunión de Nairobi. En esa conferencia de Río de Janeiro fueron aprobados temas importantes como la Convención de la Diversidad Biológica, la Convención del Cambio Climático, el Protocolo del Bosque y la Agenda 21.
Una de las críticas que generalmente se le hacen a esos eventos internacionales, es que después de grandes gastos económicos, tiempo invertido en su organización y horas de trabajo y discusiones, los mandatos de estas declaraciones finales generalmente no se cumplen o no se llevan a cabo. Ejemplo de esto último son las Convenciones y Acuerdos de la Cumbre de Río de Janeiro, considerada el más grande y numeroso evento, donde asistieron alrededor de 20,000 personas, 120 Jefes de Estado y altos funcionarios, además de numerosas comisiones de ambientalistas, científicos, académicos, economistas, políticos, ONGs y grupos minoritarios e importantes funcionarios de los gobiernos de Europa, Asia, Australia, América y África.
La celebración del Día Mundial del Medio Ambiente, este último 5 de junio, como todos los años, constituye motivo de preocupación en la generalidad de los sectores económicos, políticos, sociales, culturales y ecológicos, debido al deterioro del medio ambiente y destrucción de los recursos naturales, situación que se hace evidente en una disminución importante de la cobertura vegetal como consecuencia del avance de las fronteras urbanas y agropecuarias en zonas como la Amazonía, los bosques de China, India, Bangladesh, Yemen, América Latina y el Continente Africano convertido hoy en una gran sabana donde pastan diferentes especies de animales.
De acuerdo con la investigación realizada por la FAO, entidades de investigación, instituciones académicas y empresas del sector privado, durante los últimos 10 años el índice de degradación de los suelos ha tomado una situación alarmante debido a las sequías, las lluvias intensas que provoca el cambio climático y los procesos erosivos catalizados por la intervención antrópica. Por otra parte, este mismo fenómeno climático ha propiciado un aumento considerable de la desertificación que en muchos países ha ocupado más del 30% de sus territorios, en especial zonas de países tropicales y subtropicales como República Dominicana, Haití y otros países del Africa Central y Austral.
Un tema de interés mundial es la cuestión del agua, ya que de acuerdo con investigaciones realizadas por el Panel Intercontinental para el Cambio Climático (IPCC), las reservas de agua se han reducido en más de un 30% en los últimos años, situación de incertidumbre a la que hay que agregar el proceso de contaminación que están sufriendo los ríos por aguas servidas, los agroquímicos, los biocombustibles y otros agentes contaminantes. Esta situación está haciendo precaria la oferta del preciado líquido a una población mundial que crece vertiginosamente.
La pérdida de la Diversidad Biológica se ha constituido en un agente de alteración del hábitat y el proceso de conversión, fraccionamiento y simplificación del uso de la tierra. Tal es el caso de áreas naturales que se convierten en granjas, zonas residenciales, centros comerciales e i ndustriales, la explotación del bosque constituye un factor que acelera el proceso de desaparición de especies vegetales y animales conjuntamente con su patrimonio genético, situación muy preocupante denunciada de manera impactante por el propio Secretario Ejecutivo de la Convención para la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas cuando afirma que “La Diversidad Biológica está disminuyendo a un ritmo sorprendente y ello a su vez, menoscaba la capacidad del planeta para albergar la vida”.