Una de las grandes dificultades que han confrontado las brigadas para controlar y extinguir el incendio de Valle Nuevo, todavía activo, es la del acceso rápido a las zonas afectadas y, como factor principal, la falta de equipos especializados para combatir estas contingencias.
El que visita los parques nacionales de otros países muy celosos en el cuidado de sus recursos forestales observa la impresionante red de vías asfaltadas que los atraviesan y las instalaciones para que los ciudadanos, pero más que nada los turistas, puedan disfrutar de sus bellezas naturales y, del mismo modo, apreciar a cierta distancia osos y otras especies de fauna en vida salvaje.
Esto puede comprobarse caminando por las zonas de montañas de Aspen, Denver o Vail, en Colorado; en Costa Rica; en el gran cañón de Arizona; en Canadá; en los Andes sudamericanos; en los Alpes de Suiza y en las elevaciones austriacas de Innsbruck, donde más que deterioro lo que se evidencia en ellas es atención y preservación.
Aquí, en cambio, cuando se habla de hacer vías que penetren a los parques, se levanta una ola de rechazo bajo el argumento de que las mismas pueden constituir una “agresión” a la naturaleza o ser factores de contaminación y degradación.
Pero cuando el bosque se incendia, tal cual es el caso de las áreas devoradas por el fuego en la reserva científica de Valle Nuevo, ninguno de los clásicos “defensores del medio ambiente” deja lo que está haciendo para arrimar sus energías al esfuerzo de extinguir incendios. Esa es una labor que, de manera titánica, asumen las Fuerzas Armadas o los auténticos grupos de voluntarios y los campesinos montañeses.
Esta experiencia de Valle Nuevo nos deja muchas lecciones que tenemos que aprender si, de verdad, queremos proteger los bosques dominicanos preservándolos como un regalo de la naturaleza para su mejor disfrute y deleite.
Vía: http://www.listin.com.do/