GINEBRA. as micropartículas de plástico que se desprenden de productos industriales como ropa sintética y neumáticos representan hasta el 30 por ciento de las “sopas” de basura que contaminan los océanos del planeta, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Un nuevo estudio de la entidad, dedicada a la defensa del medio ambiente y de las especies, afirma que en muchos países desarrollados las micropartículas de plástico son fuentes de contaminación marina incluso mayores que los propios desechos plásticos en sí.
Se calcula que de los 9,5 millones de toneladas de plástico que se arrojan cada año a los océanos, entre el 15 y el 31 por ciento son microplásticos, de los que dos terceras partes provienen del lavado de textiles sintéticos y del proceso de abrasión de los neumáticos durante su utilización.
Los microelementos contaminantes entran en el océano bajo la forma de diminutas partículas -mientras que los plásticos más grandes se degradan en el agua- y pueden provenir de múltiples fuentes, como textiles sintéticos, el revestimiento de las paredes de los barcos, productos de cuidado personal e incluso el polvo de las ciudades.
“Nuestras actividades diarias, como lavar ropa o conducir, contribuyen significativamente a la contaminación y al estrangulamiento de nuestros océanos, con potenciales efectos desastrosos para la diversidad marina”, dijo el director de la UICN, Inger Andersen, citado en un comunicado.
Esta problemática afecta incluso a los países más ricos, donde los sistemas de reciclaje y tratamiento de desechos son modernos y diseñados con fines ecológicos, pues allí las micropartículas de plástico -más difíciles de manejar que los plásticos- son la mayor causa de contaminación del mar.
Una solución sería que la ropa sintética sea diseñada para perder menos fibra, mientras que por el lado del consumidor se podría reforzar la importancia de optar por ropa de fibra natural.
La contaminación con los micropláticos no se queda en los océanos, ya que esos se incorporan a la cadena de alimentos, con consecuencias que pueden ser muy nocivas para la salud humana.
Asimismo, perjudican ecosistemas ya muy frágiles, como el del Ártico.
Por EFE
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