Es mi amor espeso. Un oasis natural donde respiro bien. En sus brazos soy una mujer plena, una mejor persona. Me enseñó a no tirar plásticos en su cuerpo para no contaminarle el alma con desperdicio externo. Ambos nos hemos recorrido la vida. Descalza y con las mejillas sin empolvar he bordeado el contorno de su tez y sin permiso, nado en sus adentros, en la humedad de su ser.
En los primeros meses del año te comparto con la gente que te ama las sienes y recorre tu profundidad. Hasta mi padre ha bebido de tus venas acuíferas. En Santiago, Los Digitales, escalan hasta el Pico que preservas celoso. Eres reserva, eres la vida, eres mi vida y la nuestra, señor Los Haitises.
Tu sabes que aquí un escándalo sepulta otro. Te cuento que conscientemente hemos imitado el silencio que en tu casa es un valor sin precio. Susurran, pero nadie dice nada sobre la cementera que autorizó el flamante y ronco exvicepresidente, el médico hijo de Dedé y fundador del Plan Quisqueya Verde. La comisión ambiental de la UASD y la Academia de Ciencias del país han escrito que resulta paradógico que en nombre de la Ley 64-2000 sean desalojados y perseguidos campesinos ubicados en el área concesionada, por la “amenaza para los procesos ecológicos, para luego entregar los mismos a una cementera cuyos impactos serán de gran magnitud independientemente de los esfuerzos de atenuación de los empresarios proponentes”.
Me duele el silencio y la complicidad que a fuerza de bolsillo, te condena al polvillo criminal de aquella empresa. “Los Haitises constituyen un sistema de captación, almacenamiento, conservación y distribución de agua, al ser la primera barrera que ofrece nuestra accidentada geografía a los vientos alisios cargados de humedad”, es otra de las consideraciones científicas que te defienden. El periodista Agustín Vega, es hijo de campesinos de Hato Mayor. En Los Haitises, me recuerda, nacen los ríos Comate, Comatillo, Caño Hondo, Chavón, Yanigua, Higuamo. Hay que ir a Monte Plata (la provincia esmeralda) para admirar su vital y admirable belleza natural. “El agua es un patrimonio de la humanidad y cualquier acción que se ejecute en detrimento de la calidad del agua o las zonas donde se genere es un crimen. Autorizar la instalación de una empresa contaminante como una cementera en el Parque Nacional Los Haitises es un crimen”, me recuerda Agustín. Querido amor espeso, si nos callamos, sólo estarás vivo, como las Mirabal, en el jardín de mi recuerdo.
Por: Grisbel Medina
Listin Diario