En Centroamérica al menos 1.500 especies de animales se encuentran en riesgo de extinción debido al tráfico ilegal, según un estudio elaborado por universidades, centros de conservación y entidades estatales.
Pájaros, anfibios o reptiles son capturados en su hábitat natural y posteriormente vendidos como mascotas “en naciones como Estados Unidos”, según recoge el estudio “Tendencias emergentes en el tráfico ilegal de animales en Mesoamérica”.
Negocio con la vida silvestre
En la región centroamericana, los grupos criminales organizados que trafican animales “están teniendo una organización más compleja con el tiempo, de manera similar a como están los carteles de narcotráfico”, enfatizó el guatemalteco, coordinador del Área de Ecología y Conservación en el Centro de Estudios Ambientales y Biodiversidad de la Universidad del Valle, centro de estudios participante en la investigación.
Transmisión de enfermedades zoonóticas
Ariano, miembro de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de Guatemala, aseguró que “el tráfico ilegal de vida silvestre causa extinción de especies y sobre todo, en el contexto de la pandemia, incrementa el riesgo del aparición de alguna enfermedad transmisible al humano a partir de esta vida silvestre traficada“.
El investigador sostuvo que la pandemia con sus implicaciones y restricciones -como el toque de queda parcial vespertino decretado en Guatemala desde el 22 de marzo o la prohibición al tránsito interdepartamental en el mismo país- “ha tenido un efecto positivo en cuanto a hacer más difícil el tráfico de vida silvestre a nivel mundial”.
La también coautora del estudio, Alejandra Goyenechea, defensora de la vida silvestre, recordó que Mesoamérica, que va desde la región central de México hasta el norte de Costa Rica, es “una de las regiones más diversas del mundo, con riqueza en biodiversidad”, por lo que el tráfico ilegal de animales “pone en riesgo el balance del ecosistema”.
Aves, mamíferos, anfibios, especies marinas y madera
Liderado por el Imperial College de Londres, el estudio identificó 15 tendencias “emergentes de tráfico de vida silvestre” en el la zona, con especial énfasis en especies raras y recientemente descritas de anfibios y reptiles endémicas, aves y mamíferos pequeños (como guacamayas y monos capuchinos), especies marinas (como pepinos de mar) y maderas tropicales “de alto valor comercial”.
La investigación identificó el incremento en la última década, pero especialmente en el último lustro, de la “conexión y profesionalismo de los criminales dentro de la región” a través de “puntos ciegos” fronterizos, así como una mayor “accesibilidad” a las zonas naturales debido a “la deforestación y el avance de la frontera agropecuaria”.
El estudio fue publicado esta semana en el diario de conservación ambiental Oryx y contó con “un análisis sistemático” de información con el uso de “tecnología e innovación”-
El interés y la disposición de los Gobiernos por detener este flagelo existe, a criterio de Ariano, aunque este observa una marcada “carencia de recursos”, que contrasta con “personal muy comprometido con la causa”.
“Debemos repensar nuestra relación con la naturaleza, transformándola desde una visión extractivista, utilitaria y explotadora, hacia una visión más holística e integral bastada en la comprensión de que somos parte de un sistema global en el que todo está relacionado y que lo que afecte a alguna parte de este sistema, a la larga, nos afectara a nosotros, la especie humana”, concluyó el investigador.