Las islas del Caribe podrían sufrir daños irreversibles que causarían un impacto sobre la biodiversidad, la pesca, el turismo, y protección costera, si no se toman desde ahora medidas apropiadas para enfrentar los efectos del cambio climático, advierte el más reciente estudio regional del Banco Mundial, presentado hoy en Santo Domingo.
«Es altamente probable que el Caribe siga experimentando un incremento en los riesgos de desastres naturales, la incidencia de enfermedades tropicales y el emblanquecimiento de los corales, trayendo como resultado altos costos humanos y económicos», señaló Augusto de la Torre, economista jefe del Banco Mundial para la región de America Latina y el Caribe.
El informe «Desarrollo con menos carbono: respuestas latinoamericanas al desafío del cambio climático», presentado hoy en Santo Domingo por el Banco Mundial con los auspicios del Consejo Nacional para el Cambio Climático y el Mecanismo de Desarrollo Limpio, afirma que el cambio climático es inequívoco y se aprecia, entre otros efectos, en el aumento de las temperaturas en más de 1 grado centígrado y en la mayor frecuencia de climas extremos en la forma de huracanes y lluvias intensas que han experimentado especialmente América Central y el Caribe. En los países andinos, los nevados han perdido gran parte de su masa y están condenados a desaparecer en los próximos 20 años, si no se detiene la tendencia, de acuerdo al informe.
«Dada la vulnerabilidad significativa de la República Dominicana a los impactos anticipados del cambio climático y la contribución muy modesta del país a las emisiones de gases de efecto invernadero, la prioridad debería ser la adaptación al cambio climático, con énfasis en los sectores identificados como más vulnerables (agua, turismo, agricultura, energía e infraestructura), agregó Pablo Fajnzylber, economista senior del Banco Mundial y uno de los autores del estudio.
En el caso particular de la República Dominicana, según Walter Vergara, Especialista del Banco Mundial en Cambio Climático para el Caribe, el país, al igual que sus vecinos en el Caribe, está expuesto a eventos extremos del clima y a impactos inducidos por aumentos de la temperatura del mar, lo cual se traduce en un impacto en la pesca y la protección costera. También, los corales del Caribe emblanquecerán y eventualmente morirán. Un 80% de los corales del Caribe se han viso afectados recientemente por el descoloramiento, lo cual ha resultado en la muerte de algunos y todos podrían desaparecer para el año 2060.
«El país se ha visto impactado por cambios en los ciclos de precipitación y por el aumento del nivel del mar, exponiendo esto último a la infraestructura costera del país. La intensidad de los huracanes ha aumentado desde los años 70 y aparenta estar muy relacionada con aumentos en la temperatura de la superficie del mar», explicó Vergara.
Políticas para un futuro de desarrollo con menos carbono
El estudio sugiere que los países de la región adapten sus propias estrategias de crecimiento y reducción de la pobreza para minimizar los impactos negativos en la población. Esto implica adaptar los sistemas de protección social y manejo de los recursos naturales a los nuevos desafíos creados por el cambio climático. Por otro lado, es importante mejorar los mecanismos de apoyo al desarrollo con menos carbono y lograr que la generación y uso de energía sean más eficientes. El informe propone mejorar la eficiencia energética en ambos lados de la ecuación oferta y demanda de energía; reducir y focalizar los subsidios al consumo y mejorar la eficiencia en la generación, así como reducir las pérdidas durante la distribución.
En este último aspecto, sugiere el estudio, varios países, entre los que se encuentran la República Dominicana, Honduras y Ecuador, experimentan pérdidas significativas durante la distribución de energía, debido a las antiguas e ineficientes líneas de distribución y subestaciones. También registran pérdidas comerciales derivadas del hurto y falta de pago, afirma el estudio. Ésta situación puede mejorarse a través de inversiones para la optimización del sistema de distribución y por medio de un mejor manejo, medición y control. La generación conjunta es una opción para mejorar la eficiencia en la industria y en el sector energético.
Los subsidios bien focalizados son a menudo esenciales para asegurar el acceso a la energía por parte de grupos sociales de bajo ingreso o desfavorecidos. Pero los subsidios para el combustible y la electricidad mal implementados resultan en un consumo excesivo de energía y mayores emisiones de carbono. En 2005, los subsidios para el combustible representaban en promedio el 2,3% del Producto Bruto Interno (PIB) en América Latina y el Caribe.
Pérdidas económicas causadas por los cambios climáticos
Según el informe, en el Caribe, las pérdidas asociadas a los desastres naturales se multiplicarían por cuatro durante los próximos 20 años. Además las zonas costeras de México, América Central y el Caribe sufrirían impactos negativos sobre la agricultura, la infraestructura y los ecosistemas especialmente en áreas de manglares. En este sentido las islas del Caribe podrían sufrir impactos múltiples, incluyendo los asociados tales a los desastres naturales, el alza del nivel del mar, la pérdida de corales y la disminución de la productividad agrícola, y de los ingresos de la pesca y el turismo. Las pérdidas totales para el 2080 están estimadas entre 7% y 18% del PIB.
Según los autores del estudio, los desafíos inherentes a la crisis financiera mundial y al cambio climático pueden ser aprovechados por los países de América Latina y el Caribe para impulsar un modelo de desarrollo con baja intensidad de carbono, que privilegie el crecimiento, la creación de empleo y la lucha contra la pobreza.
El rol del Banco Mundial
Para responder al desafío del cambio climático, el Banco Mundial implementa una estrategia enfocada en las áreas de adaptación, mitigación (incluyendo captura de carbono), apoyo institucional, diseminación de conocimiento y asistencia técnica.
El Banco Mundial, con apoyo de los países desarrollados, constituyó recientemente un fondo de US$6 mil millones para canalizar tecnologías de baja intensidad de carbono a las economías emergentes. Dicho fondo establece un sistema compartido de toma de decisiones, con la participación igualitaria de donantes y receptores de asistencia. Varios países de la región conforman su consejo directivo.
En la República Dominicana el Banco Mundial también financia a nivel local un proyecto de recuperación de emergencia y gestión de desastres de US$80 millones y otro de rehabilitación de la red de distribución de electricidad de US$42 millones.
Los resultados del informe fueron divulgados en presencia de las más altas autoridades ambientales del país y de numerosos expertos, representantes de organismos internacionales, organizaciones no gubernamentales, universidades y del sector privado. El evento contó con la participación de Moisés Alvarez, Sub-Secretario de Estado del Consejo Nacional para el Cambio Climático y el Mecanismo de Desarrollo Limpio; Roby Senderowitsch, Representante del Banco Mundial en el país; Miguel Ceara Hatton, Director de la Oficina del Programa de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y Magdalena Lizardo; Directora de la Unidad Asesora de Análisis Económico y Social de la Secretaria de Estado de Planificación y Desarrollo (SEEPYD).
Los expertos del Banco Mundial saludaron la reciente creación del Consejo Nacional para el Cambio Climático y el Mecanismo de Desarrollo Limpio, y del Plan de Acción Nacional de Adaptación al Cambio Climático en la República Dominicana, elaborado por la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARENA) en el 2008, como signo de una renovada preocupación estatal por encontrar un equilibrio entre desarrollo económico y respeto al medio ambiente.