La minería es una de las actividades humanas que deja las huellas más profundas en la naturaleza por su carácter depredador intrínseco, donde es preciso descapotar el suelo para extraer los minerales de las mismas entrañas de la tierra, removiendo la vegetación natural, fragmentando y arruinando el hábitat natural de los grupos animales presentes y afecta las fuentes de agua de varias maneras. Transforma la topografía totalmente y modifica drásticamente todo el relieve natural; destruyendo los hermosos paisajes naturales, simplificándolos, restándoles su calidad y amenidad, y los convierten en ambientes lunares, inhóspitos para la supervivencia humana.
En el caso del proyecto minero de Loma Miranda que promueve la empresa canadiense Falcondo Xstrata Nickel, estos impactos se magnifican extraordinariamente por su sensibilidad ecológica, su ubicación en la vertiente norte de la Cordillera Central, su posición dentro del segundo Corredor Biológico más importante de la República Dominicana, con casi 500 especies botánicas con una o dos especies por género e increíblemente, con la mitad de las familias de vegetales de toda la isla La Española (98 de 201); todo se enmarca dentro de una inmensa alfombra de pinos endémicos (Pinus occidentalis) y de múltiples asociaciones ecológicas, donde se destacan el bosque mixto, bosques latifoliados (hojas anchas), bosques de galería y bosques nublados que dan lugar a una de las redes hídricas más profusas del territorio nacional; provocando además, notables cambios en el patrón de distribución de los vientos y de las lluvias.
Es tal su riqueza hídrica que sus fuentes de agua, amén de su potencial ecoturístico, educativo y recreativo, sirven de sustento para el desarrollo de la agricultura del principal centro de producción agrícola de la República Dominicana, el Valle de La Vega Real, alimentan la Presa de Rincón y abastecen de agua potable a San Francisco de Macorís, Salcedo, El Pino, Rincón, Jima, Fantino, Ranchito y decenas de comunidades a través del acueducto central Rincón – Macorís. Todo el bienestar y riquezas naturales de los pueblos del Cibao Centro-oriental, desde La Vega hasta Nagua y desde Bonao hasta Samaná, están asociadas al sistema Yuna – Camú, en cuyo centro se ubica la Loma Miranda, la cual corre el riesgo de que sus aguas sean contaminadas con sal de cromo y otros metales pesados que atentarán contra la calidad de vida y la salud humana. Con estas aguas se irrigan unas 122,000 tareas de tierra cultivadas de arroz principalmente.
Todos estos bienes, valores y servicios ambientales confluyen en un espacio natural de aproximadamente 30 kilómetros cuadrados que la Academia de Ciencias de la República Dominicana ha evaluado positivamente para que sea declarado en la categoría II (parque nacional) de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN). De esta manera se crearía el Parque Nacional Loma Miranda, con el propósito primario de conservar su enorme riqueza biológica, proteger sus múltiples fuentes acuíferas, la Presa de Rincón, la calidad de las aguas de consumo humano, el desarrollo agrícola y ecoturístico en aquellos escenarios especialmente hermosos de balnearios, saltos y cortinas de agua, así como en aquellos paisajes de belleza impresionante de los pinares y las hermosas vistas de los Valles de Bonao y La Vega Real.