Al parecer, la lluvia terminó de apagar los fuegos en el Bahoruco y la Cordillera Central. ¿Y ahora qué?
Ojalá veamos sometidos a los culpables y que haya un informe a la ciudadanía. Pero el daño está hecho.
Nunca sabremos lo que se pierde en cada incendio.
Ya sabemos la importancia del endemismo en la Sierra y la cornisa de la Cordillera Central.
¿Cómo recuperar las poblaciones de las especies en peligro crítico de las zonas afectadas? Cuando mueren individuos de una población con ellos muere su particularidad genética. Y la diversidad genética de estas especies es necesaria para mantener el equilibrio y la salud de los ecosistemas donde habitan.
Nuestro país necesita invertir en prevención y manejo de las áreas protegidas y su biodiversidad.
Del anunciado proyecto de conservación de la Flor Nacional solo hemos visto fotos y vídeos de siembra de plantitas en aeropuertos y con influencers por las redes, pero ningún estudio serio de monitoreo y localización de las poblaciones silvestres que quedan de los cactus con hojas endémicos.
Sembrando esquejes no vamos a detener la extinción de la Flor Nacional y sus especies hermanas.
Los ríos y cuencas por la deforestación, los fuegos y la extracción de agregados de manera persistente, no están mejor, en el Yuna, solo después de un año cancelaron permisos y sometieron a infractores. Pero en La Mina de Navarrete a los comunitarios se les secan los pozos y aún no se detiene la extracción. Sin embargo, la presa de Boca de los Ríos sigue viento en popa y la de Las Placetas, aunque las comunidades rechazan ambos proyectos, porque no resuelven problemas sino que los crean.
En Medio Ambiente es urgente superar la política del bulto, allante y movimiento.