El tema de las granceras es más que viejo en los medios de comunicación. Un día está en primera plana, con opiniones a favor o en contra… luego, como por arte de magia, se archiva en el baúl del olvido hasta que llegue otro escándalo que lo impulse a la luz pública.
Sin embargo, lo que no desaparece es el daño reiterado que sufren nuestros suelos y ríos por la extracción indiscriminada de materiales.
Estamos creando un mundo de edificaciones y nos empeñamos en pensar que nuestros recursos naturales no se agotarán, aunque trabajemos con ahínco en su destrucción.
La determinación de muchos es lo que ha convertido a San Cristóbal en un centro de excavación de arena y piedra.
El tema del momento es la cementera en Los Haitises… No deja de ser importante, pero la agresión que está sufriendo San Cristóbal no debe archivarse… y si seguimos defendiendo los empleos que estas generan y las ganancias que proporcionan a quienes las crean y a los que, dizque amparados en la ley, las permiten, en unos años de diferencia la humanidad reflejada en la película “Matrix” nos quedará chiquita.
Con Los Haitises es una posibilidad, en San Cristóbal y otras provincias ya es una realidad. Con mis propios ojos vi como a menos de dos kilómetros de las Cuevas del Pomier, una reserva antropológica declarada como Monumento Nacional por medio de la Ley 492, existe una grancera que se ha anotado la destrucción de casi una montaña. Allí está ella, imponente con sus maquinarias, cuadro que se ha multiplicado en todo San Cristóbal. La pregunta es: ¿Seguiremos permitiendo que se destruya la naturaleza que es fuente de vida?
Por: Lady Reyes
El Dia