Científicos del Georgia Institute of Technology investigaron y entendieron el proceso mediante el cual una colonia de hormigas de fuego puede sobrevivir a una inundación formando complejas estructuras insumergibles.
Ciertamente, las hormigas de fuego no tienen muy buena prensa en esta época y suena raro escribir un artículo elogiándolas. En su defensa puedo decir que, al igual que muchas especies consideradas problemáticas, en realidad se han ganado esa fama gracias a que la negligencia del hombre las introdujo en regiones en donde pueden crecer y dañar el ecosistema sin un freno natural.
En la jungla del Amazonas hay días que llueve mucho y días que llueve poco. Pero de llover, llueve y mucho, llegando incluso a 6.000 mm anuales en algunas zonas. En los días que llueve mucho suelen formarse torrentes y tranques temporales, sobre todo en zonas en donde el tipo de suelo tiene baja permeabilidad.
Cuando eso ocurre, los científicos han observado que las hormigas de fuego instintivamente se agrupan formando balsas con sus cuerpos, firmemente ajustados por la fuerza de sus mandíbulas, formando “tortillas” que pueden agrupar cientos de miles de individuos, equivalentes al total de la colonia.
Este conocimiento no es nuevo. Hay testimonios muy antiguos de balsas de hormigas flotando rio abajo. Sin embargo, la información fresca viene de un grupo de científicos del Georgia Institute of Technology. En la investigación, que se publicará esta semana en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), los científicos dirigidos por David Hu, probaron con una “mini-colonia” de 12.000 hormigas “de fuego” (Solenopsis invicta), para ver cómo lo hacían para sobrevivir.
Ellos determinaron un curioso fenómeno mediante el cual la construcción de hormigas logra atrapar aire en sus espacios intersticiales, con lo cual consiguen no solamente flotar sino permitir la respiración de los insectos que quedan sumergidos. El grupo es capaz de reconfigurarse ante golpes y choques, vuelve a salir a flote cuando es temporalmente hundido, y puede adoptar formas más extendidas para maximizar su estabilidad. Un poco por instinto, un poco arrastradas por el grupo, las hormigas logran mantenerse unidas y empezar la construcción de un nuevo hormiguero cuando alcancen una zona seca.
Evidentemente cada hormiga no tiene exactamente claro por qué hace lo que hace ni qué posición le toca. Según el análisis del comportamiento global de la colonia de hormigas, en realidad hay un efecto social/coercitivo mediante el cual el avance en dirección radial empuja algunas hormigas hacia la base y otras hacia el borde. Si intentáramos hacer lo mismo con un grupo de humanos, probablemente todos lucharían por estar arriba y al centro, ahogándose unos a otros en medio de la lucha. Así somos.
Via: Veo Verde