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miércoles , noviembre 13 2024
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Las culebras de Cotuí que ahuyentan las ratas del arroz

Boa de la Hispaniola de metro y medio.

COTUÍ. Además de utilizar los convencionales venenos para ratas con la finalidad de proteger su producción de arroz de estos roedores, el hacendado Herman Despradel se apoya en Boas de la Hispaniola que habitan en un monte de unas 200 tareas próximo al área de procesamiento de su factoría.

Desde hace cuatro décadas hospeda estos reptiles depredadores en su propiedad y asegura que por este y otros métodos, la rata gris -especie amenazadora- no es un problema para la cosecha que deposita en almacén, ya que fungen como control biológico de plagas.

Ha ido introduciendo las culebras por su cuenta o las compra por RD$300, RD$500 o RD$600 a la gente que, sabiendo de su interés por estos animales, las traen a su negocio, la Procesadora de Arroz Yuna, una de las más antiguas del municipio. Hace unos dos meses soltó la última en llegar a la factoría.

Todo empezó cuando en 1974 una persona le trajo a Despradel una Boa de la Hispaniola muerta, de unos tres metros de largo. El hacendado la envió a San Francisco de Macorís donde prepararon la piel que posteriormente colgó en la pared y aún conserva en su casa.

«Mi mamá viene y ve eso y me dice: No, es todo lo contrario, que no te traigan más, que te las traigan vivas, y protégelas porque quedan muy pocas», recuerda. Junto a su esposa hizo estanques en el monte para acondicionar el hábitat de las culebras de las que no puede precisar cuántas ya hay.

boa-piel-disecada

«Ponemos venenos para ratón, claro, porque esto es una industria, tenemos como cuatro o cinco gatos que viven en la parte de atrás de la empresa, y nosotros no tenemos casi ratones en esta zona», dice Despradel, de 64 años de edad.

En la productora tiene 77 empleados, y asegura que solo dos le temen a las culebras, que en ocasiones se acercan a las oficinas. «Había como ocho chiquitas (hace más de un mes) metiéndose debajo de los tarros», indica.

Un empleado de la factoría observa una boa encontrada en el monte.
Un empleado de la factoría observa una boa encontrada en el monte.

Pero no es que se vean todos los días. El personal puede pasar un tiempo para toparse con una, ya que se adentran en su hábitat.

Tras más de un mes sin avistarlas, la mañana del pasado miércoles, unos empleados de la procesadora hacían labores de chapeo luego de un periodo de lluvia. Para su sorpresa, algo se movía cerca de ellos. Era una boa de metro y medio.

«Son unos ‘pájaros’ que no son dañinos, a la vez limpian la finca, el área de los ratones y muchas áreas están limpias», dice Manolo Rosario, un trabajador de la factoría.

¿Cómo ayudan las boas?

La Boa de la Hispaniola no es venenosa.

Los roedores dañan severamente el cultivo desde el estado de ensanchamiento de la vaina hasta la madurez. Además, son transmisores de enfermedades; la orina de la rata, por ejemplo, es responsable del contagio de leptospirosis, una enfermedad que puede provocar insuficiencia renal, hemorragias, dolores musculares y la muerte.

La Boa de la Hispaniola (Epicrates striatus striatus) es una especie amenazada que sirve como control natural de estos animales dañinos a la agricultura. Es también conocida como culebra jabá y no es venenosa. Su tamaño promedio es entre dos y dos metros y medio de longitud, pero puede llegar a medir casi cuatro metros. Es la serpiente más grande que habita la isla.

Es nocturna, en el día está oculta o durmiendo en cuevas o huecos. A su presa, la muerde rápidamente y se enrosca alrededor de ella para evitar que respire, causándole la muerte por constricción para luego engullirla.

Es la serpiente más grande de las Antillas Occidentales, endémica de Bahamas y las islas Bimini y la Hispaniola.

El también productor de arroz José Mauricio Medina no ha podido copiar el uso de las culebras en la factoría Agroproductores de Arroz de la Provincia Sánchez Ramírez. Reconoce que no cuenta con un área propicia próxima a la propiedad para replicar la práctica. Esto, explica, es uno de los requisitos para el aprovechamiento de los reptiles, ya que no pueden usarse en las fincas de arroz en sí por el tipo de hábitat y porque la gente las mata.

Un animal que también está presente en los arrozales es la garza blanca, que complementa su dieta con pequeños mamíferos, crustáceos, moluscos, insectos y lombrices. Sin embargo, Despradel explica que se han reducido y una de las causas las atribuye a que inmigrantes haitianos que trabajan en el sector, las toman como alimento.

Mauricio Medina, quien además es presidente de la Federación Nacional de Productores de Arroz (Fenarroz), destaca que las lechuzas igualmente son depredadores naturales de las ratas y están desapareciendo. El hacendado informa que se han planteado hacer pequeñas granjas de estas aves para soltarlas en épocas del año.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha apoyado proyectos en el exterior para expandir el uso de lechuzas en el control de roedores.

«El ser humano ha desbalanceado el organigrama de la naturaleza. Nosotros vamos a asumir las consecuencias de eso», se lamenta Despradel, quien fue diputado entre 1986-1990. «Nos creemos que somos una especie inteligente, y los miles de años que tiene la naturaleza organizando su organigrama de la cadena alimenticia nosotros lo hemos destruido».

Estanque habilitado por Despradel y su esposa para el hábitat de las culebras.
Estanque habilitado por Despradel y su esposa para el hábitat de las culebras.

¿Qué opinan las autoridades?

El Ministerio de Agricultura tiene un Proyecto de Control Permanente de Ratas para reducir al mínimo los daños causados en zonas arroceras, especialmente para las regiones Cibao, Suroeste y Sureste.

La cartera informa a DL que para este año se prepara la aplicación de cinco millones de carnadas contra las ratas «con pesticida de primera generación». La aplicación se haría antes de la siembra y después de la cosecha.

Sin embargo, para hacer un programa de fomento especial de culebras, se tendría que coordinar con el Ministerio de Medio Ambiente. José Mateo, director de Biodiversidad de esta dependencia, está de acuerdo en su uso toda vez que se haga con conciencia y se oriente al personal sobre sus características.

«Las especies que se usen no deberían ser extraídas del bosque silvestre, sino que debería ser a través de un acuerdo con el Zoológico para que con la captura no estemos afectando la vida silvestre. Esa es una forma de demostrar cómo la biodiversidad, en algo que tiene una cultura de miedo, se usa para cosas importantes», concluye.

Vía: Diario Libre