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Las amenazas de la sierra de Bahoruco

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El conuquismo, la quema de carbón y la captura de pichones atentan contra la riqueza de la flora y fauna, de una de las áreas de mayor biodiversidad del país

Santo Domingo. En 2003 la imagen satelital del poblado de Las Mercedes, que colinda con la Sierra de Bahoruco, mostraba una densa masa verde. La que se ve hoy, es un rompecabezas de cuadros marrones que evidencia el avance sostenido del hombre hacia los límites del área protegida.

Las Mercedes es un asentamiento que se hizo a través de la Reforma Agraria. Realmente, a los primeros habitantes los llevaron con el fin de que se dedicaran a la agricultura. El problema es que luego de la creación del Parque Nacional Sierra de Bahoruco en 1983, no se han respetado los límites. Las Mercedes y otro pueblo llamado Puerto Escondido, ubicado también en las cercanías del parque, es desde donde se impulsan las mayores amenazas para esta neurálgica zona: la captura de aves, la quema de carbón y el conuquismo.

Esta última es una modalidad de cultivar la tierra enfatizando la tumba y quema de bosque para cosechar productos de ciclo corto. El problema es que la tierra de la zona, que no tiene vocación agrícola porque en su mayoría está conformada por rocas, apenas alcanza para dos cosechas, por lo que los conuqueros abandonan predios y van en busca de otros nuevos, provocando el desmonte gradual del área y el deterioro de los suelos. En algunos casos, también provocan fuegos forestales, en procura de desmontar para sembrar. Así ya han destruido gran parte de los bosques nubosos latifoliados (donde predominan árboles grandes de hojas anchas) de la parte sur del parque.

Lo que «devoran» es el bosque que tiene más biodiversidad de todos los que integran el área protegida, sentencia Yolanda León, bióloga investigadora del Intec, y presidenta del Grupo Jaragua, una ONG con gran incidencia en los problemas medioambientales del suroeste.

El Parque Nacional Sierra de Bahoruco (PNSB) fue declarado en el año 1983 a través del decreto 1315-83, y actualmente está protegido en la Ley 202-04 sobre Áreas Protegidas, con una extensión que abarca aproximadamente los 1,126 kilómetros cuadrados.

Es uno de los ecosistemas más ricos del país en cuanto a biodiversidad y microclimas. Cuenta con un total de 94 especies endémicas, de acuerdo con el Ministerio de Medio Ambiente. En este espacio existen bosques nublados, húmedos y latifoliados, mesófilos y secos. Es decir, que se encuentran desde pinares con neblinas hasta bosque seco, con temperaturas extremas en ambos casos. Una de las avecillas que se anidan en esta zona del país es el zorzal de Bitnell, que hace vida en Norteamérica, desde donde se patrocinan programas para su conservación.

Un problema viejo

La situación del conuquismo en la zona tiene décadas, pero fue documentada como una grave amenaza en 2005, cuando se hizo el Plan de Manejo de la Sierra de Bahoruco, que ya describía «una agricultura intensiva de pequeña escala llevada a cabo por haitianos y dominicanos», los mismos que permanecen en la actualidad.

«Los haitianos pasan por o se establecen en el PNSB (Parque Nacional Sierra de Bahoruco) y en su entorno, generalmente motivados por las fuentes de empleo que genera la agricultura migratoria de ciclo corto dirigida por dominicanos», dice el documento que aún se encuentra en la Internet en la página del Grupo Jaragua.

Según describe el plan, el proceso se da de la siguiente manera: «El dominicano cede al haitiano jornalero una porción de terreno boscosa por al menos 1 o 2 años que el primero se atribuye como propia, aunque generalmente se trata de terrenos del Estado, léase, del PN (Parque Nacional). El haitiano la tumba y la siembra de cultivos de subsistencia por ese período, bajo el compromiso de entregarla al ‘propietario’ sembrada de pastos mejorados. Es un proceso de sabanización muy común en la Sierra, especialmente en el borde meridional del parque nacional».



En estos terrenos, básicamente, se siembran víveres como yautía, ñame, plátanos y auyama, y leguminosas como las habichuelas, según pudo comprobar DL durante una visita reciente.

«Cuando tú vas a la zona, tú lo que ves son haitianos, entonces mucha gente reduce el problema a que es la migración haitiana, pero esos haitianos no son más que mano de obra de dominicanos», advierte León.

Pero además de la siembra en pequeña escala, los ambientalistas han detectado una agricultura mucho más organizada, comercial y expansiva en la zona llamada Los Arroyos, donde predominan sembradíos de aguacate, supuestamente con fines de exportación.

«Eso es un negocio. Ellos (agricultores) tienen camioncitos, que llevan agroquímicos, que bajan las cosechas, que llevan los trabajadores…en fin, que no es un negocio ni chiquito ni escondido y, para colmo le están arreglando uno de los caminos, que antes era bosque del parque», expresa León.

Se estima que en Los Arroyos, donde no hay señales de delimitación del parque, la agricultura ha deforestado alrededor de 100 kilómetros cuadrados.

A diferencia de Las Mercedes, donde predominan los predios pequeños y se supone que hay muchos «propietarios», en Los Arroyos se les atribuye la tenencia de la tierra a dos medianos productores que residen en Pedernales.

Es a estos «grandes» que los ambientalistas entienden que se debe atacar primero, si las autoridades del Ministerio de Medio Ambiente deciden intervenir la zona. A fin de dar el ejemplo a los más pequeños.

«Yo quisiera (que se atacara primero a los grandes) para mandar ese mensaje de que en verdad se está atando el problema, que no se está comenzando por esos infelices, sino que se está empezando por los grandes y después se extienda para acá (Las Mercedes)», dice León.

Los ambientalistas se oponen al método usado hasta ahora por Medio Ambiente para desalojar a los conuqueros de Las Mercedes, que ha consistido en tomar por «asalto» -con helicópteros incluidos- la zona y apresar a los haitianos, provocando divisiones familiares, quemando las casas y dejando impunes a los dominicanos que los patrocinan.

«Nosotros queremos que hagan algo, pero no lo que ellos han estado haciendo, porque es que ellos a veces reaccionan a los escándalos o a las crisis de prensa con una reacción violenta», dice León, y asegura que le teme al Servicio Nacional de Protección Ambiental (Senpa), órgano militar que generalmente encabeza los operativos.

Alega que esto no resuelve el problema porque los haitianos retornan y renuevan los sembradíos.

«Nosotros lo que estamos abogando es que no se haga una cosa que simplemente maltrate la gente, con los dominicanos lo que crea es una adversidad respecto a todo lo que es medio ambiente, bosque…seamos ONG o Medio Ambiente, a ellos no les importa. Entonces lo que vemos es que esa no es una vía constructiva de llegar hasta dónde queremos», sostiene León.

En Las Mercedes, que tiene una «buena» conexión terrestre con Pedernales, la tenencia de la tierra no está clara. A ciencia cierta se desconocen quiénes son los ocupantes, y si quedan personas de las que estaban antes de la creación del parque.

León explica que para clarificar la situación acordaron con la Agencia de Cooperación Española financiar un estudio de tenencia de la tierra, «no de tenencia formal, si no uno, ir a ahí y preguntar de quién es esto, dónde terminan sus predios…y eso con GPS se hace un levantamiento en par de días».

Aunque la especialista reconoce que la situación de Las Mercedes es «terrible», entiende que se trata de ser estratégicos y que la gente perciba que hay justicia. «O sea, cuando tú vas donde los chiquitos y haces ese aguaje, ellos sienten que no hay justicia cuando hay otros señores, y no les pasa nada», entiende León.

A finales del año pasado, luego de un desalojo, la iglesia católica de Pedernales organizó una reunión en donde trataron el problema, especialmente sobre las violaciones a los derechos humanos. Allí estuvieron supuestos propietarios de terrenos y «víctimas» del desalojo. Como resultado enviaron una carta al Ministerio de Medio Ambiente, quejándose de la situación.