En junio, el Ministerio de Medio Ambiente emitió la Resolución No. 023/2017, que dispuso de una veda para distintas especies, entre ellas los tiburones, rayas, erizos y el pez loro. La medida, en teoría, demuestra que el país está comenzando a formular políticas ambientales en el marco de mejores prácticas internacionales y las recomendaciones de instituciones expertas.
El pez loro (también conocido como “cotorra” o “butú”) en particular, presta servicios ambientales esenciales que mantienen la salud de los arrecifes de coral y las playas dominicanas. Como pez herbívoro, consume algas en los arrecifes, creando un espacio esencial para la sobrevivencia de los corales. También, el excremento del pez loro es la arena blanca que forma, en parte, las playas que tanto atraen a los turistas que visitan el país anualmente. El butú es un pez brillante de colores vibrantes, que ofrece un atractivo importante para buzos, turistas y fotógrafos submarinos. El valor ecológico del pez loro no es información folclórica, sino documentada científicamente. En el 2014, la Red Global de Monitoreo de Arrecifes de Coral (GCRMN) publicó el reporte más detallado y completo sobre los arrecifes de coral del Caribe conocido hasta ahora: “Estado y Tendencias de los Arrecifes Coralinos del Caribe: 1970-2012.” Una de las conclusiones principales del reporte era demonstrar que los arrecifes de coral más saludables del Caribe tienen un factor en común: altas poblaciones de peces herbívoros, como el pez loro. El objetivo de la veda de ciertas especies es prohibir su captura durante cierto periodo del año, ofreciéndole a la especie un descanso frente a una sobre-explotación. La veda del pez loro es una de las principales recomendaciones que hace el GCRMN en su reporte. Ya hace cinco meses que entró en vigencia la Resolución No. 023/2017 y es hora de preguntarnos qué tan efectiva ha sido la veda en la práctica. La presentación de esta nueva medida logró un gran apoyo público, combinado con cierto nivel de escepticismo sobre la capacidad del estado dominicano para implementar la veda. ¿Cuales han sido los resultados la veda hasta el momento? La semana pasada se reportó un conflicto entre pescadores de la zona de Puerto Plata y el Ministerio de Medio Ambiente, tras un operativo en el cual el Ministerio, junto al Servicio Nacional de Protección Ambiental (SENPA), incautaron más de 500 libras de pez loro. Ante esta incautación y según los reportes, los pescadores protestaron quemando neumáticos y arrojando escombros a las calles para bloquear el tránsito de la autopista Navarrete-Puerto Plata. A pesar de la reacción de los pescadores, el operativo mandó un claro mensaje sobre la importancia que las autoridades le están dando a la veda. Aún más importante es el apoyo público en favor de los esfuerzos del Ministerio para implementar la resolución. A través de los medios sociales y prensa se podía apreciar un apoyo abrumador a favor del cumplimiento de la ley. Aún es necesario identificar posibles alternativas de trabajo para los pescadores de especies prohibidas, pero la solución no es simplemente recomendar que pesquen otras especies. Un objetivo principal que acompaña la veda debe ser apoyar modos de vida dignos, más sostenibles, para los pescadores. Si se dirige a los pescadores hacia la sobreexplotación de otras especies marinas fuera de veda, eventualmente esas especies que actualmente son abundantes y estables, necesitarán también estar protegidas por una veda. Sin embargo, el ejemplo de Puerta Plata es una muestra positiva del apoyo público a favor de la veda. En la zona del Este, la Fundación Grupo Puntacana, decidió medir la efectividad de la veda, por lo que realizó un inventario informal en las pescaderías de las comunidades de Veron y Boca de Yuma, esta última uno de los pueblos de pescadores más activos de la región. Nos complació encontrar que tanto los pescadores como los puntos de ventas de pescado no solo estaban informados sobre la veda del pez loro, sino que no encontramos ningún establecimiento que lo estuviera vendiendo. De once establecimientos visitados entre ambas comunidades, solo encontramos uno que estaba vendiendo lambí durante su periodo de vida, pero ningún sitio estaba vendiendo pez loro. Obviamente una revisión rápida de pescaderías no representa un estudio definitivo, pero por lo menos notamos una tendencia de cumplimiento de las vedas en la zona turística más importante del país. Una universidad u otra entidad no gubernamental debería profundizar este estudio para entender las tendencias del mercado de comercialización del pez loro a nivel nacional. La veda del pez loro es una resolución significativa para el país. Afecta la vida de miles de familias y cientos de negocios que ofrecían al mercado un producto anteriormente permitido y con cuyas ganancias contaban esos negocios. Por esa razón no es posible implementar las vedas y esperar que sean cien por ciento efectivas de un día para otro. Primero hay que informar adecuadamente al público sobre la razón, creación e implementación de la veda y segundo, mostrar que hay un verdadero compromiso por parte de las autoridades en implementarlo. La efectividad de la veda del pez loro no dependerá únicamente de que exista la ley o de operativos esporádicos. Requiere del compromiso y apoyo de los ciudadanos, de la sociedad civil y empresas del país. Se necesita el apoyo de todos, su rechazo al consumo de especies en veda y, también, en buscar alternativas de trabajo para los pescadores que actualmente dependen de la caza del butú para su sustento. Si los arrecifes, y las playas, de Republica Dominicana van a prosperar en el futuro, la protección de especies claves como el pez loro es fundamental.
SOBRE EL PEZ LORO
El informe Estado y Tendencias de los Arrecifes Coralinos del Caribe: 1970-2012, basado en estudios realizados en 90 lugares de 34 países, indica que la sobrepesca “ha conllevado a reducciones vertiginosas de peces herbívoros, especialmente los grandes peces loro. Entre 2001-2016 se reportó de forma oficial una captura de 1,400,098.42 kilogramos de pez loro en el país, a un precio ponderado de RD$142 el kilogramo como precio primario y un ingreso general de RD$198,813,975.64. Los kilos representan el 0.62 % de la pesca contabilizada de forma regular en ese periodo, que fue de 225,176,456.07 kilogramos.
Jake Kheel
Diario Libre.
Jake Kheel
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