La Conferencia de Cambio Climático de Tianjin, última ronda de negociaciones antes de la Cumbre de Cancún, finalizó hoy sin muchos avances en el diálogo, marcado, una vez más, por cruces de acusaciones entre naciones desarrolladas y emergentes, lideradas respectivamente por EEUU y China.
Tras seis días en los que 3.000 delegados de 194 países celebraron más de un centenar de reuniones, se cerró una conferencia que, como dato positivo, es la primera sobre cambio climático que celebra China en el seno de la ONU, muestra quizá de su voluntad por por adoptar un mayor compromiso.
Prueba de los escasos avances logrados fue el hecho de que el discurso final ante los medios de la negociadora de la ONU para Cambio Climático, la costarricense Christiana Figueres, fue muy similar al del día de la inauguración, pues subrayó que se ha progresado, al menos, en la financiación por parte de los países ricos de programas para los países pobres.
«Se han hecho los deberes para Cancún», aseguró la representante de las Naciones Unidas, subrayando que Tianjin no se había organizado para lograr acuerdos, sino para determinar qué puntos de la negociación se deben tratar en la cita mexicana.
Fueron los cruces de acusaciones entre EEUU y China los que «animaron» la reunión, ya que el primero acusa al segundo, y por ende a otras naciones emergentes como India y Brasil, de falta de transparencia en sus planes de lucha contra el calentamiento global, mientras Pekín culpa a Washington del bloqueo de las negociaciones.
«Existe falta de compromiso a la hora de informar al resto, algo que es un tema clave para lograr el acuerdo», aseguró el jefe negociador de EEUU en Tianjin, Jonathan Pershing, quien aseguró que no hay un equilibrio entre lo que buscan países desarrollados y en desarrollo, por lo que el diálogo está «en peligro».
El representante chino, Su Wei, también hurgó en la herida al señalar que «hay países que cuando no hacen nada, buscan un cabeza de turco».
Ambos representantes hicieron, no obstante, ciertas concesiones a su «rival», y en ese sentido Pershing reconoció la mayor responsabilidad de países desarrollados en la lucha contra el cambio climático, al haber comenzado a contaminar décadas o siglos antes.
Pero, añadió, «no debemos dividirnos en dos cajas», la de países ricos y pobres, ya que, dijo, hay naciones en vías de desarrollo que por su tamaño y momento económico pueden hacer más, aludiendo a China, India o Brasil.
De China elogió sus esfuerzos medioambientales, pero también subrayó que se encuentra en un momento en el que «puede elegir desarrollar energías limpias y no la del carbón», altamente contaminante y que alimenta un 70% de la economía del gigante asiático.
El negociador chino, por su parte, dio razón a EEUU en su exigencia de que se informe de los planes de mitigación, pero sólo en casos en que los países desarrollados financien los proyectos, no en aquellos en los que no hay fondos externos. La representante de Naciones Unidas intentó quitar hierro al enfrentamiento entre las dos países más contaminantes del mundo, que concentran casi un 50% de las emisiones de dióxido de carbono.
«EEUU y China han confirmado este año sus compromisos. Si mutuamente se acusan de falta de claridad, será una conversación que deberán tener bilateralmente», señaló Figueres. Entre el cruce de acusaciones, la Unión Europea casi pasó desapercibida, aunque la delegación de los Veintisiete negó que esté adoptando un papel secundario en las negociaciones. «La UE es la única región en el mundo con legislación vinculante de reducción de emisiones, contemplando incluso obligaciones a largo plazo, posteriores a 2020», destacó Jurgen Lefevre, uno de los jefes del equipo negociador europeo.
En las negociaciones participó la canciller de México, Patricia Espinosa, anfitriona de la Cumbre de Cancún (29 de noviembre-10 de diciembre). «Confiamos en que Cancún inicie una nueva era en la cooperación climática», subrayó la mexicana. «Ni EEUU, ni la UE, ni Japón han reducido su ambición, y los países en desarrollo no esconden que han de tener un importante papel», concluyó Espinosa, quien añadió que México hará todos los esfuerzos posibles por lograr que la cita caribeña sea un éxito. En Cancún se busca lograr una continuación al Protocolo de Kioto, que finaliza en 2012.
Kioto no obligaba a naciones en desarrollo a reducir emisiones, pero, según la postura de países como EEUU -que no ratificó ese protocolo-, la situación una década después exige que las naciones emergentes se impliquen más, porque sólo el esfuerzo de las naciones ricas no bastará para salvar el planeta.