Tras despertar de la fantástica creencia de que la Bahía de Samaná era una fuente de riqueza inagotable, los pescadores del municipio de Sánchez se dan cuenta del inminente deterioro del ecosistema que les sirve de sustento: en los últimos años desaparecieron o entraron en proceso de extinción más de 40 especies que antes eran comunes en la zona.
Una investigación de campo levantada por la Asociación de Pescadores Ambientalistas de la Bahía de San Lorenzo determinó que el agotamiento de los fondos marinos es atribuido a dos razones principales: la primera los elevados niveles de sedimentación y la presencia de elementos químicos que llegan a la costa arrastrados por las corrientes del río Yuna, que nace en la Cordillera Central.
Los sedimentos cubren los corales de unos tres kilómetros de playa, eliminando la posibilidad de un hábitat natural para miles de especies, según la entidad.
La segunda causa, y la más letal, es el uso de artes y técnicas prohibidas para la actividad pesquera. Las principales son las redes de arrastre ilegales que aquí fueron bautizadas como “licuadoras” por los efectos demoledores que producen.
Este arte es considerado el más pernicioso porque hace las veces de arar el fondo marino, y su maya, con orificios muy pequeños, atrapa especies sin discriminar tamaño. La parte inferior de la boca del saco está bordada por una cadena fuerte que tiene la función de mantenerlo abierto y ocasionar disturbios en el fondo del mar para que las especies salgan de sus escondites y caigan en la trampa, quedando los cuerpos más pequeños aplastados por las cadenas y por otras especies de mayor tamaño y peso.
El desequilibrio ocasionado con esta práctica resulta drástico porque, además de que extermina plantas y animales del mar, hace desaparecer las fuentes de alimentación de otras que no fueron capturadas, alterando su hábitat hasta el punto de obligarlas a emigrar o morir en la bahía, explica el biólogo Carlos Peñaló.
Un pescador “de licuadora” puede atrapar hasta 100 libras de camarones en una noche. Estos niveles de producción no serían alcanzados por diez pescadores de atarraya juntos, según indica Ezequiel Stevens, vicepresidente de la Asociación de Pescadores Ambientalistas.
Como principal responsable del auge de la actividad pesquera con instrumentos ilícitos se señala a Henry Camacho, un reconocido comerciante del sector pesquero en Sánchez, que tendría cerca de 30 redes ilegales operando en la zona. La información fue ofrecida por Irys Manuel Boyer y Ezequiel Stevens, presidente y vicepresidente de la Asociación de Pescadores y Ambientalistas, respectivamente; los inspectores de la subsecretaría de Recursos Costeros y Marinos, Samuel Cordero, José Alberto Tavárez y Manuel Rojas; y los inspectores del Consejo Dominicano de Pesca y Acuicultura (CODOPESCA), Wilson Chávez y Francisco Morales.
También es señalado el comerciante Andrés Payano, otro empresario del sector pesquero en Sánchez que tendría a su servicio a pescadores que reciben una porción de las ganancias.
Asimismo, se le atribuye vinculación con esta modalidad de pesca a Félix Mejía y otros pescadores conocidos sólo por sus apodos: Niño el Caballo, Payo, Cuqui, Yayo, Clemente y Batato.
Pese a que los pescadores que usan chinchorros de arrastre o “licuadoras” operan prácticamente de manera pública, ni la Marina de Guerra ni la SEMARENA los han enfrentado.
Los inspectores dicen que se debe a la indiferencia del director provincial de Medio Ambiente, Erik Espinal, a quien acusan de avisar a Henry Camacho, el principal entre los “licuadores”, cuándo habrá operativos de la Marina de Guerra para que sus embarcaciones no salgan.
La pesca con estas artes está prohibida por la Ley 307-04, en su artículo 63. Esta legislación, cuyo fin es establecer un sistema pesquero con productividad sostenible, prohíbe también la captura de especies en gestación o en época de desove.
El miércoles 13 de este mes, los secretarios de Medio Ambiente y Agricultura, Jaime David Ferández Mirabal y Salvador Jiménez, respectivamente; y el jefe de la Marina de Guerra, vicealmirante Homero Luis Lajara Solá, sostuvieron una reunión en Sánchez con la finalidad de buscar una solución al problema.
En el encuentro, Lajara Solá aseguró que la Inteligencia de esa entidad tiene identificados a los responsables de la depredación de las costas y que no pasan de 70 las embarcaciones involucradas, detalló Stevens.
El uso de artes ilegales es una práctica frecuente en todas las zonas pesqueras del país, según explica Dannerys Santana, subsecretario de Recursos Costeros y Marinos. El funcionario indica que las zonas más afectadas son las cercanías de Montecristi, Nagua, Samaná, Miches, Sabana de la Mar y Barahona.
Por la pesca de arrastre no sólo son impactados los ecosistemas marinos, también los de zonas pesqueras mediterráneas, como las lagunas de Oviedo y Cabral, según advierte Santana.
La generación joven de una comunidad cuya principal fuente de riqueza ha sido la pesca, no verá en sus costas el caballito de mar que fascinó a los hijos de generaciones pasadas. El sistema de pesca con instrumentos ilegales es la principal causa de la desaparición de esta especie y y otras 30 que desaparecieron. Otras especies se encuentren en peligro de desaparecer de esta bahía. Un estudio que levantó un grupo de munícipes ambientalistas cita, entre otros, a los siguientes tipos:
1. Corvino Blanco
2. La Vieja
3. Tortuga
4. Mojarra
5. Cherna
6. Robalo*
7. Colorao
8. Mero y sus clasificaciones
9. Colirubia
10. Salmón Blanco*
11. Manatí
12. Tiburón
13. Caballito de Mar
14. Cangrejo Blanco
15. Cangrejo Pelú
16. Carite*
17. Raya
18. Manta Raya
19. Anguila
20. Tamboril
21. Cofre
22 .Choroti
23. Voladores
24. Capitaneja
25. Bollú de la especie de los corvinos
26. Morón o Bosito
27. Sable*
28. Pargo
29. Chucho
30. Sirica
31. Camarón
32. Jaiba de rio
33. Calamar
34. Almejas*
35. Crustáceo Buey de mar
*En proceso de extinción