La cumbre mundial del Cambio Climático COP26 celebrada en Glasgow ha dado un paso importante auspiciado por la iniciativa de los gobiernos de Mónaco y Chile para impulsar la declaración «Because the Ocean», conscientes de que proteger los océanos es proteger el clima. Sin embargo, la verdadera respuesta viene de la mano de países que, como España, vuelven los ojos hacia la no deseada carbonización en la industria.
El propósito de tal declaración no es otro que proteger los océanos del mundo, acción en la que se involucran países como Australia, España, República Dominicana, Fiyi, Francia, Indonesia, Irlanda, Panamá, Seychelles y Suecia, una minoría no significativa ni siquiera en su representatividad, pero que ha abierto los ojos en torno a lo que el mar significa para la vida y la necesidad de abandonar decididamente el uso de combustibles fósiles.
LOS OCÉANOS, UN DEPÓSITO DE 1.400 MILLONES DE KILÓMETROS CÚBICOS DE AGUA
Hace 3.600 millones de años y gracias a la existencia de los océanos se originó la vida en el planeta Tierra. Los cambios y evoluciones experimentados a lo largo de todos estos años han sido constantes, lo que ha afectado a su composición y extensión.
Habitados por millones de especies y numerosos sistemas desde las zonas costeras hasta las simas abisales a más de 11.000 metros de profundidad, marcan en su implacable diapasón el ritmo de las vidas de cuantos dependemos directa o indirectamente de ellos.
Para la Tierra, los océanos significan una especie de inmenso depósito en el que tienen cabida 1.400 millones de kilómetros cúbicos de agua y 370 millones de kilómetros cuadrados de extensión. En ese líquido elemento podemos encontrar buques, desiertos, montañas, volcanes, minerales, bacterias, algas, plantas superiores, mamíferos, peces, crustáceos, moluscos y un sin fin de formas de vida, muchas de ellas todavía desconocidas.
El ser humano utiliza los mares desde la más remota antigüedad. Pero solo en los últimos siglos la actividad humana los ha convertido en una amenaza real: la contaminación, la sobreexplotación de la pesca, la caza abusiva de determinadas especies, la minería, la destrucción física de sus zonas más ricas, la ocupación masiva de sus márgenes, o la alteración química y térmica están dejando una huella difícil de ignorar..
LA SALUD DE LOS OCÉANOS ESTÁ EN JUEGO
La inmensa mayoría del Planeta depende del estado de salud de los océanos y en estos de basan para mantener su grado de humedad y conseguir el intercambio de fases necesario para realizar algo tan esencial como es la respiración. Porque no son los bosques de la Tierra sino los océanos, a través del fitoplancton, algas y plantas marinas, los que realizan la función de «pulmón del mundo» -aclara la organización Oceana- con el intercambio atmosférico de unos 200.000 millones de toneladas de C02/02 y la creación de la capa de ozono que nos protege de los dañinos rayos ultravioletas B ,A mayor abundamiento, el agua evaporada de los océanos crea las nubes que descargarán su contenido en agua sobre la tierra generando los ríos, lagos y demás ecosistemas y condiciones de humedad necesarias para la vida.
Los océanos, por tanto, no solo son el origen de la vida en el planeta Tierra, sino también su sustento. De aquí que de su vitalidad dependa el mantenimiento de todo cuanto existe en nuestro mundo.
EL HOMBRE, CAUSANTE DEL DETERIORO DE LOS OCÉANOS
Los radionucleidos, los vertidos al mar, las basuras flotantes, las aguas de lastre de la flota mercante mundial (unos 10.000 millones de toneladas al año), la acuicultura, la minería, la ocupación costera, las presas de los ríos, el cambio climático, son algunos de los causantes del deterioro de los océanos. Estos y las especies que los habitan se enfrentan a gravísimas amenazas, pero solo un 3% de su superficie está protegida. Mientras, se multiplican las amenazas que ponen en peligro su salud y las de las especies que lo habitan.
Los océanos suponen el 70% de la superficie terrestre y son la base de la vida en nuestro planeta. Sin unos océanos sanos, nos enfrentamos a efectos catastróficos en la biodiversidad y el clima de la Tierra. Y sin embargo, la gran mayoría de su superficie está desprotegida, lo que deja a los océanos expuestos a la peligrosa minería en fondos marinos, la sobrepesca y la omnipresente contaminación por plásticos.
En distintos puntos de Galicia, la iniciativa privada lucha contra todo ello con éxito parcial, pero significativo. También los gobiernos de todo el mundo trabajan -la cumbre mundial de Glasgow es una muestra- en un tratado global de los océanos. De hacerlo bien, abrirían la puerta a una gran red de santuarios marinos que podrían proteger una tercera parte de los mares del planeta. También aquí Galicia ha intentado poner su grano de arena en los mini-santuarios de Lira, Cedeira y Burela, testimonios de una buena voluntad que no ha pasado de serlo para convertirse en lo que era su objetivo inicial: una apuesta por la autogestión de la pesca a la vez que la sostenibilidad de los caladeros.