Dos informes presentados durante la Cumbre del Clima COP24 constatan una caída de emisiones contaminantes de los países desarrollados hasta 2016, pero que la tendencia reciente indica que, globalmente, la situación empeora.
Desde 1990 hasta 2016 esas emisiones cayeron un 13%, según un informe presentado hoy por el secretariado para el Cambio Climático de Naciones Unidas, aunque en 2017 las emisiones globales volvieron a crecer un 1,6%, según otro informe, éste a cargo del Global Carbon Project.
De hecho, el optimismo de años atrás queda matizado tras las últimas proyecciones, que apuntan a que este año esas emisiones de CO2 crecerán en torno a un 2,7%, hasta llegar a las 37,1 gigatoneladas, lo que supone la tasa de emisiones más alta en la historia.
Crecimiento de la economía
Detrás de este reciente repunte de las emisiones se encuentra el crecimiento constante de la economía al que se han subido la mayoría de países, con un especial incremento en Asia, lo que demanda más energía.
“Lamentablemente, el nivel actual de energías renovables no es suficiente para cubrir el crecimiento en la demanda global de energía y, por tanto, hemos visto que plantas de carbón que estaban funcionando por debajo de su capacidad (la mayoría en China e India) han aumentado su producción”, señalan desde Global Carbon Project.
Petróleo
En Estados Unidos el peso del carbón se ha reducido y, desde 2010, más de 250 térmicas alimentadas con esa materia prima han cerrado, mientras aumenta el peso del gas de esquisto en el mix energético.
Otro dato que destacan los investigadores de Global Carbon Project es el crecimiento del uso del petróleo, ya que desde 2012 el consumo del petróleo se ha incrementado un 1% anual.
Destacable es el caso de Estados Unidos y la Unión Europea, donde el uso del petróleo ha aumentado a pesar de que se ha mejorado la eficiencia de los motores y se ha duplicado el número de vehículos eléctricos entre 2016 y 2018.
En el periodo comprendido entre 1990 y 2016 creció la economía, aunque las emisiones se redujeron por acciones más ambiciosas que compensaron el impacto del crecimiento y del aumento de la población, si bien entre 2010 y 2016 ya se veía que la tendencia estaba cambiando, con una reducción de CO2 inferior a la previa, un 4,4%.
La causa del descenso durante este periodo responde a que el crecimiento económico fue más localizado y coincidió con la irrupción de las energías verdes, lo que permite explicar que, pese a todo, las emisiones se redujeron.
Las emisiones deben caer antes de 2020
Por su parte el documento del secretariado para el Cambio Climático de Naciones Unidas es crítico con la situación actual y puntualiza que, aunque los países desarrollados están avanzando en la reducción de emisiones, no se cumple en muchos casos con los objetivos, por lo que es necesario más ambición política entre sus dirigentes.
Las emisiones globales deben empezar a caer antes de 2020 si se quieren alcanzar los objetivos del Acuerdo de París, firmado en la Cumbre del Clima de 2015, que señala como objetivo que el aumento de la temperatura a final de siglo no debe superar los 1,5 o al menos los 2ºC respecto a los niveles preindustriales.
Aunque ya se constata un grado de aumento, el informe de Naciones Unidas destaca que las medidas están dando poco a poco sus frutos, lo que constituye un paso importante para profundizar en el Acuerdo de París.
También destaca que los objetivos de reducción de emisiones para 2020 se ven cada vez más como un “punto de partida” desde el que profundizar en la ambición de lo propuesto en París.
Se constata que la capacidad instalada de energía renovable en el mundo se está doblando cada cuatro años pero, como se reconoce en el informe de Global Carbon Project, no es suficiente para alimentar el actual nivel de crecimiento global.
Esperanza: hay más recursos
El texto de la ONU remarca también otro aspecto que llama a la esperanza, y es que los recursos ofrecidos por los países desarrollados para la adaptación a los efectos del cambio climático y reducción de emisiones aumentaron un 13% entre los periodos 2013/2014 y 2015/2016.
En esa línea, subraya que un aumento de esos recursos tecnológicos y financieros ofrecidos por los países desarrollados supondría, para los países en vías de desarrollo, “un incentivo para acelerar el cambio hacia un modelo de desarrollo bajo en emisiones”.
“El cambio hacia economías con bajas o cero emisiones de carbono está en camino, pero el avance es aún es lento”, lamenta el informe, que también apunta a un grupo de países que están haciendo un esfuerzo especial en su lucha contra los efectos del cambio climático, entre los que se destaca los casos de Dinamarca, Países Bajos, Suecia o Noruega.