La exposición a contaminantes químicos también deja una huella en el metabolismo de las mujeres embarazadas, según un estudio codirigido por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y el Imperial College London.
El estudio ha revelado asociaciones reproducibles entre la exposición a múltiples contaminantes químicos y cambios en procesos metabólicos durante el embarazo, unos resultados que contribuyen, según sus autores, a entender la manera en que las exposiciones ambientales afectan la salud de las mujeres embarazadas y sus bebés.
Ya se sabía que la exposición a contaminantes químicos durante el embarazo puede afectar al desarrollo del bebé, incluso si los niveles de exposición son bajos, pero en este estudio, que publica la revista Environmental Science & Technology, los investigadores se plantearon la hipótesis de que esta exposición a contaminantes químicos pudiera dejar huella en el metabolismo de las embarazadas.
Para ello, utilizaron datos de 750 mujeres embarazadas (340 de Sabadell, y 410 de Guipúzcoa) inscritas en la cohorte de nacimiento INMA (Infancia y Medio Ambiente).
Para determinar su ‘exposoma’, es decir, todas las exposiciones químicas a las que están sujetas, midieron concentraciones de 35 exposiciones químicas en muestras de sangre en orina, durante el primer y tercer trimestre del embarazo, y en cordón umbilical.
Para evaluar posibles cambios metabólicos, midieron 65 metabolitos de muestras de orina tomadas también en el primer y tercer trimestre del embarazo.
El análisis identificó nuevas asociaciones entre exposición y metabolitos, reproducibles a lo largo de dos periodos del embarazo y entre las dos cohortes.
En particular, encontraron una asociación “robusta y significativa” entre arsénico total en orina y un metabolito orgánico llamado TMAO, producido por la flora intestinal.
El arsénico también se asoció con un metabolito muy presente en invertebrados marinos (denominado homarine en inglés), que no se había medido antes en humanos.
De hecho, las madres de Sabadell (Barcelona) tenían niveles particularmente elevados de arsénico, comparado con otras poblaciones de países europeos, Australia o EEUU, lo cual se debe, según los investigadores, seguramente al mayor consumo de mariscos.
Tabaco, café y esteroides
Los hallazgos también indican una asociación entre la exposición al humo del cigarrillo y el metabolismo del café, y la presencia de ciertos metales en orina con subproductos de hormonas esteroides.
“Nuestros resultados van en la misma línea que estudios previos y sugieren que estos metales son disruptores endocrinos”, ha señalado Léa Maitre, investigadora de ISGlobal y primera autora del estudio, que considera que los resultados tienen implicaciones epidemiológicas y clínicas.
“Las asociaciones observadas pueden reflejar diferencias en el ambiente uterino que podrían afectar al desarrollo fetal y a la salud infantil a más largo plazo”, según las conclusiones del estudio.