Científicos en Estados Unidos encontraron un vínculo entre la exposición a contaminantes ambientales durante el embarazo y el primer año de vida y el riesgo del niño de desarrollar autismo.
Los investigadores de la Universidad de California del Sur (USC) y el Hospital Infantil Los Ángeles creen que el cerebro del feto que se está desarrollando puede resultar afectado por la calidad del aire que la madre respira.
La investigación, publicada en Archives of General Psychiatry (Archivos de Psiquiatría General), estudió los efectos de la contaminación vinculada al tráfico en el feto en desarrollo y los niños de hasta un año que vivían cerca de áreas con altos niveles de exposición.
Encontró que los niños más expuestos tenían hasta tres veces más riesgo de desarrollar la enfermedad.
Estudios pasados han mostrado que las tasas de autismo, al menos en Estados Unidos, se han incrementado de forma drástica en los últimos años.
Según los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) en los últimos 10 años ha habido un incremento de 78% en los diez años en la prevalencia del autismo.
Esto, afirman los expertos, podría deberse en parte a una mejora en el diagnóstico, y también a que ahora la definición de la enfermedad incluye una gama mucho más amplia de trastornos.
Genética y ambiente. También en los últimos años se ha presentado cada vez más evidencia de que la enfermedad es causada por una combinación de factores genéticos y ambientales.
Los trastornos del espectro autista se caracterizan por problemas de comunicación, de interacción social y conductas repetitivas.
Aunque cada vez se conoce más el papel de los genes en la enfermedad, no se han llevado a cabo muchos estudios sobre el impacto que tienen en el cerebro en desarrollo los miles de compuestos químicos contaminantes que circulan en el ambiente.
La doctora Heather Volk y su equipo de la USC analizaron los registros de 279 niños diagnosticados con autismo y de 245 niños que se habían desarrollado sanamente incluidos en el Estudio Infantil sobre los Riesgos de Autismo por la Genética y el Medio Ambiente en California.
Los investigadores utilizaron los datos de las madres para calcular cuánta exposición habían tenido durante cada trimestre de embarazo y el primer año de vida del niño.
La contaminación del tráfico se calculó en base a un modelo de medidas sobre control de calidad del aire de la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA).
«Tomamos en cuenta qué tan lejos vivía la gente de las carreteras, factores meteorológicos como hacia donde soplaba el viente, cuánto tráfico circulaba en la carretera» dice la doctora Volk.
«También analizamos los datos de los monitores de calidad del aire, que miden en una amplia región la contaminación que viene del tráfico, la industria, los depósitos de ferrocarril y muchas otras fuentes» agrega.
Los científicos encontraron que los niños que vivían en las casas más expuestas a los niveles más altos de contaminación mostraron tres veces más probabilidad de desarrollar autismo que aquéllos con la menor exposición.
Ahora deberán llevarse a cabo más estudios para confirmar el vínculo pero tal como señalan los autores, los resultados ofrecen información importante sobre los mecanismos biológicos de la enfermedad.
«Aunque es necesario realizar más investigaciones para replicar este hallazgo, las implicaciones de salud pública de este estudio son enormes porque la exposición a la contaminación ambiental es común y podría tener efectos neurológicos duraderos» dicen.
«Hemos sabido durante mucho tiempo que la contaminación ambiental es mala para nuestros pulmones, especialmente en los niños» expresa la doctora Volk.
«Ahora estamos comenzando a entender cómo la contaminación ambiental puede afecta el cerebro» agrega.
Vía: Hoy