En política ha surgido el concepto del poder “duro” y del “suave”, frases ideadas por el profesor Joseph Nye en 1990.
Pero lo más interesante es especular si ese poder “suave” podrá jugar un papel importante en nuestras elecciones presidenciales del 2012. Si suficientes jóvenes, mayores de 18 años de edad, podrán enfrascarse en un esfuerzo por auspiciar una nueva cara, tal vez de la farándula, quizás apoyada por un partido minoritario. Las condiciones están dadas, pues las ofertas del PRD y del PLD probablemente impliquen “más de lo mismo” y el PRSC ya no es opción.
Obama utilizó el poder “suave” para ganar las elecciones. Miles de voluntarios, la mayoría gente joven, trabajó para su campaña utilizando el Internet como forma de hacer llegar mensajes. Los “twitters”, los “bloggers” y el “chateo” fueron formas de divulgar las promesas de campaña y estimular al votante indeciso para que favoreciese su candidatura. Fue una forma barata de hacer campaña, pero extremamente efectiva, en contraste con el poder “duro”, representado por anuncios televisivos pagados y contribuciones por parte de grandes empresas y los muy ricos.
En nuestro país el primer ejemplo del uso del poder “suave” se dio con el proyecto de una fábrica de cemento bordeando el Parque de Los Haitises.
El poder “duro” de sus promotores se evidenció no sólo consiguiendo la concesión minera, sino también la buena pro de la Secretaría de Medio Ambiente, presumiblemente debido a presiones provenientes del Palacio Nacional, a pesar de la oposición interna de muchos de sus técnicos. Estos ricos empresarios cibaeños, dueños de importantes medios de comunicación que han defendido el proyecto a rajatabla, en un discurso ampliamente difundido por sus medios, pronunciado en el lugar del proyecto, admitieron que había sido el propio Presidente Fernández quien había sugerido su ubicación cerca de la nueva autopista a Samaná y que había sido el senador de Monte Plata, Charles Mariotti, del partido del gobierno, quien había propuesto el lugar específico de Gonzalo para ubicar la planta. Con el Presidente de la República y el senador de la zona defendiendo el proyecto y con un importante medio de comunicación apoyándolo, las posibilidades de echar para atrás su ubicación lucían difíciles. Tan sólo las cuatro plantas de cemento existentes contaban con poder “duro” para oponerse.
Pero, el poder “suave” predominó. Miles de jóvenes tomaron para sí la causa ambientalista. Por el Internet, chateos, etc. hicieron circular cientos de mensajes. El de Hitler haciendo como de Leonel fue extremamente irreverente, pero comiquísimo. La clase media y alta participó en mítines en zonas de gente pudiente, como la avenida Abraham Lincoln. Sacerdotes, a nivel de parroquias rurales, técnicos medio-ambientalistas de la UASD y la Academia de Ciencias se pronunciaron en contra. En vehículos se colocaron marbetes. El propio Secretario de Medio Ambiente, Jaime David Fernández, tuvo que admitir que “desde su balcón presenciaba el paso de su cadáver político”.
El Presidente de la República, quien continuamente ordena sondeos privados para medir la opinión pública, se dio cuenta del costo político de seguir apoyando esa ubicación y decidió que quienes declarasen que ésta no procedía no deberían ser los que ya la habían apoyado, el Palacio y la Secretaría de Medio Ambiente, sino técnicos de Naciones Unidas quienes seguramente opinarán en contra, haciéndole todavía más difícil al gobierno rechazar esa recomendación. La encuesta Gallup confirmó que un 85% de la población se oponía a esa ubicación, incluyendo un 81% de aquellos que se definían como peledeístas. Tan efectiva fue la campaña que un 90% de la población admitió, según la encuesta, que había escuchado sobre el plan de instalación de la planta cerca del Parque de Los Haitises. Como en el país hay caliza en tantos lugares, lo anterior no paraliza el proyecto, tan sólo implica su reubicación.
En fin, la pregunta es si podrá surgir una nueva cara entre nosotros, empujada por las nuevas fuerzas que se opusieron a la ubicación de una planta en Gonzalo.
Por: BERNARDO VEGA