Por alguna razón, los dominicanos tendemos a la exageración y al tremendismo. La noticia emitida erróneamente, sin querer o a propósito, anunciando la construcción de una Base Naval de los Estados Unidos en la Isla Saona, ha servido como caldo para una agitada novela con la participación con los protagonistas de siempre. A un costo de $1.5 millones de dólares no luce ser un proyecto de tamaño significativo, al menos difícilmente calificable como «base», y la aclaración de que la misma sería de la Marina de Guerra Dominicana, no ha sido suficiente para detener el rasgado de vestidos de los seudopatriotas.
Que la isla de La Española es un puente importante para el tráfico de personas y estupefacientes no es un secreto para nadie. Lo penoso es como esto sirve de eterno recordatorio del poco control que posee el Estado Dominicano sobre sus fronteras tanto marítimas como terrestres, y lo poco que históricamente se ha hecho para revertir esta situación.
Esa pasmosa deficiencia hace perfectamente posible para cualquier «fuerza invasora» cruzar nuestras fronteras marítimas como Pedro por su casa, y que los dominicanos no nos enteremos hasta que atraquen en nuestras playas y nos caigan a tiros.
Es por ello que me resulta incuestionable que es más lastimoso para nuestra soberanía la incapacidad de resguardar nuestras propias fronteras, que el hecho de que los Estados Unidos financien parte de este proyecto. No sería el primer apoyo de esta naturaleza que recibimos de parte de nuestros aliados del Norte, y yo personalmente, espero que no sea el último.
Con una inversión de apenas $1.5 millones de dólares, más barato que 3 misiles Tomahawk o que algunos apartamentos en nuestra capital, es evidente que la magnitud de lo que va a ser construido sea apenas significativa, ciertamente muy distante a las enormes bases navales que muchos seguro se imaginan al momento de tratar este tema, y cuyo impacto ambiental sería cercano a cero. Si alguna crítica pudiera hacerse al proyecto, es que no luce ser lo suficientemente grande como para presentar variaciones sensibles en el corto plazo para el estado actual de la Saona y buena parte de nuestras costas en el Este.
Con las aclaraciones de la Embajada de los Estados Unidos y de nuestra propia Marina de Guerra este tema debió haber quedado sepultado. Pero, dominicanos al fin, seguimos batiendo sobre el mismo sin sentido, con nuevamente la Academia de Ciencias y la UASD liderando el circo, en forma tan ridícula y anticientífica como las intoxicaciones en la Barrick Gold.
Si algún tema de esto se puede sacar es la pobre inversión en nuestras fuerzas armadas, y la deficiente capacidad de defender nuestro territorio. Pero no, estamos en República Dominicana.
Por: Orlando Gómez Torres
Vía: Listín Diario