En las últimas cuatro décadas, sólo en Brasil, «la Amazonia ha perdido una quinta parte de su superficie (unos 700.000 km2), un área más grande que toda Francia» y ha afirmado que «si la tasa de deforestación sigue a este ritmo, la Amazonia podría desaparecer dentro de 50 años», según ha denunciado la organización Greenpeace con motivo del Día Forestal Mundial.
La Amazonia es el bosque primario más grande que queda en el planeta y alberga más biodiversidad que cualquier otro sitio de la tierra. Sin embargo, la ONG afirma que actualmente la deforestación y el cambio climático se presentan como las principales fuerzas destructivas y hasta el momento se estima que «se ha perdido cerca del 18 por ciento de la selva amazónica».
En este sentido, el responsable de la campaña de Agricultura y Bosques de Greenpeace España, Luís Ferreirim, ha afirmado que «urge encontrar una solución permanente y definitiva para salvar los últimos bosques primarios del planeta, especialmente la Amazonia, que en la actualidad se enfrenta a grandes amenazas».
Así, Ferreirim ha señalado que actualmente «está cerca peligrosamente lo que podría ser un punto de no retorno y de perder la oportunidad de salvar uno de los bosques más importantes del planeta».
Brasil ocupa el cuarto lugar en el ranking de países emisores de gases de efecto invernadero (GEI), lo que lo convierte en un país clave para la lucha contra el cambio climático, según informa Greenpeace. Además, el 75 por ciento de estas emisiones de GEI brasileñas proceden principalmente de la deforestación derivada de la expansión de la frontera agrícola (cultivo de soja y ganadería).
Ls datos más recientes muestran que en los últimos tres años la tasa de deforestación ha ido decreciendo debido, según los ecologistas, a un conjunto de medidas políticas y de gobernanza que fomentan un mayor control por parte del gobierno brasileño, una mayor implicación de las autoridades judiciales, la ampliación y mejora de las áreas protegidas, las operaciones policiales y la lucha contra la corrupción, así como el éxito de las iniciativas de la sociedad civil.
Sin embargo, según Greenpeace, hay nuevas amenazas como el actual debate sobre la reforma del Código Forestal en Brasil que ponen en evidencia «la fragilidad de la gobernabilidad en la Amazonia y lo importante de incidir en su protección».
Por ello, Greenpeace trabaja con el objetivo de acabar con la deforestación en la Amazonia en el 2015 y de forma global para el 2020 porque según Ferreirim «sólo hay una solución para la Amazonia y se llama Deforestación Cero».