Cuatro años tenía Jimmy Abreu cuando su papá lo llevó a conocer un incendio forestal. ¿Si lo marcó esa experiencia? Para siempre.
A sus 26 años, es el encargado de la División de Manejo del Fuego del Ministerio de Medio Ambiente y un ferviente defensor de los recursos naturales dominicanos.
Oriundo de Jarabacoa (La Vega), la vocación le viene de familia. Su papá, Gerónimo Abreu, es el encargado del Programa Nacional de Manejo del Fuego y un veterano bombero forestal con 35 años ligado al bosque.
“Él no fue a mi graduación de bachillerato porque estaba en Bahoruco, enfrentando un fuego”, comenta Jimmy en el Encuentro Verde de Listín Diario.
También estuvo ausente en muchas navidades por el mismo motivo.
Pero Jimmy entendía muy bien el oficio de su padre, su espíritu guerrero, sus sacrificios y sus aportes a la conservación de la naturaleza. Y por eso no dudó en seguir sus pasos.
De hecho, formar parte de la que está considerada como la mejor brigada del país, la de La Vega, es un honor que el joven ingeniero industrial con especialidades en manejo del fuego realizadas en México y Estados Unidos asume también como un compromiso.
GENUINA VOCACIÓN
Jimmy no recuerda la cantidad de incendios en los que ha intervenido. Se uniformó como bombero forestal en 2011 con apenas 15 años iniciando así, de manera oficial, su trabajo frente a la línea de fuego.
Tres años después le tocaría hacerle frente al incendio de Valle Nuevo, “quizá uno de los más grandes que hemos tenido”, admite su papá.
Repitió hazaña en el mismo lugar un año después, en 2015, el mismo año en que pasó a formar parte del Ministerio.
¿Miedo? No, responde Jimmy: estrés.
“Ahora, en los incendios de la Sierra de Bahoruco, cuando íbamos por Fondo Negro y vimos la sierra cubierta de humo, uno se estresa y quiere llegar más rápido, quiere ver lo que está pasando realmente. Uno se entrega hasta un nivel que mientras haya fuego no queremos salir”.
Cuenta que en septiembre del año pasado, en el incendio de Aceitillar (Pedernales), todo estaba bajo control pero todavía había mucho humo. “Salimos y cuando vimos desde otro punto el incendio nos devolvimos, a ver qué más se podía hacer y a dejar personal ahí”.
“No podemos tener miedo. El compromiso que tenemos es de proteger la mayor cantidad de bosque posible. Tratamos de enfocarnos mejor en lo que estamos salvando. En la Sierra, ese incendio quemó prácticamente el 2 por ciento del área protegida, pero nosotros no permitimos que ese incendio quemara el otro 90”, explica Jimmy.
LA TECNOLOGÍA, UNA ALIADA
Jimmy confía en la tecnología –más allá del sistema de coordenadas- como aliada para dar una respuesta rápida ante la incidencia de un fuego forestal.
Durante un incendio en Loma del Toro, también en la sierra de Bahoruco, recuerda que estaban trabajando con una línea de coordenada y que los muchachos que le acompañaban decían que había un camino que se podía usar.
“Yo decía que era como un kilómetro más de trocho que se haría si usábamos ese camino. Calculé ahí mismo otra coordenada y les dije que si lo hacíamos por aquí era más trabajo, pero se salvarían 780 tareas de bosque. Es mucho bosque, dijeron, y lo hicimos así. Yo trato de enfocarme en eso: no en lo que estamos perdiendo, sino en todo lo que estamos salvando”.
CAPACITACIÓN Y VOCACIÓN
Padre e hijo pasan a veces semanas sin asistir a la oficina del Ministerio de Medio Ambiente porque o están en la loma frente a una columna de fuego o se encuentran en el centro de detección y monitoreo de manejo del fuego que funciona en el Instituto Técnico de Estudios Superiores en Medio Ambiente y Recursos Naturales de Jarabacoa.
Un espacio que, como dice Gerónimo Abreu, “nunca ha funcionado como debería porque el internet es muy malo; pero la idea es que haya un cuerpo técnico para que se encargue de monitorear los incendios”.
“Ojalá vinieran voluntarios porque cuando viene a ver ahí podemos encontrar la forma de mejorar la capacidad de respuesta”, dice el jefe de los bomberos forestales dominicanos.
Los alrededor de 325 bomberos forestales que hay en el país no son suficientes para dar asistencia sobre todo en la temporada alta, que va de febrero a abril.
“Falta personal pero un personal capacitado y con vocación”, asegura Gerónimo Abreu.
Señala que una buena noticia es que el Ministerio de Medio Ambiente dispuso el nombramiento de los bomberos forestales que no estaban nombrados.
“Tenemos 169 bomberos en la disposición de nombrar, pero cuando los evaluamos solo 141 califican para ser nombrados porque hay otro tema, que es la vocación de la gente. No se trata de dinero, porque realmente no hay dinero que pague la labor del bombero forestal”, considera Gerónimo.
Lo ideal, señala, es que sean personas ligadas al campo, de buena contextura física y dispuestas a pasar mucho tiempo trabajando en el monte.
Los incendios se combaten aislando el combustible.
“Toda la gente del campo sabe lo que hay que hacer para atender un incendio. ¿Qué es lo que nosotros hacemos? Chapear y desyerbar en términos comunes. Lo que hay que saber es dónde hacerlo y cómo hacerlo”.
Y mucha vocación para asumir el compromiso. Conocer a Jimmy, y su pasión por el oficio, vale como fuente de inspiración.