Jarabacoa todavía es una niña a juzgar por por los cinco siglos que tiene en su haber su hermana mayor, La Vega. Ella todavía no tiene dos, sin embargo, con sus donaires de princesa se fue a refugiar en el pie de monte de las cumbres cordilleranas, entre las montañas más altas de la América insular antillana o caribeña, quienes la han visto crecer y pasar la pubertad a la orilla del Yaque del Norte, la principal arteria fluvial de la República Dominicana..
Se podría decir que entre ellos existe una relación filial, pues a nadie habrá que convencer de que Jarabacoa es hija legítima del Yaque, cualquiera pensaría que es la más predilecta, pues antes de darle vida a los más grandes asentamientos humanos de la región más pródiga de la nación dominicana, esta fuente fluvial la acaricia con sus escorrentías iniciales, para fecundar sus entrañas, de donde sus moradores obtienen los productos del agro que los alimenta y le sobra hasta para satisfacer la demanda de los mercados nacionales e inclusive, para la exportación. De hecho, su economía y sus riquezas se sustentan precisamente en el cultivo de las flores y la práctica de la horticultura.
Pero por ironías del destino, en plena ‘‘flor de su juventud’’, cuando ya estaba dispuesta a dar amores y entregar parte de sus encantos para el desarrollo del ‘‘ecoturismo’’, al despuntar el alba de un nuevo día con la brisa fresca que desciende de la cordillera y justamente cuando el Jimenoa y el Baiguate hacían coro para cantarle las mañanitas, despertó con el sobresalto de una pesadilla. La CDE tuvo a bien despertarla para entregarle una notificación judicial donde se le pone en auto de que su padre (el Yaque), sería secuestrado y trasladado a Jánico mediante la construcción de una presa derivadora en Manabao y un conjunto de túneles que llevarían sus aguas hasta el río Guanajuma, donde se construiría otra presa, igualmente con fines de producir energía.
A partir de ese instante, todo cambió en la vida de esta apacible ciudad semitemplada, semioculta entre pinos y arropada con la fragancia de una eterna primavera: En primer lugar la Iglesia Católica elevó sus ruegos al cielo, la asociación de agroexportadores se reunieron de emergencia para analizar el impacto de la noticia, los productores de flores acudieron en masa a la celebración de una misa a la orilla del río, los pastores evangélicos celebraron la palabra bajo los pinos, los comerciantes no vacilaron al llamado del ‘‘Comité de Defensa del Yaque’’ para cerrar fila junto a los clubes deportivos, a las empresas ecoturísticas, con los peritos forestales y hasta con los obreros agrícolas, quienes proclamaron a viva voz: ‘‘no permitiremos que nos dejen sin agua, el Yaque se queda aquí, en el mismo lugar donde lo hemos visto correr desde que nacimos’’.
Jarabacoa es una ciudad pacífica, de hombres y mujeres emprendedores, que colocan la esperanza, el talento y el optimismo como escudos ante las adversidades. Cuentan jocosamente sus moradores que la primera huelga popular que allí se escenificó, la desvarataron dos policías vestidos de civil.
Posiblemente esa es una de sus mayores virtudes, la cual cultivan con esmero y con las aguas diamantinas del río Yaque del Norte, ¿pero qué pasaría si alguna vez se le intentara privar de los dones que ha heredado de la Madre Naturaleza, del agua por ejemplo?
La prudencia, la decencia y respeto parecen combinarse para reflejar la personalidad de un pueblo, el verdadero rostro de una comunidad que sólo aspira a vivir como Dios manda y con sus propios recursos, pues muy bien saben las autoridades de éste y cuantos gobiernos hemos tenido, que en ella no se invierte ni una décima parte de las riquezas que aporta al producto interno bruto y si algo ha reclamado, es su derecho al bienestar y a la prosperidad que sólo se puede alcanzar através del trabajo tesonero, innovador y consistente.
El proyecto
El 28 de agosto del año en curso, apenas doce días después de estrenarse el nuevo gobierno, el administrador general de la Corporación Dominicana de Electricidad, César Sánchez, anunció en una rueda de prensa la construcción del proyecto Manabao – Bejucal – Tavera, el cual fue concebido en la década de los años 80 y que fue desestimado en aquel entonces (1986) por dos razones principales:
1.- Los elevadísimos costos de la obra.
2.- La magnitud del impacto ambiental, social y económico que el mismo tendría para el municipio y la comunidad de Jarabacoa.
Este proyecto hidroeléctrico tiene los siguientes componentes: a) una presa derivadora sobre el arroyo Los Dajaos que captaría y almacenaría un caudal promedio de 1.34 metros cúbicos por segundo para trasvasarlos através de un túnel de 800 metros de longitud, a la presa de Manabao; b) la presa derivadora de Manabao sobre el río Yaque del Norte que captaría y almacenaría un caudal promedio de 6.73 metros cúbicos por segundo, de allí se derivarían 8.17 metros cúbicos por segundo para la central subterránea de Arenoso y de ahí hacia el río Guanajuma de la cuencia del río Bao, através de un túnel en dos secciones de 5 y 4.5 kilómetros respectivamente, unos 9.5 kilómetros de longitud; c) la presa derivadora de Bejucal sobre el río Guanajuma que captaría y almacenaría un caudal de 1.86 metros cúbicos por segundo (en adición al aporte de Manabao), de los cuales se derivaría 9.33 metros cúbicos por segundo hacia la central hidroeléctica de Aguacate a la orilla del embalse de Tavera, a través de un túnel en dos secciones de 7.10 y 671metros, igual a casi 8 kilómetros de longitud.
El contrato de los servicios de ingeniería para realizar este conjunto de obras fue firmado por la Corporación Dominicana de Electricidad (César Sánchez Torres) con la empresa INTECSA-INARSA, S. A. (María S. García Montes y Marcelo Jorge Pérez), el pasado 11 de septiembre del 2000, según consta en el Addendum número uno, al cual tuvimos acceso. Según datos obtenidos de los estudios realizados por Salvador B. Dájer S., uno de los primeros hidrólogos de República Dominicana, este proyecto produciría 290 millones de KWH promedio anuales durante un período de 22 años, ‘‘cantidad que de ser cierta representa poco más de un insignificante uno por ciento (1%) de la demanda actual de energía que tiene el país.
Las aguas de este conjunto de obras tampoco serían utilizadas para la agricultura, ni para el consumo humano a través de acueductos.
Impacto ambiental
Los expertos en manejo de cuencas hidrográficas dicen que las mismas deben ser las unidades básicas de la planificación y el ordenamiento territorial, que todas las actividades de desarrollo (económicas, políticas y sociales), deben basarse en los recursos naturales en ellas contenidos y que el trasvase, el préstamo de caudal o el desvío total de un río de su cauce, es un error desde todo punto de vista, pero esencialmente si se evalúa con criterios científicos tomando como referencia los procesos ecológicos que se generan y sostienen en las cuencas de captación envueltas.
Un río es una entidad viviente, con tanta sutileza y hasta con más complejidades que la que puede exibir un organismo biológico, pues él en sí mismo es el soporte de múltiples poblaciones de las más variadas formas de vida, de innumerables ambientes acuáticos especializados y de las comunidades adyacentes cuya existencia está intimamente ligada a su existencia.
De ahí que el impacto ambiental del desvío de un río comienza con la muerte o desaparición paulatina de las comunidades que dependen de sus aguas, sigue con la degradación y hasta desaparición de los microsistemas ecológicos o ambientes acuáticos que se forman a lo largo del mismo y con un empobrecimiento indiscutible de la biodiversidad, tanto acuática como terrestre.
Esto quiere decir que al secar artificialmente una fuente hídrica estaríamos provocando una doble pérdidad, la muerte del río en sí y la de casi todas las formas de vida que dependen del mismo, pero si a ello se suman los asentamientos humanos y las actividades económicas que se derivan de su utilización, entonces habrá que considerar, además del impacto meramente ecológico, el impacto social, económico y político. Si llegamos a estos niveles, entonces las cosas no se pueden tratar muy a la ligera y precisamente de eso se trata; el río Yaque del Norte es la mayor fuente acuífera fluvial de República Dominicana y su aprovechamiento tiene que estar a corde con sus potencialidades, pero antetodo tomando en cuenta la vida de los asentamientos humanos establecidos a todo lo largo de su curso, desde las altas montañas donde nace hasta su estuario al desembocar en el océano Atlántico.
¿Cuál es el daño?
Todo en la vida debe tener una racionalidad si nos atenemos a la lógica más elemental y a los postulados de René Descartes. Todo es cuestión de factibilidad y ella envuelve por igual a los campos de la economía, la ecología y la política. El ejercicio tiene que estar avalado obligatoriamente por una base científica y técnica y para ello es preciso partir de los estudios, análisis y ponderación de la realidad imperante en el ambiente en que se pretende desarrollar un proyecto.
En toda actividad de desarrollo nunca se debe perder de vista al ser humano, el actor principal y destinatario por excelencia de todos los emprendimientos.
Esto quiere decir que si la ignorancia nos lleva a descuidar la racionalidad ecológica, no por eso podríamos obviar la realidad social en que se desenvuelven los seres humanos que , van a ser afectados por una obra de la envergadura del proyecto hidroeléctrico Manabao – Bejucal – Tavera, el cual prácticamente deja sin agua un tramo de 26 kilómetros del río Yaque del Norte, precisamente a su paso por Jarabacoa.
El Yaque no sólo es importante para verlo bordear serpenteante la zona occidental de la ciudad, sino para casi todas las actividades productivas de este municipio.
En este momento la producción de vegetales para la exportación, así como la floricultura y el turismo de aventura (ecoturismo), están supeditados a la vida del Yaque. De ahí que los moradores de esta laboriosa comunidad responden a la pregunta que le hacen las autoridades oficiales con otra interrogante: ¿que cuál es el daño?, ¿y usted quiere más daño que nos dejen sin río, sin agua? Ello significaría la muerte de la horticultura, de la agricultura, de la floricultura, el incipiente ecoturismo y por lo tanto, el dinamismo de la economía que soporta la vida de Jarabacoa.
Por: Eleuterio Martínez
Publicado originalmente en el Listin Diario
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