P. Profesor, la semana pasada el periódico español “El País” se hizo eco de un hecho muy inusual ocurrido en las costas de “El Cabo” en Sudáfrica; se trata de una Ballena Azul que se lanzó contra una embarcación, arruinándola completamente. ¿Nos gustaría saber cómo usted interpreta este caso, que si no es el primero, para mi resulta desconocido?
R. Su inquietud es la mía y me hago las mismas interrogantes, pues hasta donde llegan mis conocimientos, la Ballena Azul, a pesar de ser el animal más grande y espectacular que existe dentro de la biodiversidad planetaria, es uno de los mamíferos marinos más inofensivos, cuyo comportamiento con respecto a los humanos, tiende a ser parecido a las Ballenas Jorobadas que anualmente visitan las costas septentrionales de la Republica Dominicana. Es decir, son animales muy carismáticos, más bien dóciles, que permiten que se les acerquen sin mostrar signos de agresividad. De ahí el extraordinario desarrollo que está suscitando el turismo de observación de ballenas en diferentes puntos de los mares y océanos del mundo, con un balance muy positivo para la economía de los países que tienen el privilegio de contar con su presencia en sus costas.
Como la información obtenida ha sido servida por la prensa internacional y no es fruto de un reporte técnico, los datos resultan insuficientes para tener una idea clara de lo ocurrido. Se dice que la ballena se lanzó contra la embarcación después de sentirse hostigada o perseguida por otras embarcaciones que rondaban su hábitat natural o lugar donde se encontraba. Si eso fue así, pues es lógico que todo animal, no importa que sea terrestre o marino, responda de manera similar al sentirse molestado, perseguido o acorralado. Su actitud más bien, es de defensa, máxime cuando la ballena está parida y anda con su neonato, pues su instinto maternal, la obliga a proteger su criatura. Es una paradoja, pero “actuó en defensa propia”.
Algo que debería llamarnos la atención de este hecho, muy especialmente a los dominicanos, es que lo mismo ocurre todos los años con las Ballenas Jorobadas, cuya actividad de observación se incrementa exponencialmente. En el 2008 tuve la amarga experiencia de ver cómo las embarcaciones que tienen permisos para operar con turistas durante la temporada ballenera, se abalanzan contra ellas, hasta el punto de acercarse a menos de 10 metros de distancia. Si eso se sigue permitiendo ¿Cuáles serían las consecuencias?
Por: Eleuterio Martínez
Hoy Digital