P. Profesor, hay pánico entre los productores de San Juan de la Maguana por el anuncio de una mina de oro que probablemente se le concesione a la Barrick encima de la Presa de Sabaneta, ¿podría ilustrarnos sobre el impacto que tendría este proyecto sobre la producción de alimentos en el Valle de San Juan?
R. En estos momentos la República Dominicana le queda a penas unos 6,500 kilómetros cuadrados con potencialidades reales para producir los alimentos que demanda una población que rebasa los 9,000,000 de habitantes.
Eso quiere decir que los terrenos agrícolas del país son sumamente limitados, pues menos de un 13% del territorio nacional posee suelos Clase I, II y III, donde la agricultura puede desarrollarse sin mayores riesgos para la conservación de su capacidad productiva. El restante 87% del territorio nacional (unos 42,000 kilómetros cuadrados aproximadamente), está ubicado en suelos clase IV, V, VI, VII y VIII, donde la agricultura tiende a ser marginal o sumamente limitada.
Las llanuras del Valle del Cibao (la más grande), del Valle de San Juan (la segunda) y en menor medida, la Plena de Azua, Valle de Neiba, los llanos del Sureste (San Pedro – Higüey) y la Costa Atlántica (Boba, Yásica y Bajabonico), son las únicas que tienen capacidad para producir los alimentos que demanda la población dominicana.
Es cierto que Constanza, Jarabacoa, Rancho Arriba y otros pequeños espacios cordilleranos o intramontanos, tienen capacidad para la producción hortícola, pero se debe entender que en estos espacios se requiere de prácticas técnicas muy especializadas y es imposible evitar el uso intensivo de agroquímicos que atentan contra la salud ambiental y humana (contaminación y degradación de los Recursos Naturales), para poder garantizar la producción.
Todo esto nos indica que si se abre una mina encima de la Presa de Sabaneta, justo en la cabecera del Río San Juan, principal afluente del Yaque del Sur, sería condenar a la ruina la agricultura en el segundo granero agrícola del país, por los impactos inevitables de la contaminación y la acidificación de las aguas. Toda la agricultura del Valle de San Juan se desarrolla bajo riego.
A menos que estemos locos o perdido el sentido de la inteligencia, no es posible justificar una mina en estas estribaciones de la Cordillera Central. No puede haber actividad humana que resulte más rentable que la producción de alimentos.
Vía: Hoy Digital