Ricardo O. Méndez Mir
Procedente del fondo de la noche…, el mito que envuelve a las lechuzas las ha colocado junto a demonios, lobos y vampiros como representantes de la malignidad, incontables novelas, cuentos y películas se han realizado bajo este esquema pura y simplemente por sus hábitos nocturnos, su timidez y por lo poco que conocemos de muchas de sus características biológicas y comportamiento.
La caza indiscriminada, la pérdida de su habitad, pesticidas, desforestación y otras muchas razones propias de la modernidad de países que como el nuestro, poco educados sobre lo importante de proteger su biodiversidad, ha colocado a nuestras especies endémicas en peligro de extinción, por lo que organismos nacionales e internacionales han aunado sus fuerzas para evitar la desaparición de estos ejemplares únicos.
Y todo el esfuerzo conjunto de grupos conservacionistas, que lanzan al mundo la noticia de que La República Dominicana tiene especímenes particulares de lechuzas y otra subespecie propia de la isla, permiten el inicio en el área del Parque Zoológico Nacional de un ambicioso proyecto en el cual se fomente la reproducción y estudio de las lechuzas nativas de la República Dominicana.
Se plantea el proyecto, se escoge el lugar, se preparan las jaulas, buscan las primeras parejas, arrancan, (recuerdo personalmente haber estado recibiendo las explicaciones de parte de Simón en aquellas etapas iniciales), sexan , anillan y toda la logística se pone a punto.
Y así, con sus altas y bajas, cambios de directores, buenas y malas épocas del Zoodom, durante casi 11 años se logró establecer una colonia de especímenes criados en cautiverio, genética y clínicamente sanos, que se comportaban y reproducían de forma tan natural que permitían a los estudiosos determinar los pormenores del comportamiento reproductivo de estas aves, los que en condiciones naturales y de libertad no podrían determinarse.
Todo parecía que iba si no a pedir de boca, al menos mas bien que mal, avanzando, naciendo nuevas crías, multiplicándose en un pequeño espacio perdido a la mirada de los visitantes del parque, tranquilas, casi desapercibidas, protegidas y cuidadas, ajenas a todo un torbellino de conflictos e intereses que de buenas a primeras y como si llegara con toda su furia un relámpago destructor, en pocos días, treinta y tantas aves, con sus polluelos y huevos incubando, un proyecto internacional, compromisos, esfuerzos y esperanzas, desaparecieron de la faz de la tierra sin razón para ello.
Los autores de la catástrofe no han podido de manera alguna justificar lo ocurrido, han tratado de confundirnos diciendo, requeté diciendo y contradiciendo una serie de informaciones que al menos entendido en la materia no han podido convencer, y en entonces, ante lo imposible han recurrido a lo peor, ahora cuando saben que no tienen la virtud de la verdad, se presentan mostrado el poderío de sus cañones, relaciones, capacidad de fuego, rugiendo y amenazando tal y como lo hiciera el Portaviones Intrépido “Solo por miedo”.
Con este hecho, de nuevo ponemos en evidencia la poca institucionalidad y profesionalidad con que se administra en la mayoría de las esferas nuestros organismos oficiales, …y el interés personal se impuso por encima del raciocinio…, y destruyeron el único proyecto que en el mundo existía sobre estudio y conservación de las lechuzas endémicas de la República Dominicana, y lo peor de todo es que nada ocurrirá para hacer algo de justicia ante este penoso acto y muy pronto dejaremos de hablar del peor daño que personas auto denominadas conservacionistas y protectores de nuestra fauna hayan realizado jamás en nuestro país.