Tomado de su blog Libertariedades Lo pienso, lo pienso. No le veo salida. Más temprano que tarde seré una inmigrante.
Tal vez la excusa sea una beca de estudio en el exterior o un empleo que me abra las puertas para salir de la isla. Quizás la crisis me empuje, como a muchos, a dar el salto a cualquier lugar, de cualquier manera.
A lo mejor me mueva la certeza de que sería una irresponsabilidad tener hijos en este país, si es que me pica en algún momento el bichito de la maternidad. Hace algún tiempo la inmigración era para mí un sueño de disfrute y libertad: Viajar por algún tiempo, conocer el mundo, disfrutar otros paisajes y volver a mi islita.
Hoy tengo 29 años y un mal día. Estoy pesimista. En mi casa no hay agua, escribo en la computadora con miedo a que se vaya la luz. Pienso que debo salir de casa mañana antes de las 7:00 y temo que me asalten.
Entre los muchos oficios de la Policía Nacional no está el de cuidar a las personas, mientras la pobreza más la impunidad crean rateros y otros delincuentes, como hoyos hay en las aceras por donde camino.
Y no vivo en el más pobre de los barrios de Santo Domingo. Sobrevivo. Pero, me pregunto cómo sobrevivirán mis hijos, si los tengo en este país.
Por las noticias me informo de que el secretario de Medio Ambiente no sólo permitirá sino que promueve que se construya una cementera en la entrada del Parque Nacional Los Haitises, donde se encuentra una de nuestras grandes reservas de agua. Y resulta que ese funcionario es Jaime David Fernández Mirabal, por quien, confieso, tenía cierta admiración.
Luego, ya saben, me agobia la corrupción de siempre, el antihaitianismo de esta sociedad, el prejuicio racial, el desorden en las instituciones, los intercambios de disparos, el tránsito, nuestra eterna apatía….
Mil y un detalles, muchos de los cuales no me afectan ahora, pero pienso que pueden tocar a mis futuros hijos o a mis sobrinos. Sólo quiero evitarles el infierno. Aunque primero yo tenga que dejar media vida en un país extraño.
Por: Tomás Aquino Méndez
Listin Diario