Expertos de organizaciones internacionales han defendido que plantar árboles y diversificar los cultivos son dos de las prácticas que ayudan a los agricultores a adaptarse al cambio climático.
En declaraciones a EFEverde, el subdirector de Clima de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Zitouni Ould-Dada, explicó que “el clima está cambiando y la agricultura debe transformarse también”.
En una nueva publicación, la FAO recoge diez ejemplos de buenas prácticas que están siendo aplicados en distintas partes del mundo y pueden replicarse, como un sistema agroforestal desarrollado en el Corredor Seco centroamericano o la “Gran Muralla Verde” que busca evitar con más árboles la desertificación en el Sahel africano.
La FAO también reconoció las “mínimas” emisiones contaminantes de un sistema de producción de mejillones en Chile, la combinación de plantaciones de coco y otros cultivos para la recuperación de tierras en Filipinas y una especie de “jardines flotantes” en Bangladesh, entre otros proyectos.
Estudios para hacer frente al cambio climático
Con esos ejemplos se pretende animar a los pequeños agricultores a adaptarse al cambio climático, que se espera que impacte sobre todo en los países pobres con temperaturas más altas, cambios en los patrones de lluvia, subidas del nivel del mar y más desastres naturales.
Un reciente informe del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) y el Banco Mundial evaluó 1.700 combinaciones de prácticas agropecuarias sostenibles para la adaptación al clima en 33 países, las cuales varían de una región a otra.
El silvopastoreo fue considerada una de las técnicas “más inteligentes” en América Latina, junto a los cultivos intercalados en África y el aprovechamiento del biogás en Asia.
El estudio identificó entre las principales tecnologías aquellas destinadas al manejo del agua, a la tolerancia de los cultivos frente al estrés, a los cultivos intercalados, a la fertilización orgánica y el control de plagas, y a la agricultura de conservación.
La experta del Consorcio de Centros Internacionales de Investigación Agraria (CGIAR) Ana María Loboguerrero aseguró que establecer si “una tecnología responde o no a los objetivos de una agricultura climáticamente inteligente depende mucho del contexto”.
El CGIAR es un consorcio internacional de centros de investigación cuya labor es aumentar la seguridad alimentaria, reducir la pobreza rural, mejorar la salud y la nutrición humana y asegurar un manejo sostenible de los recursos naturales.
Sobre las barreras que afrontan los agricultores para adoptar esas tecnologías, Loboguerrero apuntó que no siempre es por falta de recursos, sino porque carecen de información para ponerlas en práctica, por lo que instó a “invertir mucho más en llevar los conocimientos a los diferentes actores del sector agropecuario”.