En América del Norte viven varias especies de úrsidos, como el oso gris o “grizzly”, el oso negro y el oso blanco o polar, pero en Sudamérica sólo está presente el oso de anteojos, más pequeños que sus parientes del norte y también más tímidos frente a la presencia humana.
Es por eso, de seguro, que de no ser terrenos protegido con un parque arqueológico y ecológico de la zona de Lambayeque, al norte del Perú, que la colonia de osos de anteojos, no hubiese sobrevivido, por lo cual no abría ninguna buena noticia.
Actualmente se reporta su presencia en zonas andinas aisladas entre Bolivia y Venezuela, pero ha sido cazado intensamente y traficado.
Estos animales están en grave peligro de extinción, es por eso que el hallazgo realizado tras una investigación de cinco años desarrollada por la bióloga canadiense Robyn Appleton, junto a un equipo de científicos asociado al museo peruano de Sicán, es sumamente importante para mejorar su subsistencia.
Mediante el estudio de detalles sobre su comportamiento, alimentación, crianza de sus cachorros y la medida de poner collarines con GPS a algunos ejemplares, se pretende mitigar el impacto del hombre, y hacer prosperar a la colonia de osos sudamericanos que tiene tanta importancia en esta parte del globo.
Por ejemplo, el Oso de Anteojos está ligado a una serie de leyendas y tradiciones de la cultura popular andina, siendo una de ellas la Fiesta del Señor de Q’oyllur Riti, donde se le considera un totém, es decir, un emblema protector de la tribu o del individuo, y a veces como ascendiente o progenitor.
Vía: Veo Verde