El Poder Ejecutivo ha autorizado la construcción de una »marina» en medio de los manglares de Bahía Icaquitos y en pleno parque nacional Monte Cristy, en adición a las instalaciones similares existentes en los caños y manglares que dan a la playa Juan de Bolaños y que corresponden al Club Náutico de Monte Cristy.
Resulta sorprendente y hasta cierto punto increíble que sea el recién creado Instituto de Protección Ambiental (IMPRA) y la Secretaría de Estado de Turismo (SECTUR) quienes hayan recomendado al presidente de la República la aprobación de esta obra que habrá de impactar negativamente uno de los ambientes más valiosos para la biodiversidad de esta área protegida y, desde luego, al propio desarrollo turístico que tanto anhela y necesita Monte Cristy. Es muy posible que estas instancias estatales ni siquiera le informaron a la Dirección Nacional de Parques (DNP), de sus recomendaciones al Poder Ejecutivo, abrogándose un derecho y una competencia que la Ley 67-74 le confiere expresamente a esta última institución, lo cual es sumamente grave y altamente sospechoso.
No bien salimos del asombro que nos causara la reducción de casi 1,000 kilómetros cuadrados a este parque nacional, cuando llega a nuestras manos esta autorización oficial para la construcción de la marina en los caños, lagunas y manglares de Icaquitos. Pero mientras esto ocurre en el extremo noroccidental de la República, volvimos a constatar que las agresiones a la Laguna Bávaro no se detienen, todo lo contrario, ahora resurgen con más vigor y con acciones típicas del vandalismo de la peor clase, al tratarse de un área protegida, también reducida, empequeñecida y prácticamente eliminada recientemente por disposiciones oficiales, para favorecer el famoso desarrollo turístico que practicamos en estos momentos en el país.
En el mismo lugar donde recientemente se desmontó buena parte del bosque occidental de la Laguna de Bávaro, ahora se están levantando infraestructuras turísticas (a pocos metros de la zona inundable), cuando creíamos que los autores de tal despropósito estaban de camino a la justicia, en vista de la diligencia con que actuó Dirección General Forestal en el caso.
En el otro extremo o más bien en la franja costera que separa a la laguna del mar, no se detienen las construcciones, algunas ya establecidas bajo el amparo de estudios de evaluación de impacto ambiental realizados por el Instituto Dominicano de Tecnología Industrial (INDOTEC), sin firma de los técnicos participantes y con la única intención de justificar la construcción de una vía de acceso a uno de los principales hoteles atravesando por el medio de la franja de manglar y los caños que se forman en este cuerpo de agua.
por Eleuterio Martínez
Publicado originalmente en el Listin Diario del 15 de febrero del 2000
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